La vida como es…
De Octavio Raziel
Escribir o ya no escribir, mi dilema de cada mañana. Los 300 mil años del homo sapiens han desembocado en seres poco pensantes; preparados para poder ser explotados y hasta ahí.
La información que reciben las actuales generaciones es tan coja, tan falta de todo. Para eso han sido programados: El mínimo de datos porque hay cosas “más importantes” en que pensar.
La generación que sufre el síndrome del “copo de nieve” será la mayoría para el año 2020; una fuerza de trabajo de la que se burlan los ahora mayores. Jóvenes “quejosos”, a los que con un mínimo de información se le complace.
Todo el rollo anterior viene a cuento porque en años de escribir de todo recapacito en los cambios que ha habido en la información que se entrega al público a través de las letras.
Mis primeras notas y reportajes abarcaban casi media plana y en letra de 8 puntos. Eran cuartillas y cuartillas que tenía que llenar hasta con el último dato obtenido en el reportaje o en las entrevistas del momento. Eran una novela plasmada en papel periódico. Con el tiempo, el promedio de las noticias entregadas al público que ya desviaba su mirada hacia la televisión, pasó a tres o cuatro cuartillas. Para cuando salí del periódico, cuartilla y media eran sólo para notas muy importantes. La columna “La vida como es…” que aparece a partir del año 2006, se ha ido reduciendo hasta cuidar que no rebase los 700 caracteres, que para muchos lectores es casi una novela corta.
A pesar de tantos años y tantos cambios, mi espíritu reporteril no ha menguado.
La tarde del jueves, camino a casa, en una pequeña fonda alcancé a ver, de pasada, lo admito, a un joven en una silla de ruedas nueva al que una chica le daba de comer en la boca. Cuánta ternura y paciencia de la jovencita al llevar la cuchara de alimento al chico. Los dos vestían bien, modestamente, pero bien.
Para un reportero novel que buscara ganarse un lugar privilegiado en el periodismo esa imagen sería motivo de un amplio, pormenorizado y humano reportaje.
¿Qué le pasó al chavo?; ¿quién era, cómo fue que quedó así, cuándo le pasó, donde aconteció y porqué estaba así?
Lo primero que sentí fue ternura por esa pareja; pero, luego, me pregunté si el muchacho sufrió un accidente en una motocicleta, percances que son muy comunes en nuestra época; otra sería que sufrió un asalto, de los cotidianos por mi rumbo; tal vez un disparo de un asaltante destruyó su columna y le dejó en esa condición; me surge también la pregunta si fue víctima o victimario. Era buena onda o malandrín. También me llegaron otras incógnitas: son novios o esposos. Era ella su pareja, hermana o simplemente una amiga. El recibir el alimento en la boca es signo de un problema cuadripléjico: no volverá a caminar, a mover los brazos y no habrá nada de sexo. ¿Hasta cuándo ella se sentirá “obligada” a estar a su lado? Tarde o temprano, la chica, joven y agradable, podría ser abordada por alguien que se ofrezca a confortarla, o a formar un nuevo hogar. Según Víctor Hugo, todo el Infierno cabe, en una palabra: soledad. Ese podría ser el futuro del muchacho.
La “información” que se difundió en estos tiempos que pasan tan fugazmente como la vida de los actuales ciudadanos fue: Aparatoso accidente de motociclista en el paso exprés de Cuernavaca. otra nota podría señalar: Se negó a entregar su celular y el asaltante le disparó. Lo peor de todo es que, cualesquier haya sido el motivo de la cuadriplejia del joven, con unas cuantas palabras insertas en el móvil minimizarán la noticia.
Después de eso, cualquier evento, por muy trágico o cómico que sea, tiene una duración mínima en la mente del ciudadano común. Dos o tres párrafos y, luego, los reportajes truncos, que informen, sin informar.
De Noam Chomsky extraigo de Armas silenciosas para guerras tranquilas, lo siguiente:
La experiencia enseña que el método más sencillo de utilizar un arma silenciosa y ganar el control del público es, por un lado, mantenerlo indisciplinado e ignorante de los principios básicos del sistema, y por otro lado mantenerlo confundido, desorganizado, y distraído con cosas insignificantes.
Esto se consigue haciendo lo siguiente: Desenganchando sus mentes; saboteando sus actividades mentales; suministrando un programa público de educación de baja calidad en matemáticas, lógica, diseño de sistemas y economía; desincentivando la creatividad técnica. Ocupando sus emociones, incrementando su autocomplacencia y su desenfreno en actividades físicas y emocionales, mediante: la incesante confrontación emocional y ataques (violación mental y emocional) con constante bombardeo en los medios de sexo, violencia, y guerras – especialmente en la T.V. y en los periódicos. La satisfacción de sus deseos – en exceso – “comida basura para el pensamiento” – y despojándoles de lo que realmente necesitan.