Por Aurelio Contreras Moreno
En las formas y en el fondo, el Movimiento de Regeneración Nacional que comanda Andrés Manuel López Obrador se acerca cada vez más a un ala del Partido Revolucionario Institucional ligada a las peores prácticas.
Tan sólo echar una mirada a su concentración masiva del pasado domingo en la ciudad de Xalapa, para la cual utilizaron uno de los más priistas y arcaicos métodos: el acarreo descarado de personas en autobuses provenientes de distintos puntos de la entidad, que los operadores de este partido, tan dados a los eufemismos, prefieren llamar “movilización”.
Dicho sea de paso, semejante operativo de acarreo, por las dimensiones que se pudieron observar, de ninguna manera fue barato y difícilmente podría ser sufragado con las aportaciones de sus militantes, como han pretextado para justificar la falta de transparencia de Morena en temas de financiamiento de sus actividades.
Pero la nueva modalidad de acercamiento con esa cultura priista corrupta y anquilosada que en el discurso dicen combatir, está en el reciclaje de políticos a los que el lopezobradorismo recibe gustoso en sus filas, bajo la consigna mesiánica de que una vez “bautizados” con la venia “bendita” de “san” Andrés Manuel, se borran todos los “pecados” de su pasado.
El caso más reciente y por demás patético es el del ex diputado porteño Rafael Acosta Croda, quien primero fue captado hace pocos días en una reunión con la coordinadora de Morena en la Cámara de Diputados, Rocío Nahle, y posteriormente, en la concentración del domingo en Xalapa, tuvo un lugar en la tarima principal junto al propio López Obrador, lo que significó la señal para ungirlo como candidato de ese partido a la alcaldía de Veracruz.
Es el mismo Acosta Croda que, todavía siendo –o fingiendo ser- militante panista, pactó con el duartismo –y seguro no gratis- para atacar en campaña al entonces candidato de su propio partido a la gubernatura, Miguel Ángel Yunes Linares. El mismo que a través del tráfico de influencias ganó numerosos contratos para realizar obra pública en el municipio de Veracruz con desastrosos resultados. El mismo que ha sido denunciado por lesiones y tiene señalamientos por acosar jovencitas. Ése, se apresta para ser abanderado de la “honestidad valiente” en el primer municipio de América.
Acosta Croda no es el único personaje impresentable que se ha ligado con Morena últimamente. A principios de noviembre del año pasado, López Obrador se dejó fotografiar con el acosador de periodistas José Abella García, quien también buscaba colgarse de Morena para ser candidato a la presidencia municipal de Córdoba, pero que ante todos los negativos y el descrédito que arrastra en aquella ciudad, al parecer fue desechado. Aunque todavía habría que dudarlo.
Entre tanto, varios priistas del ala fidelista están acercándose a Morena luego de que les impidieran mantener el control en el Revolucionario Institucional, lo que revive la versión de una alianza entre ambos grupos políticos desde la campaña a la gubernatura el año pasado.
La forma es fondo, decía el ideólogo –priista, por cierto- Jesús Reyes Heroles. Y en la forma y en el fondo, parafraseando una canción de Juan Gabriel, Morena se parece tanto al PRI, que no puede engañarnos. No a todos.
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