CAFÉ DE MAÑANA
Por José Luis Enríquez Ambell
En el ambiente de la política tropical y jarocha, el acto de renunciar o la figura relativa al renunciamiento —e incluso licencias en algunos casos— a veces están lejos de suponer algún sacrificio, pues en ocasiones alientan el camino a una mejor perspectiva de trabajo.
Ahora bien, visiblemente o no, resulta de alguna manera muy claro para quien toma la decisión y para quien recibe la renuncia o licencia, suponer una negociación entre el que sale y quien la acepta, en su condición de superior políticamente.
En este momento, y no habiendo un proceso electoral en puerta, y estando a menos de un año de arribar al primer año de los poderes Legislativo y Ejecutivo en Veracruz, se oyen voces en el ambiente que mencionan posibles renuncias y licencias de algunos personajes —mujeres y hombres—, pero también acomodos y reacomodos que estarían en camino para fortalecer la operatividad de las instituciones en favor de Veracruz.
Los actuales servidores públicos en diversos pisos del quehacer oficial deberán tener muy claro que el estilo del anterior gobernador no se parece en nada al de la ingeniera Rocío Nahle. Y es que la gobernadora no requiere de nadie para avisar posibles movimientos en el tablero del ajedrez oficial en Veracruz.
La legislación y normatividad vigentes en la administración pública señalan que “las renuncias deben ser libres, espontáneas, inequívocas y constar por escrito para separarse en definitiva del servicio donde se trabaje”, y no por simples empujamientos y pleitos políticos entre funcionarios.
Incluso, la Ley Federal del Trabajo (LFT) no menciona “la renuncia voluntaria de forma verbal”; eso no significa que no tenga carácter jurídico, sobre todo si el contexto en el que se expresa la renuncia pone en peligro la vida del trabajador. No obstante, en la mayoría de los casos es recomendable presentarla por escrito, y hasta ahora no se sabe nada en ese sentido.
Este tipo de “renuncia voluntaria” es uno de los derechos que corresponde a todo trabajador, de acuerdo con la LFT. Y todo ello dado que nuestra Constitución garantiza el derecho de las personas para dedicarse libremente al trabajo o actividad económica que desee, siempre y cuando sea lícito; así como firmar un contrato laboral en cualquier momento y dar por terminada dicha relación cuando así lo considere, ya sea por motivos personales o profesionales. Aunque sabemos que puede haber otras razones —al menos en el medio político—, no dejan de ser susceptibles de caer en el terreno jurídico si se genera alguna controversia.
DE SOBREMESA
En el oficio de la política y en el quehacer de las instituciones públicas, se entiende que se trabaja estando al servicio de la población, lo que obliga a diario y en cada momento a tener que ganarse lo más preciado: la confianza ciudadana.
Y esto significa que conlleva tener que explicar, a quienes depositan su confianza en el político y servidores públicos, razones que logren convencer en caso de renuncias, licencias, remociones o promociones. De lo contrario, se corre el riesgo de caer en el desencanto y la derrota social, y esto duele en algunos, pero también causa temor en otros para presentar una renuncia.
UN CAFÉ LECHERO LIGHT
Así que quien o quienes decidan renunciar deberán evaluar no dañar la confianza de los votantes, en caso de legisladores, pues toda la militancia, aliados y simpatizantes esperan no ser engañados.
Y aquí cabe esperar que los diputad@s que solicitaron licencia, contendieron por las alcaldías y ganaron, regresen al Congreso esperando desde sus curules —aportando poco o nada— que llegue el fin de año para irse a los palacios municipales de sus localidades. Creo que sus paisanos estarían más gustosos de tenerlos ya trabajando en la construcción y resolución de las demandas en sus territorios directamente.
UN CAFÉ CON PILONCILLO
En el oficio político, las renuncias no tienen un plazo; más bien están ligadas a un proyecto por empezar o relanzar, pero también a la conclusión de períodos, tiempos y a las circunstancias que se suelen presentar como parte de los vaivenes de la actividad pública. Y es una historia de nunca acabar. Así es el juego de la política, de serpientes y escaleras.
UN CAFÉ CON CANELA Y PANELA
Y por mientras renuncian voluntariamente o forzadamente, “las intrigas, los rumores y otras formas de empujamiento podrían seguir más que presentes”.
¡ES CUANTO!
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