La vida como es…
De Octavio Raziel
Cuando niño, mi madre me contó la historia de un águila que estaba prisionera. Todos los días halaba de la cuerda hasta que, un día, se cansó y dejó de hacerlo. No se había dado cuenta que su atadura estaba ya rota. La conclusión, me decía, es que debes perseguir tus objetivos, tal vez alguno de ellos no lo alcances, pero que no se diga que no lo intentaste.
“Shana Tová Umetuká”
‘hice, me esforcé, pude… lo que no me salió como quería trataré de mejorarlo, pero no me arrepiento de no haberlo intentado’.
Que el año que se inicia sea bueno y dulce para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.