En una ocasión a mediados de la década de los setenta, el Ingeniero Felipe Rivera Crespo ex gobernador de Morelos, se encontró al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz en un juego de béisbol en San Diego, California. Don Felipe al ver al expresidente se aproximó para saludarlo no dejando de hacer mención al soberbio abrigo de cashmere que portaba Díaz Ordaz, entonces Don Gustavo le respondió que era una grave responsabilidad ser presidente, pero que lo era aún más ser expresidente, en mi opinión el juicio también es válido para los gobernadores y ex gobernadores.
Ser gobernador de Morelos, se antoja idílico, pero dista de serlo, a las responsabilidades y sobresaltos habituales se añaden en estas jornadas, la peor crisis social y de seguridad desde la revolución del sur (1911-1919). Los ejemplos de quienes no han sabido llevar el barco a un puerto de abrigo van desde un ex gobernador recientemente ingresado en prisión por violencia doméstica hasta el actual gobernador con licencia cuya preocupación principal no ha sido gobernar sino lograr a toda costa una curul para hacer del fuero un escudo que le impida rendir cuentas.
Afortunadamente existe una excepción en la persona de Jorge Carrillo Olea quien gobernó Morelos entre 1994 y 1998. Nativo de Jojutla al sur de Morelos, Jorge es general brigadier del Ejército Mexicano, desde cadete en el señorial Colegio Militar de Popotla destacó como una mente brillante en los ámbitos militar, administrativo y político. Sirvió con lealtad, eficacia y honradez a cuatro presidentes de la república, en las más variadas misiones políticas y diplomáticas, en momentos de gloria para México, pero también graves y en situaciones donde los presidentes necesitaron no solo un hábil operador sino a un hombre de absoluta confianza en Centroamérica o el Medio Oriente.
Además de hombre de confianza en Los Pinos, Jorge fue subsecretario de Hacienda y Gobernación. Experto en inteligencia y seguridad, profesionalizó ambos rubros en México y por medio de una estupenda labor logró el cambio de los gorilas con pistola y charola de la Dirección Federal de Seguridad hasta lograr la creación del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el CISEN.
Detrás del perfil rudo y espartano, se devela un hombre de una gran bonhomía, agradable, con un ágil sentido del humor, caballero natural con las damas y un conversador nato. Es un hombre culto, experto en opera, intelectual sin pose y dueño de una pluralidad que solo es sinónimo de inteligencia, no en vano desde hace varios lustros es colaborador de La Jornada nacional, ha escrito varios libros que van desde una supuesta y divertida conquista de los mexicas de la península ibérica a temas de seguridad nacional.
En su juventud, como oficial fue docente en el Heroico Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra.
En 1994, la recompensa a décadas de servicio se materializo en la candidatura a la gubernatura de Morelos, su campaña fue apoteósica, evidentemente arrasó en la elección con un 68 por ciento del padrón votando por él. Sin embargo, se topó con un hombre iracundo e irascible como lo fue Ernesto Zedillo, quien por motivos que se desconocen se propuso derrocar a Jorge y lo logró con la fuerza de la investidura presidencial en 1998.
Como si la injusticia no fuera suficiente, se le fincó un juicio político que puso en riesgo su libertad, fueron años duros e inciertos hasta que, en 2003, fue absuelto, resolución que se hizo pública en la revista Proceso. La satisfacción de probar su inocencia refrendó su personalidad intachable. Es importante destacar que Jorge siempre ha caminado por las calles de Cuernavaca y no hay sitio donde la gente no se aproxime a saludarlo con afecto y reconocimiento.
Recientemente publicó su último libro que se titula “De lo que aprendí a la vida” donde sin caer en la pedantería de escribir unas memorias, en cambio comparte de manera amena las anécdotas alrededor de su vida desde su infancia hasta su retiro de la política. Narra historias en México, en el extranjero, al lado de los presidentes, el temblor del 85, la primera captura del Chapo Guzmán o un incidente previo a una gira presidencial a Japón digno de una película de espías, también hace un recuento de su gobierno, el primero que implantó el concepto de “Alianza”. Pero también añade un análisis certero y objetivo sobre una institución tan difícil como lo fue la Procuraduría General del República hoy Fiscalía.
También su diagnóstico actual sobre la seguridad en México, la fallida estrategia de Calderón en su guerra contra el crimen, la presencia e importancia de las fuerzas armadas, su concepto sobre la militarización y la polémica alrededor de la Guardia Nacional, que, si bien no considera que tuvo un nacimiento idóneo, también reconoce que es el más grande esfuerzo en la materia y que a una formidable fuerza de alrededor de 120,000 elementos es necesario fortalecerla e integrarla.
Al final con esta publicación, Jorge no solo da cuenta de una vida civil y militar entregada a su país, sino que con creces da muestra de que no solo fue un buen gobernador, sino que es un magnifico ex gobernador.