Por Aurelio Contreras Moreno
Han llegado a su fin las campañas más sucias de las que se tenga registro en la historia del estado de Veracruz.
La posibilidad real de un cambio de partido en el poder, de una alternancia -hablar de una transición sería demasiado ingenuo-, abrió la puerta a las peores prácticas, a la más deleznable falta de civilidad y de respeto por los ciudadanos.
Veracruz se inundó de la porquería lanzada desde todos los frentes en disputa, ante la mirada impávida de órganos electorales desde ahora derrotados, sin credibilidad ni autoridad moral ni política alguna, que se limitaron a dejar hacer y dejar pasar.
Lo que nos espera el 5 de junio está lejos de ser una fiesta democrática. Desde ahora, el régimen se desvive por crear un ambiente de temor, de violencia cada vez más visible, más cercana. El duartismo-fidelismo amenaza, transa, compra y agrede, aterrorizado ante un eventual llamado a rendir cuentas si es echado del poder.
Por ello no escatima medios para buscar arrebatar lo que probablemente no logre conseguir por la buena en las urnas. La sombra de un fraude operado a través de la maquinaria política del régimen, de la llamada “estructura”, se cierne sobre unos comicios sostenidos con alfileres.
Para muestra, la evidencia que nos hizo llegar un lector de la Rúbrica. Fotografías de paquetería electoral violada, con sellos rotos y el material electoral -actas de escrutinio de la elección de gobernador- sustraído.
“Salí a correr como acostumbro y en la ruta que tomé, por Tejar hacia Plaza Américas, en el trayecto encontré bolsas del proceso electoral en todo el camino. ¿No se supone que son oficiales?”, escribió el lector, quien asegura que se trataba de más de diez de estas bolsas para resguardar documentación oficial las que estaban medio escondidas en un camellón en la avenida Lázaro Cárdenas, en la ciudad de Xalapa, mismas que encontró a finales de la semana pasada.
Las actas de escrutinio son, ni más ni menos, que los documentos sobre los que se basan los resultados de toda la elección. El material oficial para proveer de datos a los conteos rápidos, al Programa de Resultados Electorales Preliminares y para realizar el cómputo final. Son tanto o más importantes que las propias boletas en las que se registra el voto de los ciudadanos.
El Organismo Público Local Electoral del estado está obligado a ofrecer una explicación sobre este hecho, pues ese material debería estar resguardado, bajo llave, en los consejos distritales del instituto.
La sola posibilidad de que actas de escrutinio pudieran haber sido robadas pone en serio entredicho a la elección en su conjunto, pues el uso que se le dé a esta documentación sería, desde ahora, fraudulento.
De ninguna manera es aventurado pensar que el gobierno de Javier Duarte pretende cometer un fraude descomunal para salvar el pellejo y que, haciendo gala de torpeza, haya dejado en la calle el rastro de su felonía.
Aquí la pregunta es si Veracruz lo va a soportar.
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