- Los Huevos de Lauro Ortega
El La anarquía está en todas partes cuando la responsabilidad no está en ninguna.
Gustave Le Bon
En Cuernavaca y su periferia circulaban los camiones urbanos, chocolates y chapulines, las únicas líneas de transporte público de pasajeros. Hacía finales de los años 70, con el respaldo del gobernador Bejarano y bautizado así por Diario de Morelos, el pulpo camionero terminó por ser controlado por Rubén Figueroa, exgobernador de Guerrero, a través de su socio Jesús Escudero, accionista de la línea Flecha Roja.
No pocas veces se dejó sin servicio a los usuarios, que tenían que trasladarse casi todos a pie, al trabajo, de compras al mercado o a la escuela, para presionar para que el Consejo Consultivo del Transporte aprobara un incremento al precio del pasaje, como se conoce comúnmente. Eran tiempos de negocios millonarios gobierno-transportistas, a costa del pueblo, como ahora mismo.
Con un tostón —50 centavos— alcanzaba para regresar en camión de la escuela a la casa, para una torta de jamón y un Jarrito casi siempre de uva en el recreo, en la benemérita primaria Benito Juárez del centro Cuernavaca. Durante el patrimonialista gobierno bejaranista, los tarifazos venían cada año tras parar el servicio. En lugar de ponerse del lado de los de a pie, el gobierno cumplía sus compromisos políticos con sus socios del negocio, Figueroa y Escudero.
Pero al gobierno de Lauro Ortega [†] no se la hicieron más de tres veces, con paros locos de transportistas, para presionar políticamente hasta lograr el alza, aun cuando no fuera justificado el incremento. En 1985, año en que Ortega cesó al procurador de Justicia, al director de la policía judicial y a todos los agentes de policía y ministerio público, sostuvo una fuerte discusión con Escudero, en casa de Figueroa, en Cuernavaca.
Don Lauro, como todo mundo le decía al mandatario, no cedió a las presiones de Escudero e ignoró a Figueroa, y negó un nuevo e injustificado incremento a la tarifa, por lo que la ciudadanía se quedó sin servicio varios días. Se ponía Ortega del lado de sus gobernados y destruía así el pulpo camionero, hasta que llegó un nuevo monstruo marino y más voraz: rutas unidas, con una veintena de itinerarios, hoy representada por Dagoberto Rivera, que ayudó a Cuauhtémoc a ganar la presidencia municipal de Cuernavaca y luego la gubernatura. Se tienen registros, además, que desde Palacio de Gobierno se le confió a Rivera el apoyo a la candidata opositora Lucía Virginia Meza, contra la candidata de MORENA.
El orteguismo dio facilidades para que los poseedores de vehículos de cualquier tipo explotaran cien por ciento el servicio, es decir, que las ganancias fueran para ellos, lo que respaldó la comunidad en su conjunto, pues en la mayoría de los casos cobraban menos que los camiones urbanos, chocolates y chapulines, de las líneas Urbanos y Suburbanos, Emiliano Zapata y Chapultepec. No se retrajo don Lauro y controló con firmeza el infiernillo, retirando las concesiones al pulpo camionero y otorgando nuevas para su explotación, incluso en colonias, donde conformó comités de administración.
Los huevos de Ortega no son los mismos que los de Blanco. Los del exmandatario eran duros y los del mandatario actual pasados por agua, es decir, tibios. Don Lauro era valiente, Cuauhtémoc pusilánime. No cabe ni un milímetro la comparación política-gubernativa-personal. El primero era valiente, el segundo temeroso, mentiroso, sin huevos. El diccionario del español de México no se refiere a los testículos ni a la hormona producida por éstos, sino a cumplir los acuerdos, a ser hombre.
El exfutbolista y actor cómico de Televisa pactó hace tres años un nuevo aumento de dos pesos a la tarifa, e incumplió. Los líderes transportistas y demás concesionarios están molestos porque los engañó, incumpliendo los acuerdos en lo oscurito que creyeron de caballeros, rehuyendo a su palabra de hombre. Ahora quiere heredar el problema a su sucesora, porque no era su candidata, pero Margarita González-Saravia le ganó el proceso interno de MORENA a Víctor Mercado, el socio de Cuauhtémoc que está detrás de la estrategia pro tarifazo.
La solución del problema es fácil: retirar las concesiones, que son propiedad del pueblo de Morelos. Pero a Cuauhtémoc Blanco le falta lo que sobraba a Lauro Ortega: compromiso, lealtad, firmeza, hombría y huevos.