La resistencia al cambio, estudiada hasta la náusea por los grandes teóricos latinoamericanos del estructuralismo político –Jorge Graciarena, Theotonio dos Santos, Helio Jaguaribe, Tulio Halperin Donghi y todos los conocidos– y sufrida hasta la tragedia por los países del Cono Sur, es altamente reveladora, desgraciadamente cierta.
La resistencia a mudanzas, radiografiada al extremo, entre los brasileños, argentinos y chilenos más destacados de los últimos setenta años, revela que la obstrucción surge preponderantemente de los grupos de poder enquistados en los sistemas vencidos por los nuevos grupos, más presiones procedentes del exterior contra los avances, aliados necesariamente con sus procónsules de empresa nativos.
Nunca se pudo demostrar que hubiera resistencias al progreso surgidas del mismo grupo triunfante, sujetos infiltrados entre los victoriosos, excepto por errores, deficiencias en la instrumentación de los programas, dislates e inoportunidades. Siempre hubo pánfilos con demasiada influencia e iniciativa. Es de humanos errar.
El pueblo pide home run… no le salgan con base por bolas
Sin embargo, atención aparte merecería fallar por default. Sería realmente imperdonable. Sobre todo cuando un pueblo entero está direccionando instrucciones inconfundibles, cuando se ha depositado la voluntad amplia e inconfundiblemente mayoritaria en el sentido del cambio deseado. Si el pueblo está pidiendo un home run no se le puede salir con una base por bolas. Provoca el abucheo del graderío.
La idea de Nación no se agota en la moralina administrativa. Cierto, es muy importante, pero cuando se bajan las expectativas y el estándar, se agotan también los márgenes de negociación, y los infiltrados se aprovechan de las debilidades del que manda . Si un equipo está bateando arriba de ‘400, no puede salir con una batea de mondongo. Es demasiado peligroso, atenta contra la inteligencia. Siempre se pierde el partido.
La honestidad ruizcortinista frente a la corrupción alemanista
En nuestra historia, después del arrase corrupto del alemanismo, el pueblo pedía que llegara la honestidad ruizcortinista. Era un reclamo nacional. Debía llegar un equipo con la escoba en la mano que acabara con los ladrones. En ese momento nació la generación triunfadora del pasado primero de julio mexicano.
Todos vieron en Adolfo Ruiz Cortines al ciudadano para el momento. Y cumplió lo ofrecido el día de su toma de posesión. Cometió el parricidio pedido a grito abierto y la Nación subsistió al desenfreno alemanista. Don Adolfo pasó a la historia como un gobernante honesto, entre los mejores que hemos tenido, pero hasta ahí.
Al país le bastaba para superar la crisis. Pero se ha podido demostrar que eso fue posible, porque los corruptos alemanistas, aparte de llevarse el santo y las limosnas, dejaron una gran inversión física en materia de obras, infraestructura abundante y ríos de dinero líquido que no sacaron del país, afortunadamente.
El desarrollo estabilizador le dio al PRI 50 años de vida
Los capitanes de empresa del alemanismo, Fernández, Pagliai, Pasquel, Valenzuela, Trouyet, Perrusquía y compañía tuvieron el tino de no poder entrar al gobierno administrativo, repartieron los beneficios desde afuera del aparato, fueron eficaces distribuidores de la copa. Eran gente decente, ilustrada, universitarios de cepa, leales a su país, hasta donde se sabe.
Los que oficiaron desde adentro, acompañaron el enriquecimiento del alemanismo con las uñas rasuradas. Fue el mejor gabinete administrativo de la historia reciente. Desafortunadamente pecaron por omisión, fueron demasiado leales con quien les había dado el hueso. En la gigantesca bonanza de la posguerra supieron definir los objetivos. Tenían idea de Nación. Una idea a la medida de sus ambiciones.
La moralina ruizcortinista navegó sobre esos mares, con un país resuelto en sus necesidades físicas y financieras casi solventadas. Fue la base de su éxito enloquecedor. Pero sin idea de país, el régimen no estiró demasiado. Sólo pudo echar los cimientos de la sustitución de importaciones y el despegue del desarrollo estabilizador por los siguientes veinte años.
El desarrollo estabilizador, matriz del llamado milagro mexicano, fue un embuste histórico. Consistió nada menos que en sujetar los salarios de la clase trabajadora, las inflaciones que perjudicaban al aparato productivo, e impulsar fiscalmente las capacidades de comercialización y exportación de los empresarios nylon, favorecidos con leyes de excepción para su desarrollo facilitado.
Pero se podía hacer. Un largo periodo de florecimiento de las inversiones y las oportunidades inmejorables de un mercado exterior abandonado por las industrias bélicas hicieron lo demás. Fue redondo el hit. Le bastó al sistema priísta para perpetuarse en el poder durante todo el siglo pasado. Sus bases existían, en lo económico y en lo ideológico.
El nuevo gobierno no puede tener como apoyo sólo la moralina
Pero el estado actual del país es muy distinto. El nuevo gobierno no puede tener como punto de apoyo fundamental sólo la moralina administrativa, ni girar alrededor de la Secretaría de Hacienda del nuevo régimen. Dirigir un país con un sentido reduccionista no alcanza, evidentemente. Los peñistas dejaron un auténtico desastre. No hay obra física, sanidad financiera, gobierno pulcro, ni dinero. Dejaron traidores. Esos a pasto.
No hay en el presente mexicano un punto sano desde donde dirigir la transición. Se llevaron todo, hasta el prestigio y los retratos de la abuela. El que piense que con reducir los sueldos de burócratas, reeducar a los vencedores que ganaron por el efecto demostración del líder, concentrar las compras en la Oficialía Mayor de Palacio, vender el avión…
… eliminar los trámites del fuero, desconcentrar el aparato y constreñir a los gobernadores es suficiente, se equivoca. Y puede equivocarse peligrosamente. Matar una hormiga con un cañón, con una bomba que puede regresarse. El efecto bumerán nunca debe descartarse. Es absolutamente nuestro, lo hemos conocido siempre.
Infiltrados, en posiciones estratégicas por errores de visión
Hay que impedir el paso de los infiltrados que ya se sienten como delfines, bendecidos por el afecto de quien todo lo logra, aunque nadie les haya dicho que nacieron muertos, en un país que no es el mismo del salinismo, ni el suyo. Personajes de figurín a los que el movimiento social que apoyó a Andrés Manuel no les debe nada bueno, y sí casi todo lo malo. Han sido puestos en posiciones demasiado estratégicas, por errores en la visión.
Y aquí es donde puede empezar y va a empezar la resistencia al cambio, la decepción del graderío, que votó por la autenticidad y por la necesidad. El amenazante bumerán con el que la sociedad desecha lo indeseable. Hace falta la mística social, el empuje de las organizaciones renovadas, la pugna por cambiar de a deveras.
Revestir con nuevos dirigentes y nuevos rostros las organizaciones sindicales petroleras, ferrocarrileras, eléctricas, magisteriales, campesinas, obreras y urbanas, con un sentido de renovación e invención, diseño de las visiones y oportunidades que el país exige para abandonar el marasmo y el estupor causado por la canalla mexiquita.
Y establecer de una vez por todas la idea de Nación, la que no aparece en ningún rincón de las ideas ni de los programas. La idea que se empezó a esbozar en la campaña, que entusiasmó al cotarro. El crecimiento en base al mercado interno y la autosuficiencia, la lucha por la dignidad, palabra que los infiltrados no conocen ni de referencia.
El país por el que se votó en las urnas no admite traiciones
En medio de un mundo competitivo y arrasante, la pura moralina no alcanza. Está bien empoderar a los cuadros de Morena, pero hay un límite, pues todos los elementos regionales sobajados por el viejo régimen deben florecer, respirar del nuevo oxígeno que ha inyectado la esperanza. La productividad y la competitividad deben ser las banderas.
El país independiente, fuerte, digno y justo por el que se votó en las urnas no admite traiciones. Todos deben cooperar hasta el límite de sus fuerzas. Se debe convocar lo mejor de nosotros mismos, pues estamos ante una tarea gigantesca, en la que nadie, sólo quien lo demuestre, tiene la prioridad. Se acabaron los linajes, los cabildeos, las intrigas y los cachondeos. Hay que trabajar.
Se debe de hacer un país. No se nos olvide.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Escribe desde Torreón, Coahuila, don Miguel Ramírez: ” Se terminó el Mundial de Futbol de Rusia. Ya hay campeón. Voy a hacer el siguiente comentario aun con el riesgo de que se me califique de amargoso, pero me parece que es muy necesario dar a cualquier cosa que suceda el valor que realmente tiene. El equipo mexicano que asistió a este torneo representó únicamente a este deporte profesional. No más. Decir que lo hizo en nombre de nuestro país entero es una mentira. El primer juego en que participó le dio una victoria, inesperada, ante Alemania, campeona del mundial anterior. Hubo quienes, en el colmo de la estupidez, los consideraron héroes de la patria. Echaron las campanas a vuelo para festejarlo, pero omitieron premeditadamente decir que el nivel de juego de los germanos fue bajísimo y se afirmó que la selección mexicana tenía tamaños para coronarse campeona de este torneo. El jugador que tiene por apodo el nombre en diminutivo de una planta casi esférica, dijo ‘somos unos chingones’, lo que alguna gente del gobierno aprovechó para afirmar que también en otros rubros así se le podría catalogar a nuestro país. Pocos días después, los juegos ante Suecia y Brasil los volvieron a la realidad. El futbol mexicano tiene, a nivel mundial, un valor de medio hacia abajo y es difícil que pueda ascender porque sus jugadores no cuidan su condición física, elemental en la práctica de cualquier deporte. Son los reyes del destrampe. No es casualidad que a uno de sus principales miembros, en las redes sociales ya se le rebautizó y ahora se le dice Giobrandy Dos Antros.” + + + Avisa el historiador Rodolfo Villarreal Ríos que “nuevamente, gracias a la generosidad de la Dra. Patricia Galeana, directora general del INEHRM, mi libro volverá a ser presentado en sociedad, ahora como novedad editorial. El evento es el miércoles 25 de julio a las 6 de la tarde, en el el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) ubicado en Francisco Y. Madero No. 1, casi esquina con Avenida Revolución, en San Ángel.” + + + De nueva cuenta, Azteca 7 fue el ganador de la transmisión del encuentro final de la Copa Mundial de Futbol. Alcanzó un rating de 14.7, frente al 10.7 del canal Las Estrellas. ¡Felicidades!
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