Kairós
Francisco Montfort
El 17 de julio de 1928 de forjó el hierro candente NO REELECCION. En realidad, fue con plomo en el cuerpo de Álvaro Obregón. Desde entonces, ese herraje sobre el cuerpo de quienes asumen la Presidencia de México marca sus espaldas.
Con este herraje nace el 4 de marzo en 1929 el Partido Nacional Revolucionario, institución aglutinante de las fuerzas sociales dispersas y que permitió el ejercicio de la política mediante organizaciones y leyes.
Con el PNR el país transita del Caudillismo al Presidencialismo. Los partidos de la Revolución Mexicana y Revolucionario Institucional consolidaran la sumisión total de la sociedad mexicana a un poder hegemónico: sistema autoritario de un solo partido.
En la cima del sistema ejercía como emperador el “Señor Presidente” con su poder absoluto, es decir, por encima de la ley. Ciertamente, por un único periodo de gobierno.
Los delirios personales de grandeza han tenido fecha de caducidad. Pocos presidentes tuvieron los sueños de la reelección.
Según algunos testimonios de la época Miguel Alemán Valdés pensó en reelegirse, pero fue disuadido por personajes importantes del propio sistema,
Posteriormente Luis Echeverria Alvares, quien soñó con cambiar a México y el mundo, fue acusado de pretender prolongar su mandato. Su desastrosa gestión y varias sensatas voces terminaron por disuadirlo.
Ese oscuro objeto del deseo de AMLO, llamado Carlos Salinas de Gortari, también fue acusado de tener sueños reeleccionistas. Inteligente como es, y también astuto, en realidad quiso que su proyecto personal tuviera una adecuada prolongación.
Encontró en la persona de Luis Donaldo Colosio al hombre ideal para sucederlo en la presidencia. La oscura y tenebrosa Nomenclatura mexicana, hoy nuevamente en el poder, se opuso a esa continuidad y, según el propio Carlos Salinas, fue la responsable del magnicidio.
Ahora un personaje de esa corriente de la izquierda nacionalista de la Revolución Mexicana (Jorge Castañeda dixit) pretende reelegirse en la presidencia del país. Primero quiso hacerlo personalmente. Como anticipo de su deseada reelección, primero alentó la ampliación del periodo del gobernador de Baja California.
Después hizo lo mismo al proponer que Arturo Zaldívar extendiera su presidencia ¡en la Corte! En ambos casos se impuso la legalidad.
Otro intento fue respaldar sus deseos con la maniobra de la consulta popular para que “siguiera el presidente”. El electorado le dio la espalda. Por la misma vía le fue cancelada la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados.
El continuismo de su proyecto personal lo tiene fincado en la triste figura de su “corcholata”.
Causa pena ajena ver a una mujer que puede ser la primera en presidir a México servir de marioneta a los deseos del primer macho alfa de la política mexicana.
La formación académica de la señora Sheinbaum encaja poco con las exigencias de ejercicio democrático del poder. Tiene formación científica envuelta en un marxismo radical, ortodoxo y añejo. Su experiencia política es casi nula y su experiencia de gobierno ha sido para cumplir los caprichos del señor López. Peor aún: carece de imaginación, creatividad, ingenio y sentido del humor.
Pocos lo recuerdan y nadie lo ha evocado con claridad. El verdadero destape de la “corcholata oficial” se dio en un cuarto de hospital. Según trascendidos, recluido en el Hospital Militar a causa de un infarto, el señor López llamó a su delfina para darle a conocer su testamento político (tú serás mi sucesora).
Después hizo un retrato hablado de ella en el Zócalo, con su famosa frase “nada de zigzagueos”: ortodoxia para cumplir la voz del amo. Después, la penosa repartición de “huesos” en un restaurante del centro de la CDMX.
La señora Sheinbaum solo sabe hacer lo que ha aprendido del señor López. De su cosecha saldrá la ortodoxia marxista convertida en “capitalismo de Estado” y “capitalismo de cuates” sin libertades democráticas, lealtad perruna sin capacidades intelectuales.
Modelo contrario a la formación de altas cualidades profesionales y promoción del ascenso social mediante méritos propios, objetivo que ella y sus amigos del alma destrozaron en la UNAM cancelando el proyecto modernizador del Rector Jorge Carpizo.
Y si falla el triunfo de la señora Sheinbaum, a pesar de la ilegal elección de Estado, entonces la reelección del señor López se ira por el camino que ya asoma las narices: el ominoso autogolpe de Estado, libre y directo, sin eufemismos, como lo prefiguran las declaraciones del propio señor López.
El panorama de la reelección es nítido. La desigualdad e ilegalidad en la elección a favor de la “señora Corcholata” es abismal. ¿Lo permitiremos los ciudadanos mexicanos? Podemos impedirlo con un triunfo contundente de Xóchitl Gálvez. Salgamos todos a votar, a cancelar este enorme atropello.
francisco.montfort@gmail.com