*En las redes, las personas opinan sin tomar en cuenta que una opinión pertenece al ámbito de lo privado, no del público
*De la era digital: no me gusta hablar del futuro, con el futuro manipulan a las personas, y también porque para mí el pasado está en el presente o es el presente, y el presente es perpetuo
*Huberto Batis me enseñó que es mentira que hay que llevar la fiesta en paz, por el contrario, hay que agitar el agua;
* Y que todos tenemos un lugar en esta nave llamada cultura
*México me sigue pareciendo un país extraordinario
Por Carlos Alberto Duayhe
Desde su nacimiento en la cuenca del Papaloapan de su natal Veracruz hasta su residencia actual en Escocia, Roberto Bravo lleva 76 años a cuestas. Toda una vida, se puede decir, salvo que es incansable en su escritura creativa. Es fundamentalmente un escritor, aunque ha transitado por las correrías periodísticas sin par con una agudeza crítica de su entorno y lo más valioso de él, la cultura sin fronteras que representan ambas corrientes de la existencia humana. Veamos una parte de sí mismo.
-¿Roberto, antes que nada qué me dices de tus orígenes periodísticos?
-En el año 1963 hice, en la Secundaria Oficial de Tierra Blanca, Veracruz, un periódico, La antorcha estudiantil, con el propósito de poner una banca de granito alrededor de la cancha de básquet; con el tiempo me di cuenta qué nunca me alcanzaría el producto de mis ventas para hacerla y me gasté el dinero en paletas heladas. En 1968, durante el Movimiento Estudiantil, pertenecí a una célula informativa que redactaba e imprimía (en mimeógrafo) boletines en una Facultad del Politécnico en Zacatenco, eran papeletas que distribuíamos en los camiones y en las manifestaciones. Mi primera colaboración en un periódico conocido fue en 1973, en el suplemento cultural de El Dictamen de Veracruz que dirigía un amigo apellidado Luna Gómez (el primer stripper xalapeño protestando en la calle de Lucio y Enríquez); yo estudiaba Letras en la Universidad Veracruzana (UV) para entonces. A mi regreso a la ciudad de México hice colaboraciones esporádicas en Excélsior (con René Avilés Fabila); El Universal, (con Paco I. Taibo I); colaboré en el Suplemento ¨Lecturas¨ de El Nacional, hasta que desapareció; en El Financiero (con Víctor Roura), y en ese mismo periódico fui editor del suplemento de economía política e historia ¨Zona Abierta¨, que dirigía Joel Hernández Santiago. Varios años colaboré en ¨Sábado¨ de Unomásuno, quizá mi más grata incursión en el periodismo cultural, con el genial Huberto Batis, y no pude acceder nunca a la ¨Jornada Semanal¨ a pesar de haberlo intentado varias veces. Finalmente, coordiné un suplemento cultural llamado ¨El Mollete Literario¨. Durante tres años y medio hice reseñas y artículos de los libros que allí se publican para El Boletín del Colegio de México. Colaboré también en revistas literarias universitarias y privadas al mismo tiempo que en la prensa.
-¿Quiénes son o han sido tus maestros y compañeros en tu ya larga carrera periodística y en tu calidad de escritor?
-Miguel Donoso Pareja fue fundamental en mi carrera porque él me enseñó a escribir en el taller literario de la UNAM; gracias a él soy escritor. A él se une mi maestro de poesía del Siglo de Oro, Librado Basilio y; de literatura medieval Mary Christen (ella me recomendó regresar a la Ciudad de México e inscribirme en un taller literario si quería ser escritor). Ambos me contagiaron su pasión por la literatura. Mi maestro de Historia en la Facultad de Economía y escritor, Francisco Salmerón, cuando le llevé una obra de teatro escrita por mi, después de leerla, me dijo: Para que funcione tienes que quitarle todo esto, y me mostro más de cuatro páginas. Le respondí que si lo hacía iba a quedar muy corta. ¿Y? ¿Para que quieres una obra de teatro larga sin fuerza?, me respondió. Mi amigo y editor Bernardo Giner, quien cuando me portaba con él arrogante o fantasioso, me centraba. El me editó mi primer libro, y cuando me lo dio y lo tuve en mis manos le dije, ahora si tengo lo que más quería. Sonrió y me dijo como si tal cosa: Escritores de un solo libro hay miles, si no millones. Constantemente extraño a Bernardo. Huberto Batis me enseñó que es mentira que hay que llevar la fiesta en paz, que, por el contrario, hay que agitar el agua, y que, todos tenemos un lugar en esta nave llamada cultura.
Miguel Donoso. Foto FCE
-¿A qué personas les tienes especial admiración o reconocimiento?
-A los artistas en general, sobre todo a los escritores, a los músicos y a quienes mencioné antes. Mis escritores y músicos favoritos son una lista sin fin. En lo particular a Miguel Donoso Pareja, a Huberto Batis, a Isabel Quiñónez, a Christina McBride, a Tácita Dean.
Tácita Dean. YBCA
-De tus vivencias profesionales ¿recuerdas algunas?
-Cuando veía mi nombre en la primera página de Sábado de Unomásuno o en el suplemento Lecturas de El Nacional con el título de uno de mis artículos. Cuando salió publicado mi primer libro lo festejé un día completo. Estando en una fiesta en Escocia (donde vivo), una señora con su hija de doce años se acercó a mi mesa, pidió hablar conmigo y cuando lo hizo me dijo que quería conocerme porque había leído mi libro Bound (libro de viaje por la Patagonia y la Antártica chilena que hice con la artista escocesa Christina McBride, publicado en inglés), le había gustado, y por las noches lo releía con su hija quien también quería conocerme.
Amazon.
Christina Mc Bride en su estudio.
-¿Qué expectativas ves a tu carrera en la era digital?
No me gusta hablar del futuro, con el futuro manipulan a las personas, y también porque para mí el pasado está en el presente o es el presente, y el presente es perpetuo. Juzgando por lo que veo que ocurre, la digitalización va a cambiar a otra cosa, pero el libro de papel va a seguir, aunque más caro que el digital. La diferencia para su lectura entre uno y otro es tan grande como la que hay en la apreciación entre una fotografía digital y una análoga. El libro digital tiene la limitante de su guardado, de que sus contenedores técnicamente están cambiando constantemente y hay que estar actualizado, si no tu acervo bibliográfico se pierde, y este cambio tecnológico es permanente y bastante oneroso, por lo qué, a la larga, el libro de papel qué es más manuable y no emite radiación alguna ni daña los ojos, resulta también más viable en términos económicos. No obstante, hay que purgar nuestras bibliotecas cada determinado tiempo, porque sin querer los títulos indeseables se acumulan. Para un escritor no debe ser importante el material en que se publique su libro, porque uno escribe para ser leído, la forma en que nos quieran leer, depende de la preferencia del lector.
-Roberto ¿Y las redes sociales?
Las redes sociales son positivas en el sentido de que las personas se comunican unas a otras lo que piensan de los fenómenos de su entorno que les afectan y de sus beneficios, también. Sin embargo, hay un peligro muy grande en el uso que se les está dando, porque las personas opinan sin tomar en cuenta que una opinión pertenece al ámbito de lo privado, no del público. De esta misma manera se está ejerciendo la libertad de comunicar que se ampara en la libertad de expresión, derecho que se esta ejerciendo sin tomar en cuenta que la libertad de expresión conlleva la responsabilidad de decir la verdad.
-¿Algunas anécdotas?
Enrique Loubet Jr.
Enrique Loubet Jr. Foto Secretaría de Cultura
-Una vez fui con Enrique Loubet Jr. Buscaba que me ayudara a publicar en Excélsior. Me citó en el bar lujoso que estaba en la planta baja del lado de Paseo de la Reforma. Nos sirvieron una copa, y a mi petición de publicar en el periódico me respondió con la historia de Revista de Revistas que él dirigía, me la presentó como la madre de todas las revistas. A la segunda copa, yo estaba completamente mareado por la primera, me habló entonces de la entrevista que hizo a Salvador Dalí, y de lo que éste pensaba de los pintores mexicanos, pero al terminar su relato vio a alguien en otra mesa, y sin decirme regreso, copa en mano se fue con él y me dejó completamente borracho pensando en el desprecio del pintor catalán por la pintura mexicana y con las dos reseñas que llevaba para que me las publicara. Cuando me vi solo, tomé mis cuartillas, salí a la calle y no volví.
Huberto Batis
Huberto, su última clase en la UNAM (8 de mayo de 2015).
-Cuando colaboré con Batis en Sábado, pagaban la reseña a cien pesos, y el artículo de más de seis páginas, en trecientos. Dejaba yo pasar varias reseñas antes de pararme frente a la caja. Los años que escribí para el Unomásuno, fueron difíciles para mí, a veces no me alcanzaba el dinero, y también lo eran financieramente para el periódico. Esa vez me debían seis reseñas, fui a la caja y no había dinero. Fui después a la oficina de Huberto a platicar con él, y al verme cabizbajo me preguntó lo que me pasaba; le dije, y como respuesta se llevó la mano a su bolsillo y me dio los seiscientos pesos: Cuando te los paguen me los das, agregó. Me gustaba la honestidad de Huberto Batis, cuando le llevaba algo que no me publicaría, decía simplemente, esto no te lo publico, me daba sus razones, y todos contentos.
-¿Qué piensas y sientes de México?
-Tenía cuatro años de no ir a México por la pandemia; este diciembre (2022) estuve allá y corroboré lo que siempre he pensado sobre su riqueza de recursos naturales, sobre la diversidad de su naturaleza, sus maravillosos paisajes y las diferencias culturales de una localidad a otra. Me siguió pareciendo un país extraordinario y sentí orgullo. A pesar de que estamos viviendo el síndrome post pandemia, las personas en la calle andaban contentas festejando en todas las ciudades por donde anduve. Compré libros (doce) y música popular. Fui a los museos del centro de la ciudad de México y sentí orgullo, como dije antes, de que algo de ese pasado vive en mí. Extraño expresarme en el delicado español que hablamos en México, extraño la comida, a mi familia y a mis amigos.
Roberto Bravo: Nació en Villa Azueta, Veracruz, el 11 de agosto de 1947. Narrador. Estudió Economía y Letras Modernas en la UV. Su obra ha sido traducida al francés y alemán. Colaborador de El Dictamen, El Financiero, El Nacional, El Universal, Punto de Partida, Tierra Adentro, y Unomásuno. Becario del INBA/FONAPAS, en narrativa, 1980. Becario FONAPAS, en novela, 1981. Residente en el Centro de las Artes de Banff, Canadá, en 2006. Premio Universitario de Teatro por la dirección y adaptación para el teatro de la novela Los hermanos enemigos de Nikos Kazanzaki, 1973. Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1980 por No es como usted dice. Premio de Cuento SOGEM-BAYER en 2007.
Obra publicada
Autobiografía: Roberto Bravo. De cuerpo entero: Uno de tantos, UNAM/Corunda, 1991.
Cuento: Esta historia pasa de aquí a su comienzo (coautor), UNAM (Punto de Partida), 1976. || Ahora las palabras (colectivo), UNAM (Punto de Partida), 1977. || No es como usted dice, Joaquín Mortiz (Serie del Volador), 1981. || Brisa del sur, UAM (Laberinto), 1984. || El cuento está en no creérselo (colectivo), UNACH, 1985. || Vida del orate, Joaquín Mortiz (Serie del Volador), 1990. || Lo que quedó de Roy Orbison, UNAM (Rayuela), 1996. || El infierno es un horizonte abierto, IPN/Fundación René Avilés Fabila/Poliedro del Búho, 2009.
Crónica: Bound (en colaboración con Christina Macbride), FOTOHOF (Salszburgo, Austria), 2015.
Novela: Si tú mueres primero, UAM, 2000. || Al sur de la frontera, Conaculta-DGP (El Guardagujas), 2004. || El hombre del diván, Ediciones Ca-Bra, 2010. || La sociedad de los moribundos, Editorial Lectorum, 2012. || Una novela infrarrealista, Universo de Libros / FONCA, 2020.
Antología: Itinerario inicial (La joven narrativa de México), UNACH, Maciel, 1985. || Tierra adentro, escritores del Centro de la República, SEP/CREA (Letras Nuevas), 1988. || Antología de escritores escoceses contemporáneos, compilación y prólogo de Roberto Bravo, UNAM, Dirección de Literatura, 2015. Secretaría de Cultura- INBA
“Nací en Villa Azueta, Veracruz, aunque viví mi niñez hasta los catorce años en Tuxtepec, Oaxaca. A esa edad, salí para estudiar primero en México y después en Xalapa, Veracruz (Economía y Letras Españolas), volví a México en donde resido desde 1975. Escribo porque soy un ávido lector de narrativa y poesía y quise emular a mis escritores favoritos, que son demasiados. Admiro a los escritores y a los poetas. Pensar en mi siguiente libro me hace tener un poco de fe en la existencia. El cuento es para mí como la poesía. La novela es ya toda una elaboración que implica algo más que un impulso. He traducido en colaboración a mi poeta favorito que W.H. Auden. Mi segundo apellido es Beltrán, pero firmo solamente Roberto Bravo.” Ficticia