Por Aurelio Contreras Moreno
El resultado de la encuesta realizada y dada a conocer por el periódico El Financiero este lunes, en la que Miguel Ángel Yunes Linares aparece con una considerable ventaja en la carrera por la gubernatura de Veracruz, no debería sorprender a nadie.
En primer lugar, es consistente con otros estudios demoscópicos realizados previamente, como el de Berumen y Asociados, que también le otorgaban la ventaja al candidato de la alianza PAN-PRD a la gubernatura, en porcentajes similares, entre ocho y 12 por ciento respecto de su más cercano oponente.
Además, estos datos son congruentes y en buena medida consecuencia de otro de los indicadores que muestra la encuesta de El Financiero: la desaprobación de los veracruzanos hacia el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, que es simplemente monumental, del 72 por ciento del universo de encuestados.
Así que es natural que, a manera de causa-efecto, el repudio ciudadano hacia el gobernante se refleje a su vez, inversamente proporcional, en índices de aprobación para el candidato que se ha manifestado como su más claro crítico y oponente. De hecho, deben darse de santos de que la ventaja no sea aún mayor, dada la pésima imagen del gobernador y de sus colaboradores.
Ya se ha dicho antes que si con un lastre carga el PRI en Veracruz es con el gobernador Javier Duarte, quien en su afán por no soltar del todo el poder y aferrarse a lo último que de éste le queda, no ha dudado en perjudicar al abanderado de su propio partido. Su asistencia a la toma de protesta de Héctor Yunes Landa como candidato priista, a pesar de la oposición de éste, le costó puntos porcentuales que seguramente están reflejados en esta encuesta, levantada entre el 30 de marzo y el 4 de abril pasados.
Son tan contundentes las cifras, que en palacio de gobierno se quedaron pasmados, y muy seguramente aterrados, ante un escenario de virtual derrota, al grado de que su reacción fue mandar textoservidores a intentar desacreditar… a El Financiero.
Esta encuesta, como todas las que vengan, hay que verla en su justa dimensión. No quiere decir que Miguel Ángel Yunes Linares ya tenga en la bolsa la elección y la gubernatura. Hay que tener en cuenta que fue levantada hasta poco antes de que iniciaran formalmente las campañas, así que lo que vemos ahí es la percepción existente en ese momento, que con la actividad proselitista puede -y seguramente lo hará- variar.
También hay que tener presente que esta encuesta no incluye la medición del impacto negativo que podría tener para Yunes Linares el hecho de que su hijo Omar Yunes Márquez haya sido implicado en los “Panamá-Papers”, más allá de si tengan o no asidero y sobre todo consecuencias legales los señalamientos que se le han hecho.
Yunes Linares sabe que ha arrancado de manera inmejorable su campaña proselitista y que está más cerca que nunca de alcanzar la meta de su vida, que es ser gobernador de Veracruz.
Sólo que lo peor que podría hacer es confiarse y echar campanas a vuelo. No debería perder de vista con quién se enfrenta en el bando contrario y de lo que es capaz de hacer.
Y no nos referimos al candidato.
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