Por María Manuela de la Rosa Aguilar
A más de dos años de la invasión de Rusia a Ucrania la guerra parece no ver su fin. Desde el 24 de febrero del 2022 en que Vladimir Putin decidió apoderarse de su vecino país poniendo en alerta a todo el mundo, pese a los muchos reveces que el poderoso líder soviético ha tenido, nunca cederá y ahora busca fortalecerse desde varios frentes; pero, además empleando su arma más conocida, la inteligencia que emplea para penetrar en las filas enemigas por medio de la política.
Si se han querido ver indicios de una posible retirada de los rusos por los, aunque sutiles y lentos avances de Ucrania, que ha ido ganando terreno poco a poco, esto no ha sido suficiente para que Putin decida abandonar su proyecto de apoderarse de Ucrania. Un dictador nunca cede y sólo la muerte le puede arrebatar el poder. Ahí están los ejemplos de Fidel Castro en Cuba, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Adolfo Hitler en Alemania, Josef Stalin en Rusia, Pol Pot en Camboya, Kim Il Sung y Kim Jong Un en Corea del Norte, Francisco Franco en España, Benito Mussolini en Italia, Saddam Hussein en Irak, Muamar el Gadafi en Libia, Mao Zedong en China, etcétera, etcétera. La patología de un dictador le hace olvidar la finitud de su humanidad.
Vladimir Putin sin duda es un hombre inteligente, astuto, calculador y audaz y así como se ha deshecho de sus enemigos y hasta de sus amigos con toda la frialdad inescrupulosa que lo caracteriza, como se ha visto con líderes de la oposición, periodistas y agentes de inteligencia, así como de su mano derecha e íntimo, el líder del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, o la hija de su principal ideólogo, el filósofo ruso Aleksandr Dugin, apodado “el Rasputín de Putin”, ambos, curiosamente víctimas de una explosión.
El líder ruso no se detiene ante nada y su estrategia al parecer es buscar fortalecerse a través alianzas, de actos de disuasión y de una fina operación de inteligencia para infiltrarse o incidir en la política europea, como lo ha hecho antes a través de estrategias informáticas para incidir en las elecciones norteamericanas, aunque todavía no se ha comprobado totalmente, los indicios señalan en esa dirección cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en el 2016, cuyos resultados estuvieron llenos de polémica.
Ahora Putin trata de posicionarse para ganar Ucrania, no obstante que el Consejo Europeo recientemente impuso el 14º paquete global de sanciones a Rusia, que dio a conocer en el Diario oficial de la UE del pasado 24 de junio del 2024. Las sanciones se extienden a unas 69 personas y 47 entidades responsables de acciones que menoscaban o amenazan la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania, lo que afecta a empresarios, propagandistas, funcionarios, integrantes del ejército ruso, del poder judicial, responsables de la deportación de niños ucranianos y miembros del servicio federal de seguridad de Rusia implicaos en persecuciones religiosas y otros abusos inhumanos. Las sanciones económicas van desde mercancías hasta gas, petróleo y armamento que ingresaba a la UE, donde participan empresas rusas, de Corea del Norte, lo que afecta no sólo a las empresas y accionistas, sino a miles de personas de ambos países. Con esta última medida la UE reitera su apoyo a Ucrania y continúa estudiando nuevas medidas que debiliten la capacidad de Rusia.
Desde el 2014 cuando Rusia invadió y se anexó Crimea, incumpliendo los acuerdos de Minsk, donde Rusia se comprometió a poner un alto al fuego, a la retirada de sus tropas y mercenarios para dar el control a Ucrania, entre otros, lo cual no sucedió, ha motivado una serie de sanciones que al parecer no han logrado detener a Rusia, aunque se le hayan impuesto restricciones a gran escala económicas, diplomáticas, etc., que han alcanzado a sus aliados de Bielorrusia, Irán y Corea del Norte
Desde el inicio de la guerra la UE ha impuesto sanciones a gran escala y sin precedentes contra Rusia, pero a pesar de estas severas medidas Putin no se detiene y busca fortalecerse para allanar el camino, a través de diversas estrategias:
El pasado 12 de junio buques de guerra rusos llegaron a Cuba para realizar ejercicios militares navales que aparentemente son maniobras navales de rutina, que evidentemente constituyen una demostración de fuerza para los Estados Unidos, que ha proporcionado apoyo a Ucrania.
Cuba recibió al convoy de 4 barcos de la marina rusa que incluye al submarino de propulsión nuclear Kazan y una fragata clase Almirante Gorshkov, que oficialmente se dijo no transportaba armas nucleares y permanecieron hasta el 17 de junio, periodo durante el cual la tripulación tuvo diversas interacciones aparentemente culturales con representantes del gobierno cubano. Sin embargo, quedó claro que el submarino hizo uso de armas de alta precisión en el Atlántico.
Pero Occidente replicó: el 14 de junio un buque de guerra canadiense llegó a las costas de Cuba, se trata del buque canadiense “Margaret Brooke”, junto con un submarino de propulsión nuclear norteamericano. Esta fue la primera visita de la marina real canadiense desde el 2018, los cuales no portaban armas nucleares que pusieran en riesgo a la región.
Desde el jueves 13 de junio también llegó el submarino estadounidense “USS Helena”, por lo que el Comando Sur de Estados Unidos informó en sus redes sociales que se trataba de una visita de rutina al puerto, monitoreando de cerca la presencia de las embarcaciones rusas, aunque manifestaron que no suponen una amenaza directa, como si lo fue el despliegue de misiles nucleares soviéticos en 1962 que desencadenó la crisis que tuvo que enfrentar el presidente John F. Kennedy.
Pero la visita de los buques de guerra rusos o sólo fueron a Cuba, el martes 2 de julio los buques rusos llegaron a Venezuela, al puerto de La Guaira, donde se encuentra el principal puerto de ese país. Al respecto el ministerio de defensa ruso informó que la flota, integrada por la fragata más moderna que inició sus operaciones en el 2018. Cabe decir que llegó también. El petrolero Akademick Pashin, de la Flota del Norte. Esta visita tuvo como objetivo “mostrar la bandera” y garantizar la presencia naval en zonas operativas. A respecto el gobierno venezolano no se pronunció.
Esto no es ajeno a la gran cercanía que hay entre Nicolás Maduro y Vladimir Putin, a quien llama “su hermano mayor”.
Esta visita coincide con el proceso electoral en Venezuela, donde el próximo 28 de julio Maduro espera volver a reelegirse para un tercer mandato.
Obviamente, la presencia rusa en América no es ninguna coincidencia, sobre todo cuando se acercan las elecciones en Estados Unidos, con un Biden que cada vez es más evidente, sufre las consecuencias de una vejez que lo hace ver vulnerable, distraído y débil, ante los arrebatos y ataques de Donald Trump, también de avanzada edad, pero que se muestra firme y contundente, lo que le puede colocar en las preferencias de la mayoría, a pesar de que ya ha sido juzgado y declarado culpable de 34 cargos, entre ellos de escándalos sexuales, falsificación y fraude. La potencia más grande del mundo, dadas las circunstancias y la personalidad de sus líderes, podría fracturarse, con el añadido de la cercanía entre Donald Trump y Putin, que influiría en la política internacional y en la guerra en Ucrania, de ganar las elecciones.
Pero Putin no descansa, el 15 de mayo llegó a Beijing en visita de Estado por la República Popular China. El presidente estuvo en la capital china, donde publicitó su estrecha sintonía con el líder chino, Xi Jinping. Una visita sin lugar a dudas de gran simbolismo, tratándose de dos naciones poderosas, que consolidan su relación para equilibrar fuerzas con Occidente. En sendos comunicados se afirmó que ambos líderes pretendían “reforzar la coordinación de la política exterior” y profundizar en la cooperación en “industria y alta tecnología, espacio exterior y usos pacíficos de la energía nuclear, inteligencia artificial, energías renovables y otros sectores innovadores”. En síntesis, una sociedad en todos los ámbitos. Y a puerta cerrada, los acuerdos más estratégicos ocultos para las contrapartes.
El 18 de junio Vladimir Putin llegó a Corea del Norte con el objetivo diplomático de agradecer al líder norcoreano Kim Jong-un los 5 millones de proyectiles que le vendió en secreto para ser usados en Ucrania, ya que esta venta es ilegal, dado que la ONU mantiene un embargo sobre Corea del Norte desde hace 20 años, por lo que no puede comprar ni vender armas debido a su programa nuclear. Y por su parte, Rusia ha vendido a Corea del Norte más hidrocarburos de lo que permiten los acuerdos de la ONU. Durante esta visita se dice que ambos mandatarios, que coinciden en pensamiento y política, firmen acuerdos económicos y una asociación estratégica cuyos alcances se desconocen. Pero la coincidencia intereses militares son palpables.
El jueves 20 de junio Putin visitó Vietnam, donde fue recibido por el presidente To Lam y se reunió asimismo con el secretario general del Partido Comunista, Nguyen Phu Trong, el político más poderoso de Vietnam, y con otros altos funcionarios. El objetivo oficial de Rusia fue el mantener la cooperación en cuanto a los temas energéticos, la industria, tecnología, educación, seguridad y comercio. Pero hay que señalar que para Vietnam esta visita revistió suma importancia porque Rusia es su mayor proveedor de equipamiento militar y tecnología de explotación petrolera; pero, además, es una. Manera de diversificar sus relaciones comerciales.
Y con todas estas visitas y movimientos militares, Putin envía un gran mensaje al mundo: Rusia no está sola y cuenta con importantes socios y aliados, por lo que el aislamiento de que ha sido objeto por parte de Occidente puede eludirse.
Putin tiene en la mira una estrategia que nos hace recordar al legendario Ulises, ya que no sólo trata de influir en la política norteamericana, sino en la europea, tema que trataremos en nuestra siguiente entrega.