Javier Duarte de Ochoa muy pronto cosecha una parte de todo el encono que sembró a su paso por la gubernatura de Veracruz.
Durante la comida que año con año el Gobierno del Estado ofrece a los maestros veracruzanos el 15 de mayo, el todavía mandatario estatal recibió un fuerte abucheo de parte de los mentores reunidos en el World Trade Center de Boca del Río, a pesar de que durante su discurso, anunció bonos económicos para profesores jubilados. Los mismos a los que en diciembre pasado reprimió con la fuerza pública cuando protestaban por la falta de pago de sus pensiones.
“Fuera, fuera”, “sáquenlo”, “cállenlo”, fueron los gritos que se escucharon junto con la rechifla. Como nunca, un gobernador de Veracruz en funciones fue blanco de un rechazo abierto y sonoro durante un acto público, que se supone que están bajo control de los encargados de su organización.
Porque hay que destacar que a las celebraciones oficiales por el Día del Maestro sólo se acude a convocatoria de los sindicatos magisteriales más fuertes y aliados del régimen, como el SNTE y sus secciones 32 y 56. Una vez más, queda de manifiesto que sus dirigentes han sido rebasados por sus agremiados, para quienes pesan más los agravios de que han sido objeto por parte de esta administración que las amenazas de sus “líderes”.
A diferencia de cualquiera de sus antecesores, este gobernador no puede pararse en la calle sin que algún ciudadano lo condene, lo rechace, lo señale por haber destrozado la economía, por la inseguridad que nunca le importó garantizar, por el insultante enriquecimiento de su camarilla, el suyo y el de sus familiares.
Por esta razón es que Javier Duarte lleva meses encerrado en Casa Veracruz, gobernando a control remoto el estado, o vía la red social Twitter. Encabezar actos públicos puede provocar reacciones como la de los maestros de este domingo y exhibir el verdadero sentir de la población de la entidad por su gobernante, como fue evidente en esta ocasión.
Javier Duarte vive la agonía de su infausto sexenio en medio del desprestigio, las burlas y el resentimiento en su contra, de parte de propios y extraños. Porque ni entre su círculo cercano concita respeto alguno. Si acaso, alguna suerte de temor porque aún ejerce el poder, aunque cada día que pasa está más debilitado.
Lo peor es que aún le quedan seis meses a su gobierno, que una vez que pasen las elecciones, gane quien gane, se debilitará aún más. El síndrome de la pérdida del poder lo experimentará antes de entregarlo, sea quien sea su sucesor, porque gane quien gane los comicios, nadie mantendrá los privilegios de los duartistas. Al contrario, más de uno iniciaría una persecución.
Duarte de Ochoa perdió su oportunidad histórica. Le falló a Veracruz. Y los ciudadanos ya se lo están haciendo sentir con su repudio. Imagínese cuando entregue el poder en diciembre.
Un reportero asesinado más
En el Veracruz donde no pasa nada, fue ejecutado en Poza Rica el reportero Manuel Torres González, ex corresponsal de TV Azteca, del portal Radiover y ex colaborador del periódico Noreste de esa ciudad del norte del estado.
Como es su costumbre, al dar cuenta del hecho, la Fiscalía General del Estado buscó desvincular a la víctima de su ejercicio periodístico de varios años, identificándolo como “auxiliar” del Ayuntamiento de Poza Rica, donde efectivamente prestaba sus servicios para un regidor, a la par de su trabajo en su página web Noticiasmt.com, en la que continuaba ejerciendo la labor informativa.
Tras negarlo el gobierno como periodista, circularon fotografías de Manuel Torres junto con el gobernador Javier Duarte y el coordinador de Comunicación Social Alberto Silva, durante el “día de la libertad de expresión” que aún se “celebra” en Veracruz el 7 de junio.
Ni los “aliados” están a salvo. Para quienes aún no lo tienen claro.
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