Por Aurelio Contreras Moreno
Si hay en Veracruz una familia de empresarios de gran influencia en la política estatal, ésa es la de los Chedraui Obeso.
Descendientes de migrantes libaneses que llegaron a México a mediados del siglo pasado, los Chedraui construyeron un imperio económico que les confirió gran poder e influencia en todos los ámbitos, tanto el social como el político e incluso el religioso.
Desde los tiempos del patriarca Antonio Chedraui Caram, hasta ahora con sus hijos Antonio y Alfredo Chedraui Obeso, esta familia ha influido en decisiones fundamentales de la política veracruzana, respaldando a políticos y gobernantes de todos los niveles.
A su vez, han sido retribuidos con facilidades para la expansión de sus negocios e incluso con posiciones políticas de relevancia. Ejemplo de lo anterior, en un caso reciente, es el de David Velasco Chedraui, quien ha sido alcalde y diputado local por Xalapa.
Los hermanos Chedraui Obeso, Antonio y Alfredo, han jugado en la cancha de la política veracruzana al estilo empresarial más pragmático. El primero ha llevado las relaciones públicas con el ala del PRI, y el segundo con la del PAN, bajo la consigna de que el dinero no tiene color ni partido, pero los políticos necesitan del dinero para financiar campañas y carreras.
En los últimos años, quien llevó las riendas de las relaciones con el gobierno veracruzano fue Antonio Chedraui, gran amigo del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y, hasta hace poco, también lo era de Javier Duarte de Ochoa, quien en los primeros años de su sexenio era asiduo a los torneos hípicos organizados por la familia en Coapexpan. Tiempos idos que no volverán.
Alfredo Chedraui, a su vez, siempre mantuvo una relación de estrecha amistad con el hoy gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, al grado de realizar viajes juntos por las tierras de sus ancestros, en el Medio Oriente.
Precisamente esa cercanía con quien ocupará la gubernatura veracruzana a partir del próximo 1 de diciembre provocó una nueva e inédita andanada desde el régimen saliente en contra de los Chedraui, reflejada en sendos ataques mediáticos y ahora en una denuncia penal.
Una de las empresas del Consorcio Chedraui, denominada Consupago, fue involucrada en una denuncia por presunto enriquecimiento ilícito y lavado de dinero en contra del gobernador electo y su familia, a quienes se acusa de recibir supuestos pagos de comisiones por créditos otorgados por la filial de este grupo empresarial a derechohabientes del ISSSTE durante el tiempo que esta institución fue dirigida por Yunes Linares, en el sexenio de Felipe Calderón.
Más allá del sustento que pueda o no tener esta querella, llama la atención que se hayan lanzado contra los Chedraui desde el régimen estatal. La denuncia fue presentada ante la Procuraduría General de la República por el director jurídico de la sección 32 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), lo que indica que detrás de la misma está el cacique de ese organismo, Juan Nicolás Callejas Arroyo, quien hace unas semanas tuvo un muy fuerte encontronazo declarativo con Yunes Linares por causa de los últimos atracos a Veracruz aprobados por la LXIII Legislatura del Estado, de la cual el líder magisterial es, todavía, presidente de la Junta de Coordinación Política.
Tal parece que cayó muy mal en el ánimo del duartismo la presencia de Antonio Chedraui Obeso y del arzobispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera –pariente de los Chedraui-, durante el acto de lanzamiento de la consulta para elaborar el Plan Veracruzano de Desarrollo, flanqueando ambos a Miguel Ángel Yunes. Al grado de que, además de la denuncia del SNTE, también los intentaron exhibir en los correos electrónicos masivos que usa el gobierno estatal para difamar y agredir.
Pero mientras el duartismo muestra su desesperación y su rabia ante la inminencia de su caída final, los Chedraui seguramente ni se acongojan. La política, al final de cuentas, les ha significado un muy rentable negocio. Y esta vez no será la excepción.
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