Jorge Miguel Ramírez Pérez
He escrito hace tiempo e insistentemente sobre Pemex y la catástrofe que se cierne sobre esa empresa en decadencia desde que inició el milenio. Mi punto de observación es uno solo, aún cuando podía haber varios puntos similares; pero para mí, es suficiente saber que el pasivo laboral tiene casi veinte años que equivale al valor de la empresa, por tanto sin rodeos ni salidas laterales, Pemex está quebrada y es además un quebradero de cabeza.
Como lo señaló hace dos días López Obrador ahora muchos críticos que fueron responsables de esa empresa, se rasgan las vestiduras como si no supieran que agotaron a la gallina de los huevos de oro, hasta que quedó exhausta, muerta, pues. La robaron todos, hasta que se cansaron.
En sus mejores días cuando hubo incluso excedentes sobre el precio del petróleo que fijaba Hacienda, el gobierno tuvo dinero fresco, en divisas, de sobra y nadie sabe que es lo que hicieron de eso. Porque dejaron inconclusas obras y una refinería y mucho más deuda.
Porque incluso el programa carretero se les “debe” a los concesionarios favoritos de los tres últimos sexenios; y el dinero que llegó a los estados, sin pasar por los congresos respectivos: nadie supo, se lo chupó la bruja; y terminó en departamentos en el extranjero de los funcionarios estatales y federales, que no quieren vivir con los mexicanos y tienen inmuebles en Texas, como si allá los trataran bien. Siempre adorando a los gringos aunque sea en esas ciudades de tercera allá, como Houston o Phoenix.
Del petróleo desde Cantarell, hasta lo que han inflado con noticias exagerados de hallazgos de los últimos meses; han salido campañas políticas, despensas, propaganda, yates, hijos dizque estudiando en el extranjero que nunca traen calificaciones mínimas, y eso sí, mucha, pero mucha burocracia que ahora que López Obrador medio destapa la cloaca ven todos, que no ha servido para nada.
Puros inútiles itamitas, con sueldos abusivos y viáticos al extranjero para indagar como otros en otras latitudes, inventaban organismos de poca utilidad, como lo he dicho aquí hasta el cansancio, maquilladores de cifras para pedir préstamos impagables y atlacomulcas que por generaciones, han sido el prototipo del mexicano presuntuoso, ignorante e inservible, pero intocable.
Y en esa burocracia que cada cambio sobreponía a sus cuates en las estructuras superiores, con mejores sueldos; los organismos autónomos o semiautónomos, como el CONACYT se fueron convirtiendo en una cueva de favores para mandar hijos idiotas a estudiar no se que, que ellos mismos no saben, bajo auspicio involuntarios de los que pagan impuestos.
Y abusando de la ignorancia huehuenche que nos acompaña nunca se evalúan las famosas becas en divisas, léase en petrodólares, a la luz de las patentes que se obtienen por los dizque sesudos estudiantes que simulan como todo el país que son becarios, sin que les agrade rendir cuentas de lo útil o inútil de sus estudios.
Porque las universidades y los institutos de educación superior en el mundo se evalúan por sus alcances científicos en el mercado de los inventos e innovaciones, no en el número de turistas que con el pretexto “de estudiar fuera” consumen dólares de México, distinguiéndose por borrachos, drogadictos y conocedores de antros
Así que en la semana pasada, nos enteramos además que en el CONACYT no solo hay chefs a la orden de los jefes, sino que en ese país de muégano de complicidades y apariencias, están los cargos rimbombantes de subdirector coordinador de comunicación estratégica del CONACYT y de Presidente Comisionado de la Comisión Intersecretarial de los Organismos Genéticamente Modificados, ¡Zambomba! Mismos cargos que ostentaban respectivamente un joven sin estudios, que se mostraba en las redes con inclinaciones de proxeneta; y una diseñadora de costura. Los que fueron cesados. Al fin.
Pero el hecho pone en relevancia tanto los cargos inflados sin racionalidad, que abundan en toda la administración pública; y además los dos tipos de farsantes que cobran en el gobierno sin más argumento que sus relaciones con el poder.
Los del pasado con una verborrea absurda defendiendo la especie de gobierno corporativo, para Pemex por ejemplo; como si no bastara que con los comisionados de la era peñista, no hubieran dañado suficientemente los recursos del gobierno, con malas decisiones y embozados en francos conflictos de interés; y los dizque honestos lumpen proletariat, que se creen merecedores de lo que no demostraron en la primaria siquiera.
¡Reprobados!
Ya bájenle los farsantes de sorprender la ignorancia de los comunicadores los de la era del despilfarro, con estribillos itamitas de las “mejores prácticas de gobierno corporativo” léase, cédanme los poderes de las empresas y déjenme negociar lo que yo quiera; y los otros que dicen, que cualquiera puede gobernar haciendo mas burradas que los de antes.