Por Aurelio Contreras Moreno
El gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, no pudo proteger ni mantener al margen de la decadencia del final de su sexenio a su flanco más débil, por donde le pueden pegar y que le duela más: su esposa, Karime Macías Tubilla.
Las recientes revelaciones que implican a la familia de la primera dama del estado de Veracruz en operaciones financieras poco claras, y que llevaron a la Procuraduría General de la República a investigar el patrimonio del círculo cercano del mandatario, son como un clavo ardiendo que provocó una respuesta inédita, por lo colérica, de parte de un gobernante en funciones.
Pero los señalamientos no son siquiera algo novedoso. Como se ha destacado en éste y otros espacios periodísticos, Karime Macías y sus familiares se llevaron la mayor “tajada del pastel” del erario público del estado en este sexenio, pues desde el gobierno hicieron pingües negocios al amparo del poder, aprovechando cargos públicos que, por sí mismos, implican un ilegal nepotismo.
Sus primos Córsica Ramírez Tubilla, Brenda Tubilla y Jorge Fernando Ramírez Tubilla, por mencionar a tres de sus familiares, ocuparon cargos en la administración pública desde los que controlaron áreas como la comunicación gubernamental, los eventos especiales y los mismos ingresos del gobierno del estado.
Aunque no tuvo un cargo público, Antonio Macías Yazegey, padre de Karime Macías Tubilla, pasó de ser un empresario de medio pelo del sur de Veracruz, que incluso estuvo en la cárcel acusado de fraude, a dueño de un emporio agroindustrial exportador en Coatzacoalcos, gracias a su amistad, primero, con Fidel Herrera Beltrán, y luego al hecho de ser el suegro del gobernador de Veracruz.
El hilo que lleva hasta los Macías Tubilla toca a una hermana de Karime Macías, Mónica, a quien se ha exhibido como “propietaria” de inmuebles como el departamento de la Torre Pelícano en Boca del Río, donde los Duarte acostumbran llegar cuando están en esa ciudad; y ahora más recientemente, de una residencia en el Country Club de Woodlands, en Houston, Texas, a donde se ha mencionado que irían a vivir el gobernador y su familia al término del sexenio.
Una anécdota que retrata a la perfección los excesos de los Duarte Macías fue el examen de grado de doctorado de Karime Macías en la Universidad Complutense de Madrid, el 30 de septiembre de 2014.
De acuerdo con asistentes al acontecimiento, acudieron unos 100 invitados desde México, con todos los gastos pagados –seguro no con el humilde peculio que dice tener Javier Duarte-, incluido el viaje y el hospedaje en el madrileño hotel Villa Magna, ubicado cerca del emblemático estadio “Santiago Bernabeu”, en el Paseo de La Castellana, y en donde una noche de habitación, a precios de 2016 consultados en su página Web, oscila entre 310 y mil 310 euros.
La recepción tras el examen –que fue calificado de “brillante” en la prensa veracruzana- se celebró en el Teatro Real, un ala del Palacio Real de Madrid, donde acostumbra comer el jet set español.
¿De dónde salió el dinero para pagar esos lujos, si le concedemos a Javier Duarte que su único ingreso es su sueldo como gobernador, y que su esposa no tiene ingresos ni propiedad alguna, como declaró ante los medios este lunes?
Por eso y muchas cosas más, Karime Macías es el “talón de Aquiles” que significará su perdición.
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