Por: Héctor Calderón Hallal
Hace falta en México una solución para esta continuidad que hasta hoy, ha sido ataviante; urge una ruptura con el marasmo y el descuido que como sociedad nos hace transitar ya a gran velocidad, de la complacencia a la complicidad.
Por anhelar un cambio, por conocer aquella esperanza largamente prometida, los mexicanos nos alistamos desde la noche del 30 de noviembre de 2018, a esperar el resplandor del día en que nacería una sociedad plena de fraternidad y tolerancia; que por fin, estaría dirigida por hombres dignos y justos, sin complejos ni resentimientos y con una adecuada visión de la igualdad, la libertad y la justicia.
Hombres que no voltearan hacia el pasado y que si lo hicieren, no fuera para ahondar en nuestras diferencias irreconciliables ni en nuestros ancestrales reproches de odio, de culpa y hasta de miseria humana, causadas por los dolores del parto de nuestra historia, como la sociedad plural y multiétnica que somos.
Y en nombre de la esperanza en un gobierno integrado por hombres y mujeres “bienintencionados”, fuimos complacientes en los últimos 760 días, con tal de ver de qué estaba hecha realmente la “Cuarta Transformación” y la complacencia… ya se volvió complicidad, desafortunadamente.
Complacencia y complicidad, dos conceptos emparentados entre sí, provenientes del latín, como nuestro idioma español, que significan respectivamente: acceder, aceptar a alguien como es, aceptar algo o dejar ser en su actitud y pretensión a alguien; y complicidad, que viene de co-implicar a alguien con otro alguien, o a una cosa o razón con otra de su misma especie o género. La complicidad es ‘enredarse’, verse envuelto en algo, involucrarse, participar en la comisión de un fin o hecho específico.
Así entonces, fuimos complacientes los dos primeros años con este gobierno de López Obrador e, implícitamente, nos hemos tornado cómplices al avalar y no poner un “alto total” a numerosas situaciones que en otro tiempo nos debieron indignar.
Dos de los casos más elocuentes y quizá, los más significativos, para ilustrar que estamos gobernados por individuos resentidos y acomplejados y no por luchadores ‘bienintencionados’, como dijeron serlo los militantes de la “Esperanza de México”, lo constituyen el propio Jefe del Ejecutivo Federal, Andrés Manuel López Obrador y el director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett Díaz, quienes en los dos años que llevan como autoridades, se han dedicado a ignorar –a desoír para ser precisos- los justos reclamos de entidades federativas enteras, en torno a las altas e injustas tarifas de energía eléctrica que se les cobran, mientras que con otros estados del país, ha sido más que “complaciente” y hasta sobradamente “generoso”.
Mientras que en entidades como Sinaloa, la lucha de la población usuaria por tener tarifas más justas y acordes con la realidad económica de la gente, se ha prolongado por más de 30 años sin que hasta hoy ningún gobierno, ni del PRI, ni del PAN y ahora mucho menos de Morena, haya sido capaz de recoger y asumir la lucha del pueblo como propia, el favoritismo o “tráfico de influencias” del actual Presidente de México, en complicidad con otro tabasqueño, como Manuel Bartlett Díaz, quienes en un derroche de “regionalismo ramplón”, le condonaron un total de 13 mil millones de pesos de adeudos históricos a usuarios del estado de Tabasco, que no pagaban el servicio alentados por el entonces activista ‘Andrés Manuel’, quien desde los años noventa les había fincado la ‘promesa’ de que al llegar al poder, les condonaría el adeudo.
Ya presidente, López Obrador, al inicio de su sexenio, volvió a Tabasco y les pidió a los usuarios tabasqueños, que empezaran a pagar su servicio de energía eléctrica a partir de esta fecha y que el adeudo histórico quedaría saldado. Sus paisanos, el pueblo ‘bueno y sabio’, ha hecho caso omiso, pues ya no quieren ‘pagar la luz’, no obstante se les perdonó el adeudo que subyacía.
Sinaloa, que tiene más agua que ningún otro estado de la República, incluido ‘el edén tabasqueño’ de AMLO y Bartlett, pues tiene once de los ríos más caudalosos de América, no sólo de este país y que, por tanto, gracias a la inversión visionaria de gobiernos del desarrollo estabilizador, cuenta con igual número de plantas hidroeléctricas y termoeléctricas (en la costa Pacífico), que producen buena parte del fluído eléctrico que abastece a este país y, sin embargo, sus habitantes no han sido dignos de que se haga una revisión para adecuar sus tarifas categoría vivienda, de la 1-E a la llamada 1-F, que es la que está contemplada para climas áridos o desérticos, apenas equiparable al del estado de Sinaloa, con un promedio de 45 grados Celsius a la sombra en al menos 9 meses del año.
La población de Tabasco reclama que por sangre “llevan petróleo en sus venas”, porque es zona productora del crudo y que por tal, ya han recibido prebendas y consideraciones fiscales, tanto el estado como los municipios de esa entidad. Mientras que a Sinaloa, por el número de hidroeléctricas y termoeléctricas, produce cerca del 27 % por ciento de la electricidad que se consume en el país, no recibe la mínima consideración en las tarifas a sus usuarios de parte de CFE.
Sinaloa es el infierno de México. Lo más caliente del territorio nacional. Pocos lugares en el planeta tan castigados por la naturaleza en el rubro climático como ese. El aire acondicionado –o por lo menos el ventilador- de noche y a la sombra, son indispensables para la salud… ya no digamos para el descanso.
El hasta hoy complaciente pueblo de Sinaloa, solo ha demandado una adecuación de sus tarifas, que incida directamente en la reducción aproximada de un 30% del total de sus recibos durante el llamado “horario de verano”… ni siquiera está pidiendo que no se les cobre el servicio como a los tabasqueños.
Pero no hay respuesta de esta “Cuarta Transformación” para Sinaloa.
El pasado domingo se cumplió una especie de plazo que los senadores de Morena que representan al estado de Sinaloa, Rubén Rocha Moya e Imelda Castro Castro, les dieron al más aguerrido grupo de luchadores cívicos de aquella entidad, la asociación civil ‘Vigilantes Ciudadanos por la Transparencia de Sinaloa’, para conseguirles una reunión con integrantes de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), a fin de que este frente de usuarios les hiciera ver el error en que incurre CFE al cobrarles a los usuarios de Sinaloa, una tarifa injusta de acuerdo a las condiciones climáticas de la entidad, pero además, de un cobro excesivo al Gobierno del Estado de Sinaloa, por alrededor de 340 millones de pesos mensuales, que podrían servir para atender tantos otros rubros de necesidad que tiene la población en estos momentos, uno de ellos la atención sanitaria.
Pero los senadores morenistas ni siquiera se reportaron a los llamados hechos por ‘Vigilantes Ciudadanos’ de Sinaloa en las últimas horas.
Puede entenderse esto, pues uno de ellos, el Senador Rubén Rocha Moya, es el seguro candidato a la gubernatura de Sinaloa por Morena y lógicamente, su condición implica estar más al pendiente de las formalidades de sus actos públicos de campaña que el atender ese anejo problema, que lo único que le va a causar es desgastarse ante la Secretaría de Hacienda, ante el Senador Monreal y en general, ante el nuevo protomártir del gobierno de la “Cuarta Transformación”, Manuel Bartlett Díaz.
Guillermo Padilla Montiel, el dirigente de los ‘Vigilantes Ciudadanos’, refiere que acudieron al senador morenista, por suponer que estaban más cerca de encontrar una respuesta al problemas ellos, por estar en el partido en el poder, pero que esto los decepciona.
Que han tenido incluso dijo el dirigente ciudadano, más apoyo hasta hoy del senador priísta y competidor de Rocha Moya en la contienda por la gubernatura, Mario Zamora Gastélum, candidato a Gobernador por la ‘Alianza Va por México’… ¿Quién lo iba a decir?
Tiempos traen tiempos, no cabe duda. Lo importante es que al pueblo de Sinaloa no se le olvide este y muchos otros desaires hechos por el otrora “rayito de esperanza” que fue el eterno y ‘modosito’ aspirante a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador.
Al que le acomplejan los cintos “pitiados” y las “trocas” de los agricultores comerciales de Sinaloa.
Ese gobernante que no concede ni un ápice de confianza ni de apoyo, a ningún agricultor de Sinaloa o de la zona noroeste de México… “quesque por que todos son ricos”.
Y es que dentro de sus enormes limitaciones, AMLO concibe el oficio de la agricultura como aquel que practican los “lacandones” o algunos otros grupos étnicos… de sobrevivencia, pues no puede haber seguramente para él, agricultores o campesinos exitosos… o dignos, siquiera.
Esa y muchas afrentas más, son las que han hecho el presidente y su gobierno a pueblos tan nobles y generosos, como el de Sinaloa.
Gracias a sus prejuicios y a su resentimiento.
Pero la cita la tendrán, AMLO, Bartlett, Rocha Moya y todos aquellos que se asumen hoy ‘semidioses’ de la Revolución Populista, el próximo 5 de junio en las urnas… una cita con el pueblo y no con los burócratas de la partidocracia; y no con los pseudo intelectuales que mojan sus resentimientos a sorbos de café y ‘le dan el golpe’ al churro de la sociedad igualitaria, sin clasismo ni racismo”.
Sigan por lo pronto, ‘rascándole los cataplines al tigre’, en entidades como Sinaloa… y verán lo que van a encontrar.
Nos urge romper con la complacencia… que no se vuelva una complicidad.
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