La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Ya tiene la escalera grande y la chiquita, pero tiene miedo cerval a subirse
Lo del presidente López Obrador son los mítines, no las giras de trabajo. El cara a cara con sus seguidores es un bálsamo para el tabasqueño. Las oficinas lo incomodan, las reuniones ejecutivas no le sirven, porque él ya tiene un guión preestablecido y sabe lo que hará.
Por lo tanto, venir a Xalapa y no codearse con sus fieles votantes, debe ser frustrante para el mandatario, presidir la Mesa de Seguridad en el Palacio de Gobierno no es aliciente.
En este contexto, cuando AMLO dice que ‘el norte puede esperar’, en alusión a que su viaje por aquel rumbo no es urgente, concluimos que el sur requiere de su presencia ipso facto.
A casi 20 meses de que asumió el poder, de los más de 30 millones de votos que logró en su victoria comicial, una cantidad importante de electores que le dieron su confianza, no están a gusto con la 4T, lo cual tiene claro don Andrés, por lo que su objetivo está en conservar el voto duro de su movimiento, mismo que se ubica, básicamente, en el sur.
Este escenario, se replica en las entidades gobernadas por MORENA con una agravante: la caída en la popularidad de gobernadores como Miguel Barbosa, Cuitláhuac García y Cuauhtémoc Blanco, es más severa y no gozan, ni de lejos, del bono que tiene su patrón.
Así las cosas, lo más lógico es que esté recurrentemente en Veracruz con un sólo interés: hacer operación electoral. Todo lo demás, incluido ‘el norte’, se puede ir al diablo.