Por Aurelio Contreras Moreno
Cuando iniciaron las campañas a la gubernatura de Veracruz hace poco más de mes y medio, nadie se imaginaba que su nivel fuera a ser tan bajo, tan ruin, como el que han tenido.
Los ciudadanos hemos sido testigos, pero sobre todo víctimas, de una guerra de porquería sin precedente en la historia política de la entidad, que se ha magnificado a través de las redes sociales, inundadas por un torrente de inmundicia que ha terminado por ahogar cualquier clase de propuesta para sacar a Veracruz de su postración actual.
La estrategia del régimen, ejecutada por el coordinador de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz, Alberto Silva Ramos -el prototipo de pseudo funcionario de la peor estofa de este sexenio-, ha rebasado todos los límites. Ha ennegrecido por completo el debate público en el estado.
Con tal de impedir que arribe a la gubernatura el mayor adversario del duartismo-fidelismo, el candidato de la alianza PAN-PRD Miguel Ángel Yunes Linares, Javier Duarte y sus operadores no se han detenido para injuriar y lastimar a quien sea, a quien ni la debe, como es el caso de la joven Sofía Garfias, a quien los removedores de copro electoral involucraron en una red de abusos sexuales y pederastia sin mayor prueba que los dichos de una mercenaria de nombre Edith Encalada, señalada por la periodista Lydia Cacho por hacer acuerdos y pactos non sanctos con personajes como el “gober precioso” Mario Marín y Kamel Nacif, a partir de su propia experiencia con el comprobado pederasta Jean Succar Kuri, de quien por lo visto aprendió bastante. Y todo indica que con Javier Duarte también trabó buen entendimiento de “negocios”.
No se trata de defender a Yunes Linares. Por supuesto que no es un santo y varios son los demonios que lo persiguen. El principal y sobre el que no pudo dar una respuesta satisfactoria durante la campaña, su ostensible riqueza y la de su familia. Pero sobre los señalamientos de pederastia, que se le hicieron desde hace más de diez años, cuenta con exoneraciones de la Procuraduría General de la República que, por cierto, los medios han ignorado o apenas mencionado.
Precisamente, los medios en Veracruz, varios de la Ciudad de México y de Estados Unidos, han sido otro factor determinante en la estrategia de la suciedad. Parciales, sin el menor equilibrio a la hora de presentar la información, la mayoría han hecho a un lado por completo su función de comunicar con veracidad a la sociedad para servir en cambio como gatilleros, como sicarios de la palabra al mejor postor en esta temporada electoral.
Carretadas de dinero que debió destinarse a la salud, a la educación, al desarrollo social, a la infraestructura del estado, están siendo dilapidadas en un demente salto al vacío que, paradójicamente, le ha llenado las alforjas a bandoleros como el director de SDP Noticias, Federico Arreola.
Todo lo anteriormente expuesto ha provocado una polarización brutal entre los veracruzanos que apoyan a un bando o a otro. Familias enemistadas, relaciones personales desgastadas, amistades rotas, han sido el resultado de todo el odio diseminado en este periodo electoral.
Y lo verdaderamente trágico es que, al final del día, gane quien gane la elección, habrá solamente perdedores, y ésos seremos los habitantes de Veracruz.
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