Por Aurelio Contreras Moreno
Junto con Gabriel Deantes, Vicente Benítez González es el integrante del clan duartista que encarna de manera más diáfana la corrupción del sexenio que se extingue en lenta agonía.
Desde la campaña a la gubernatura de Javier Duarte de Ochoa en 2010, Vicente Benítez González era motejado como “el señor de las maletas”, pues era el encargado de repartir el dinero, a manos llenas y en efectivo, durante mítines y reuniones, a empresarios, reporteros y pedigüeños diversos.
El apodo se le afianzó después del episodio de enero de 2012, cuando un empleado de la Secretaría de Finanzas y Planeación -donde para entonces Benítez González despachaba como tesorero- fue detenido por agentes de la PGR en el aeropuerto de Toluca con una maleta donde transportaba 25 millones de pesos, que presumiblemente tenían como destino la campaña de Enrique Peña Nieto a la Presidencia, aunque oficialmente se dijo que eran para pagar los servicios de una empresa para organizar algunas de las fiestas populares del estado.
Durante la primera mitad del sexenio de Duarte de Ochoa, la función de Benítez fue siempre la misma: repartir cantidades ingentes de dinero, siempre en efectivo y sin dar recibo, para diferentes propósitos. Desde la movilización en campañas y jornadas electorales, hasta “convenios” publicitarios con medios de comunicación, para los cuales, precisamente por esa razón, el funcionario era intocable.
Al igual que varios de sus pares, pasó de ser un joven de clase media que requirió de una beca para realizar estudios en el extranjero, a un potentado dueño de millonarias propiedades, entre residencias, vehículos y negocios, todo en menos de cinco años dentro de la administración pública estatal, tiempo en el que encabezó la Tesorería de la Secretaría de Finanzas, la Subsecretaría de Desarrollo Social y la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación.
De esa última dependencia saltó este año a la candidatura a la diputación local por el distrito de San Andrés Tuxtla postulado, en un alarde de simulación, por el Partido Nueva Alianza, elección que “ganó” mediante un derroche brutal de dinero, al mejor estilo que lo caracterizó durante el sexenio.
Pero la suerte parece habérsele terminado. El Instituto Nacional Electoral determinó que Vicente Benítez González rebasó por un millón 200 mil pesos, 150 por ciento de más, los topes de gastos de campaña, por lo que “su” partido será multado y su elección tendría que ser anulada de oficio por los tribunales, ya que de acuerdo con el artículo 396 del Código Electoral para el Estado de Veracruz, podrá declararse la nulidad de la elección de diputados locales de mayoría relativa en un distrito electoral cuando “se exceda el gasto de campaña en un cinco por ciento del monto total autorizado”.
No hay espacio para la duda.
Aunado a todo lo anterior, Benítez González fue exhibido por Teletica de Costa Rica como propietario de varios bienes en aquel país (de donde es originaria su esposa, Mariela de los Ángeles Núñez Rodríguez) valuados en unos 25 millones de pesos. Entre éstos, el hotel Nube, en el que según ha trascendido, también participa como socio un integrante del gabinete de Javier Duarte ligado al sector turístico.
No por nada, el propio Javier Duarte, viendo llegar la lumbre a los aparejos, se deslindó de Benítez vía Twitter cuando se difundió el reportaje de Teletica, afirmando ser el “más interesado” en que la Fiscalía General del Estado actúe “conforme a derecho” en el caso, lo que provocó pánico en el círculo duartista. Si el gobernador era capaz de dejar a su suerte a su “amigo” y operador financiero, ¿qué se pueden esperar los demás?
Lo mismo que Benítez. Ser candidatos, pero a una celda.
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