La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), recordaron al narrador, ensayista, dramaturgo y periodista Ignacio Solares, en un homenaje luctuoso llevado a cabo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a cinco meses de su fallecimiento y en el marco de su natalicio.
En entrevista, su esposa, Myrna Ortega, agradeció el homenaje realizado, ya que el escritor originario de Chihuahua tenía una profunda y antigua vinculación con el Inbal y su Dirección de Literatura (actual CNL). También destacó la importancia que tiene la Sala Manuel M. Ponce en torno al autor, ya que ahí se presentó en 1979 una de sus primeras novelas, Anónimo, y recibió reconocimientos, como el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 1998 y la Medalla Bellas Artes en 2022.
Para Myrna Ortega, el legado de Ignacio Solares es amplio por su obra literaria, ya que publicó alrededor de 50 libros, y como periodista destaca su paso por suplementos culturales, como Diorama de la Cultura, México en la Cultura de la revista Siempre!, así como la Revista de la Universidad de México.
“Su legado es su pensamiento, su forma de ver el mundo, y eso está en lo que escribió. Me encantaría que a través de eventos como estos puedan surgir nuevos lectores”, dijo.
En el presídium, moderado por la coordinadora nacional de Literatura, Karen Villeda, estuvieron el ensayista José Gordon, el narrador Francisco Prieto, el actor y director de escena Antonio Crestani, la poeta Sandra Lorenzano, Javier Contreras y Georgina García Gutiérrez.
Karen Villeda abordó de forma general la vida y obra de Ignacio Solares, destacando su trayectoria como una de las más prolíficas: “Su labor literaria ha dado a las letras mexicanas un invaluable aporte. Es por eso por lo que hoy, con este sencillo, pero emotivo homenaje, estamos recordando a este hombre de letras que fue narrador, ensayista, dramaturgo, periodista, un hombre multifacético”.
Posteriormente, dio lectura a la intervención a distancia de la escritora Sara Poot, en la que refiere su relación con Ignacio Solares a través de su obra narrativa y teatral, presente en su labor académica y literaria en Estados Unidos: “Ignacio Solares en varios espacios está. Trascendencia, insisto, por su importancia entre literatura y universidad, historia y literatura; historia, literatura, docencia y casa familiar”.
En tanto, José Gordon recordó un pasaje de su libro Novelista de lo invisible: “Hablamos de lo interesante que es que un novelista, o novelistas como David Grossman, que no creen en dios y en la posibilidad de la existencia de algo que está más allá de la muerte, cuando escriben impulsados por la verdad del arte que los obliga a seguir su corazón, exploran la frontera entre los vivos y los muertos de una manera que tiene similitudes con lo que está planteando Nacho”.
Por su parte, el escritor Francisco Prieto compartió que, a raíz de un artículo “bastante duro” contra Ignacio Solares y él mismo, fue que finalmente pudieron conocerse y destacó los aspectos más importantes que se encuentran a lo largo de su obra: “La búsqueda del padre, el sentimiento de orfandad, la carencia de una confianza básica, desde un orden protector… Vuelve la soledad a la criatura humana condenada para citar su existencia en la noche oscura. En medio de la noche, empero, se hará la luz a partir de los sueños. Estar aquí, pero estar siempre en otra parte y en otro tiempo. ¿No constituye esto la esencia misma de todo creador de ficciones? Y esta temática la encontramos en casi todas las obras de Solares”.
Antonio Crestani ahondó en su interés por el reportaje de Ignacio Solares, Delirium Tremens, sobre el cual realizó una versión teatral en 2005: “Su amplísima obra, que ha sido traducida a varios idiomas, se caracteriza por una búsqueda constante de la espiritualidad y de lo otro en todas sus formas y manifestaciones… Al concluir, se dio paso a la dramatización del monólogo Angelitos, a cargo del actor y dramaturgo Luis Maya.
A su vez, la narradora Sandra Lorenzano habló sobre la amistad entre Ignacio Solares y José Gordon, aspecto presente en Novelista de lo invisible: “En estas páginas dos amigos se cuidan, se acompañan, se revelan uno al otro, y tienen la generosidad de hacernos partícipes, de hacernos testigos de esa amistad. Gracias a ellos, descubrimos también parte de lo que somos cada uno de nosotros”.
El director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, Javier Contreras, recordó al escritor de Ciudad Juárez y su reflexión sobre la cultura digital, producto de la COVID-19 en 2020, ya que, al haber crecido “en un mundo analógico”, el tema lo interpelaba y asombraba: “Por el confinamiento al que nos obligó el virus, Ignacio sostenía que los tiempos no eran normales, porque nos vimos profundamente desarraigados de nuestra cotidianidad, y sumergidos en un entramado digital que nos ha sido necesario para mantener la comunicación básica con el exterior”.
Finalmente, Georgina García Gutiérrez destacó la importancia que tuvieron las minucias, a las cuales dio lectura, que Ignacio Solares publicó durante la pandemia en el periódico El Universal: “Su arte literario que nos compartía semana a semana se volvió nuestra defensa. Para mí, como lectora que esperaba la sorpresa feliz de cada minucia, los textos de Solares fueron la confirmación de que puede haber orden en el caos, de que había que mantener la entereza. Ser resilientes, fuertes, por medio de la lectura, la música y las artes que mantienen los vínculos entre los humanos pese a los embates destructores”.
Para concluir, se presentó la última dramatización del monólogo La voz, a cargo de Salomón Santiago.
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