…que el arte y sus manifestaciones suceden todos los días en Xalapa y lo hace la Universidad Veracruzana.
Manuel Zepeda Ramos.
El próximo mes de octubre -ya estará el nuevo Rector para fortuna nuestra-, habrán de cumplirse 32 años del nacimiento de la Unidad de Artes de la Universidad Veracruzana en Xalapa, en aquella vieja casona de varios edificios que colindan con la zona de los lagos en donde funcionó durante muchos años la fábrica de hilados y tejidos que tuviera varios nombres a lo largo de su existencia y qué, gracias a la generosidad del Poder Ejecutivo Estatal, del Instituto Nacional de Antropología e Historia y de los Rectores de nuestra Universidad Veracruzana -la más importante del sureste- y de los arquitectos formados en la UV, pudieron diseñar un modelo arquitectónico de tal marera funcional y muy hermoso en el que se ha podido dar lo que ahora veo como fundamental para trascender: la convivencia cotidiana de los futuros músicos, actores, bailarines y artistas de las artes visuales, en una comunión cotidiana cuyos frutos empiezan a ser reales, trascendentes y muy productivos para el futuro de la cultura veracruzana y nacional.
El viernes pasado, 24 de enero del 2025, en el auditorio de la Facultad de Música atestado hasta el tope, durante cuatro horas continuas, pudimos gozar de una gran fiesta de las artes cuyos ´protagonistas fueron los alumnos -actuando y organizando-, junto a sus maestros entusiastas.
Pudimos ver, por ejemplo, a José Eduardo Salmerón Gutiérrez, guitarrista clásico; a María del Rosario Gutiérrez Torres, violinista y a Rafael Enrique Salmerón Córdova, guitarrista clásico, interpretando a Franz Schubert -Nigth and Dreams-, a Mauricio Monterrubio su preludio a dos guitarras y a dos guitarras también a Fernando Carulli; junto a la Milonga de Jorge Cardoso y a Morenita Do Brazil de Gioseppe Faruto. Lo interesante de este concierto es que Enrique Salmerón y María del Rosario Gutiérrez, son maestros en la Facultad de Música de guitarra clásica y violín, respectivamente, como también esposos y padres de José Eduardo Salmerón Gutierrez, que ya es un gran guitarrista. Una familia de músicos muy bien formados, profesionales, ofreciendo una espléndida actuación que pudiera estar en cualquiera de los escenarios imaginables.
Pero también actuó el cuarteto de la Maza de guitarras clásicas integrado por alumnos y egresados de la Facultad de Música -Luis Centeno, Joxyer Zamudio, Joahan Portilla y Jorge Castillo- interpretando música de Zoe, La Unión, David Olivares y Astor Piazzola.
Y también Hiram Antonio Santamaria Ubaldo, guitarrista y coordinador en jefe del magno concierto -a quien desde estas líneas felicito con enorme gusto-, junto con Lizbeth Méndez Castelán, soprano, que interpretaron composiciones de Julio César Oliva basadas en poemas de Jaime Sabines, el chiapaneco inmortal cuyas presentaciones en Bellas Artes, en la CDMX, atestaban el gran teatro, al grado que se tenían que poner sillas en la calle y grandes pantallas de televisión para ver y oír su espléndida lectura.
O los músicos Giovanni Sánchez Aguirre y Jesús Alberto Martínez Castellanos, ambos guitarristas, interpretando Tres Piezas de Otoño de Máximo Diego Pujol, mientras que pintoras de Artes visuales Yoshelín Iraís Jiménez Saldaña y Celina Maricela Couoh Couoh, realizaban un performance mientras duraba la ejecución musical.
Flor Alejandra Sosa Salas, pianista quien, mientras interpretaba Scherzo No. 1 de Frederic Chopin, los estudiantes de teatro Alma Delia González García, Kaleb Daniel Herrera Degante y Sean Landa Martínez representaban espléndidamente movimientos escénicos corporales explicando un drama mudo de lo que significa la vida en las ciudades y su transportación.
Mauricio Viccon Rodríguez, pianista de futuro promisorio, interpretó de Ricardo Castro, eminente representante del romanticismo mexicano, su vals elegante “Clotilde” y de Rubén Fuentes, este gran compositor y arreglista de música popular, sobre todo para mariachi: Sabes una cosa. Si Rubén Fuentes hubiera sabido -ya no está con nosotros-, que su gran composición se iba a presentar en la facultad de música de la UV, habría estado presente, estoy seguro.
Fueron cuatro horas de una fiesta interminable de espléndidas manifestaciones del arte allí representado en el auditorio en el que no cabía ni un alfiler. Dos percusionistas, José Antonio Cerón Juárez y Cynthia Díaz, interpretaron As one, de Gene Koshinki, rodeados de todos los instrumentos de percusión imaginables: desde la marimba clásica, pasando por congas y timbales, entre otros, haciendo alarde de virtuosismo de enorme calidad.
y también apareció el trio, con un requinto maravilloso ejecutado por un guitarrista clásico que, estoy seguro, ayudaría a los requintos de los trios del país a mejorar su dominio del instrumento. Ódiame de Julio Jaramillo; Ahora y siempre de José de Jesús M. Galindo; Jacarandosa de Los Tres Reyes; La Barca de Roberto Cantoral; Soldado de Levita de Francisco L. Urquizo, más otras que el público pedía y pedía.
Andy Olmos, saxofonista de futuro inconmensurable y Fredy Pérez Rendón, muy joven guitarrista que ya es promesa, tocaron Blue Caprice, de Víctor Morosco y Night Club 1960 de Astor Piazzola.
El espacio se agota y me duele dejar a muchos participantes más que en cuatro horas hicieron la delicia de quienes estuvimos en la sala: más artistas visuales y bailarinas de arte contemporáneo que enseñaron su espléndida calidad.
Cerró este interminable concierto la Orquesta de Guitarras de la UV, bajo la dirección del gran guitarrista Alfonso Moreno Luce, orgullo de Veracruz y de México, tocando Danza Ritual y Fuego, de Manuel de Falla.
Quiero citar a un gran veracruzano del heroico puerto, ya fallecido: Manuel de la Cera, que fuera director general del INBA, del Festival Cervantino y fundador de ISSSTE Cultura, esta última que llevara muchas manifestaciones de la cultura a los enfermos hospitalizados. Me decía:
-Tocayo: a nuestro público, niños y grandes, debemos de enseñarle a oír bien y a ver bien. Solo así aprenderán bien y ellos habrán de enseñar a su descendencia para no caer en manos de charlatanes.
Estoy de acuerdo con de la Cera. Lo extraño. Y nos hace falta.
¡Que viva el Arte en todas sus manifestaciones, en donde la Universidad Veracruzana lleva mano y lo hace muy bien, para bien de México!