Javier Peñalosa Castro
La cabeza visible de la fracción hidalguense de la tolupachucracia, asoma continuamente la cabeza y sigue con la mano alzada para buscar la nominación priista a la Presidencia de la República en 2018. Por supuesto, con adelantadísimos actos de campaña que difícilmente sancionará la costosa entelequia en que se ha convertido el INE.
Según diversos reportes, la versión peñista del policía chino cuenta ya con logotipo y desarrolla una estrategia que incluye la proyección de videos promocionales en medios y redes sociales, sin que la supuesta autoridad electoral haya tomado cartas en el asunto.
Por supuesto, él y el resto de la familia se frotan las manos ante la infinita posibilidad de negocios que, tienen por cierto, es posible hacer desde Los Pinos.
Su rival más visible dentro del PRI (aunque sea originario del PAN), José Antonio Meade, continúa en el ojo del huracán y, pese a que busca de mil manera ser ocurrente —especialmente en su disputa por el recorte inmisericorde que hizo al presupuesto de la capital del País, a menos que ocurra un milagro, o la necedad de quienes habrán de elegir no tenga límite, el deterioro galopante de la economía lo eliminará, más temprano que tarde, de la lista de aspirantes a la silla presidencial.
Algunos despistados creen ver al actual gobernador del estado de México, Eruviel Ávila, como posible aspirante a la Presidencia (y otros más vislumbran al gerifalte de la SCT como aspirante priista al Estado de México). Y aunque no parece tener la estatura que se requiere para aspirar a semejante responsabilidad, con casos como el de Peña ha quedado demostrado que cualquier cosa puede ocurrir en el “Nuevo PRI”.
Finalmente, a menos que se hiciera realidad un capricho de Peña para imponer al Niño Nuño como candidato, no parece haber más cartas en la baraja del PRI.
Zavala, Anaya y Moreno
Mientras, en el PAN el niño Anaya, la mujer del mínimo Calderón y el controvertido ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, se disputan la oportunidad de capitalizar los desatinos sin límite de Peña y su camarilla, en una apuesta por la mala memoria de los electores de clase media conservadora.
Anaya luce muy verde, Margarita, muy afectada por la imagen de su inepto marido y Moreno Valle por la imagen de corrupción y capricho que dejó a su paso por Puebla.
Además de ellos, sólo por un milagro podría resucitar algún cartucho quemado como Ernesto Cordero o Josefina Vázquez Mota, una vez que Gustavo Madero se retiró a su natal Chihuahua para dejar de inquietar al gallinero blanquiazul.
En Morena, un solo gallo
En Morena, la apuesta sigue siendo por Andrés Manuel López Obrador a quien, por más que se intente desacreditar con golpes bajos como los rumores de que no declaró un par de departamentos que están en litigio testamentario, filtrados nada menos que al Washington Post, en una jugada por demás audaz, que hizo perder credibilidad al diario estadounidense y despertó sospechas sobre los intereses a los que responde al tomar parte en jugarretas de tan baja estofa.
Nadie en su sano juicio dentro de la estructura de Morena parece decidido a hacer siquiera una precampaña testimonial para disputar la postulación al tabasqueño.
Como lo hemos dicho en este espacio, el golpeteo contra quien sigue encabezando las preferencias electorales irá creciendo en intensidad en la medida que se aproximen los comicios de 2018.
Para ello, cuenta con los servicios de Vicente Fox, quien mantiene un último dejo de credibilidad sólo en contraste con su homólogo Peña. Nadie apostaba a que pudiera haber un peor presidente que el ranchero guanajuatense de las botas… hasta que llegó Peña Nieto.
También el presidente del PRI, que amaga con castigar a algunos de sus más corruptos militantes, como el aún gobernador de Veracruz, Javier Duarte, al tiempo que el seudopresidente de este país declara en tono estentóreo que nadie está libre de culpa en lo que concierne a la corrupción.
No se sabe si lo hace pare “curarse en salud” o porque así se lo recomendaron sus “genios” de la comunicación, pero ciertamente con pronunciamientos del tipo de “la corrupción somos todos” en nada contribuye a combatir este mal del que su equipo en pleno adolece.
El PRD, por la conservación del registro
Y mientras comienzan las patadas debajo de la mesa y los actos de proselitismo irregulares, el PRD trata de resurgir de las cenizas en que lo dejaron convertido Los Chuchos y postular a un candidato que les garantice, al menos, la supervivencia y la conservación de las llamadas prerrogativas [o subsidio] que se otorgan a los partidos políticos de nuestros impuestos, y que no han sido tocados ni con la empuñadura de las tijeras de Hacienda.
Para este partido, la única opción razonable sería postular a Miguel Ángel Mancera, pese a que el jefe de gobierno de la capital sigue sin afiliarse.
La caballada muestra el costillar
El escenario para el 2018 se perfila favorable para López Obrador, aunque las campañas negras podrían volver a mermarle preferencias, de modo que sea posible fraguar un nuevo fraude electoral para marginarlo de la Presidencia.
Por lo pronto, debemos estar preparados para ver cómo inicia el derroche de recursos en las precampañas de algunos de estos personajes, que en la comparación con caballos de carreras más parecen rocines que pura sangre.
Tenemos una pléyade de suspirantes al máximo hueso de la nación; es decir, muy cuantitativa la caballada, pero en lo cualitativo se perciben peor que Rocinante el jamelgo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. En el PRI, y volviendo a las analogías equinas, la caballada se atropella entre sí; en el PAN, el chicuelo que ha subido rápido en ese ámbito que despide siempre un tufo muy desagradable que se llama política, Ricardo Anaya, se le percibe como gandalla por promocionarse similar a como lo viene haciendo el sempiterno candidato de las “izquierdas”: Andrej Manuel… De que aprovechan las prerrogativas que les han dado para promocionarse por los sistemas mediáticos, ni dudarlo. ¡ Pero no son actos anticipados de campaña, que conste…!