Por Aurelio Contreras Moreno
La opacidad y ausencia de transparencia del gobierno de Veracruz pasa por todos los rubros de la vida pública de la entidad, siendo quizás el más sensible de todos, junto con la seguridad pública, el de la salud.
Hay que recordar que la Auditoría Superior de la Federación detectó en la Cuenta Pública de 2014 del estado de Veracruz irregularidades del orden de los 14 mil millones de pesos, que se suman a los 35 mil 421 millones pendientes de solventar desde 2011, y que corresponden a programas federales como el Seguro Popular, que atiende a población de bajos recursos.
Pero las irregularidades financieras tienen un costo mucho más alto cuando se trata de la salud de las personas. Para disimular su incompetencia, la administración estatal no tiene empacho en ocultar información relevante sobre problemas de salud pública que amenazan con rebasarla, como es el caso de la propagación de casos de influenza en el estado y el desabasto de medicamento para atender este mal en los centros de salud, que silenciosamente está cobrando cada vez más vidas humanas.
La Secretaría de Salud del estado ha reconocido hasta el momento únicamente ocho defunciones en la entidad veracruzana por causa del virus de la influenza. Sin embargo, en los nosocomios del sector público se han registrado muchas más, pero que son atribuidas a otros padecimientos, según las denuncias de pacientes.
Por ejemplo, en la Clínica número 11 del Instituto Mexicano del Seguro Social en la capital del estado han fallecido en las últimas 48 horas cuatro personas con síntomas claros de haber contraído influenza. Sólo que los partes médicos no los reportan como tales, sino como casos de muerte por neumonía o bronquitis, ya que al tercer día del contagio, el virus transmuta y la enfermedad se vuelve asintomática para ese mal.
En otros hospitales públicos, como el Centro de Especialidades Médicas “Dr. Rafael Lucio”, también ubicado en Xalapa, existe la misma situación. Varios decesos que oficialmente son declarados por causa de enfermedades respiratorias comunes, pero que los médicos encargados de la atención a los pacientes admiten, en corto, que son ocasionados por la influenza. Sólo que tienen prohibido informarlo públicamente e incluso hasta a los familiares de los fallecidos, quienes firman actas de defunción por neumonía atípica.
A ello hay que agregar que los retrovirales para combatir al virus de la influenza, como el Tamiflú, escasean en las farmacias comerciales, y las reservas del sector oficial no son suficientes para atender el creciente número de casos, sobre todo en escuelas.
Y estamos hablando de hospitales que, a pesar de todo, cuentan con las instalaciones, el equipo y el personal para atender más o menos oportunamente a la población. Pero en otras zonas del estado, donde sólo existen “cascarones” que fueron inaugurados como centros de salud terminados y equipados, la situación se torna aún más dramática.
El Sector Salud en Veracruz, tanto la parte estatal como la federal, han guardado silencio esperando que pase el pico más alto de la etapa de contagios. Mientras tanto, varias personas se encuentran al borde de la muerte por la incapacidad gubernamental para atender un área prioritaria. Una más.
Un “logro” más para “presumir” en Twitter.
Asueto
La Rúbrica y su autor se tomarán unos días de asueto la semana entrante, para regresar a su publicación el martes 22 de marzo. A sus lectores y editores, felices Pascuas.
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