Por Aurelio Contreras Moreno
El nuevo hallazgo de fosas clandestinas con restos humanos en la zona norte del puerto de Veracruz prueba al menos dos cosas: que las autoridades estatales han sido monumentalmente omisas, y que el horror de la violencia sangrienta está lejos de terminar en la entidad.
Ha tenido que ser un grupo de ciudadanos el que, en la búsqueda de sus familiares desaparecidos, ha dado con lo que parece ser un verdadero cementerio del crimen, ubicado en un paraje ni siquiera alejado o intrincado en veredas. Está todavía dentro de una zona urbana, a unos metros de los complejos industriales del puerto de Veracruz.
El Colectivo Solecito Veracruzano, integrado en su mayoría por madres de personas desaparecidas en la entidad, encontró en los últimos días 38 fosas con restos óseos humanos en un terreno ubicado en Colinas de Santa Fe, en la zona norte de aquella ciudad. Estiman que podría haber entre 40 y 50 cadáveres, aunque es difícil saberlo a ciencia cierta, pues se trata de huesos, cabellos, dientes revueltos, algunos dispersos entre la tierra, otros envueltos en bolsas.
A esto hay que sumar las 11 fosas y los restos encontrados prácticamente “a flor de tierra” en el mes de abril en la región de Córdoba, más lo que se ha agregado en los días recientes en esa zona.
Lo más grave es que, como se mencionó, han sido los propios ciudadanos y no las autoridades quienes se han dado a esta tarea. Ni la Secretaría de Seguridad Pública ni la Fiscalía General del Estado han cumplido con su deber de al menos investigar, máxime cuando hay indicios claros de dónde buscar y localizar entierros subrepticios.
Tan grande ha sido la indolencia, que Arturo Bermúdez Zurita dejó finalmente de ser secretario de Seguridad Pública no por el brutal fracaso de su gestión, sino por su enriquecimiento al amparo de cargos públicos. Ello, a pesar de que la propia policía estatal está implicada y señalada en muchos de los casos de desapariciones y de que a él mismo, se le vinculó directamente en homicidios como el del cantante Gibrán Martiz.
La impunidad es tanta, que Bermúdez Zurita se deja ver como si nada acudiendo a sus audiencias por la denuncia por enriquecimiento ilícito presentada en su contra, de la cual tiene la certeza de que no va a proceder. No con esta Fiscalía. No en el corto plazo.
Entre tanto, en el escenario de vacío de poder que se padece en Veracruz, la violencia continúa creciendo, extendiéndose por todo el territorio estatal, en el que no hay día que no se hable de una balacera y del asesinato de personas e incluso de grupos completos, mientras la clase política se entretiene con sus pleitos.
Si se sigue abriendo la tierra en la búsqueda de restos humanos, seguramente se dimensionaría la enorme magnitud de la tragedia que asuela a Veracruz desde hace al menos seis años. Imágenes dantescas, terroríficas, que enmarcan de manera cruel, pero trágicamente exacta, lo que ha representado particularmente este sexenio: un mar de sangre en el que se ahogaron las vidas de cientos de veracruzanos.
Las diputadas electas de Morena que sí se pronunciaron
Lectores de la Rúbrica le enviaron a su autor los pronunciamientos en contra de la reforma antiaborto de las dos diputadas electas del Movimiento de Regeneración Nacional por ambos distritos de Xalapa, Daniela Griego y Tanya Carola Viveros, en respuesta a lo publicado en la anterior entrega.
De reconocerse que lo hayan hecho, al menos a título personal, y ojalá se preocupen por difundir más y mejor su actividad y sus posturas. Seguimos esperando una posición clara y concreta de su partido sobre éste y todos los demás problemas que aquejan a Veracruz, que van mucho más allá de la agenda personal de su dirigente nacional.
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