Por Aurelio Contreras Moreno
Después de la detención el pasado fin de semana del ex gobernador interino de Veracruz, Flavino Ríos Alvarado, nadie con dos dedos de frente hubiera podido pensar que había posibilidad alguna de que, al menos la bancada del PRI en el Congreso del Estado, aprobara la propuesta de reestructuración de la deuda pública de la entidad que buscaba el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares. Era una derrota anunciada.
Si de algo no se podría acusar de ninguna manera al actual gobernador, es de ingenuidad. Al momento que ordenó, o al menos consintió que se procediera penalmente en contra de su antecesor directo en la gubernatura, debió tener plena certeza de que su propuesta de rescate de las finanzas del estado estaba condenada invariablemente a ser rechazada, como finalmente ocurrió al mediodía de este martes 14 de marzo. Si no es que con antelación estuviese enterado de que la reestructuración no pasaría y la aprehensión de Flavino Ríos fuera más bien una reacción en lugar de una acción previa.
El caso es que los lamentos y justificaciones de uno y otro bando no son más que parte de un espectáculo mediático para cargarle al de enfrente los costos políticos de una maniobra fallida, primordialmente, por una deficiente operación política.
Si bien las bancadas del PRI, Morena y adláteres se intentan justificar bajo el argumento de que el Ejecutivo estatal se negó a transparentar el destino de los recursos de que dispondría el gobierno una vez que se le librara del peso del pago de intereses a su tasa actual, lo cierto es que nunca estuvieron dispuestos a proporcionarle a la administración yunista los medios económicos para operar las elecciones municipales que ya están en puerta, y que en buena medida serán un termómetro y una pauta de lo que vendrá para la sucesión a la gubernatura el año entrante.
Por otro lado, y como mencionamos antes, los operadores políticos del régimen en el Congreso local fracasaron estrepitosamente en la encomienda que les dieron, y no es la primera vez. Hay que recordar que a principios de año tampoco pudieron sacar adelante la propuesta del Ejecutivo para reducir el número de regidores en los ayuntamientos veracruzanos, lo que constituyó la primera derrota del yunismo gobernante.
La impericia, incapacidad y absoluta falta de oficio de los diputados del PAN y el PRD a los que se les ha encargado sacar adelante los dos temas legislativos más importantes para el régimen yunista hasta el momento, ha dado al traste con los dos intentos del gobierno por obtener mayores recursos y ha puesto en evidencia su debilidad estructural frente a una oposición a la que dieron por muerta demasiado pronto, ensoberbecidos por una victoria electoral que por lo visto creían les alcanzaría para gobernar sin contrapesos todo el bienio. E incluso más allá.
La respuesta del gobernador Yunes Linares ha sido apegada a su estilo. Retador, enojado, acusó a los diputados priistas, morenos y verdes de “hacerle un enorme daño a los veracruzanos” y de buscar “que le vaya mal a Veracruz”. Y lanzó una advertencia con tufo de amenaza: “siempre preferiré pagar el sueldo de una maestra, de un médico, de una enfermera, de un policía, o pagar la pensión de un jubilado, que pagar el sueldo de una diputada o de un diputado de los que no tienen compromiso con Veracruz”. Ya se verá en los hechos, qué alcances tiene esa frase.
El gran problema es que en medio de la lucha política y la guerra de intereses entre bandos adversos, quien terminaremos pagando por la irresponsabilidad, deshonestidad e incapacidad de la clase que se llama a sí misma gobernante, somos los habitantes de Veracruz. Como siempre.
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