(CDMX, 12 de mayo, 2016) Un repaso somero por el México que llaman “moderno” para encubrir las atrocidades y los excesos de sus próceres consentidos, sus valedores, los que se forraron de prebendas y concesiones, lleva a considerar que hay lugares indiscutibles en los despreciables anaqueles de los agravios a la Nación.
Son lugares y designaciones inexorables, no pueden eludirse. Han sido juzgados por la opinión pública, por los mexicanos que han sido espectadores o agraviados, lastimados o destruidos, desterrados o empobrecidos, encarcelados o asesinados, por “mandatarios” enloquecidos en su afán enfermizo de codicia y poder.
No hay discusión sobre la destrucción que provocó el llamado “cachorro de la Revolución”, Miguel Alemán Valdés, junto con sus cuatachones universitarios que llegaron al poder para arrasar con toda riqueza posible. El llamado Dientón de Sayula y Gastón Billetes –cual lo caricaturizó el inmortal Abel Quezada– es el ícono civil de los descastados. El que puso la muestra de la depredación que siguió hasta nuestros días.
Así como nadie discute el infame y cobarde gorilato díazordacista y su estela de sangre y muerte, ejecutada con un placer inaudito por un anticomunista furibundo, demagogo y loco por el poder: el impresentable Luis Echeverría, desde el ’68, hasta el ’76.
La infame cobardía de Vicente Fox
El escarnio de frivolidad que se cierne sobre el lópezportillismo es difícil de superar. Nadie ha tenido la enorme oportunidad de haber transformado al país con la riqueza petrolera, con la abundancia de recursos frescos y líquidos que tuvo… y haberla echado al caño, por su desmedida afición a la güeva y a il dolce far niente.
La estela grisácea que cubre a Miguel de la Madrid es francamente insuperable. El reino de la ignorancia, el miedo y la mansedumbre, así como la revelación de sus extrañas travesuras desde el poder, no conocieron límite. No sólo lo digo yo, afortunadamente, lo han dicho en todos los tonos, todos los que alguna vez han querido al país.
La traición del infeliz Zedillo, la ignorancia lenguaraz de Fox –rematada por su infame cobardía de hce unas horas ante Donald Trump–, la borrachera interminable, entreguista y sangrienta del beodo de sacristía Felipe de Jesús Calderón, la inigualable codicia de los atracomulcas, que espera condena urgente.
Los Salinas de Gortari se cuecen aparte
Pero hay un lugar destacado, imposible de alcanzar, ganado a pulso en el repudio generalizado de las actuales generaciones: el que ha llevado a toda la familia Salinas de Gortari al salón de la fama del desprecio nacional, a la befa sobre sus desaforadas ambiciones, a la reprobación moral de todo un pueblo.
Y no es para menos. La familia Salinas de Gortari, encabezada por un incompetente manipulado, bueno para nada, ambicioso para todo, metió la pata y la mano en lugares recónditos hasta para el más pintado. Su asco y desprecio por México, es retribuido con justicia por la historia y por la sociedad agraviada. No pueden presentarse en ningún lugar público, después de casi treinta años.
Hasta uno de sus validos, Carlos Slim, inmensamente enriquecido por las concesiones delamadridistas, ha negado públicamente su relación de negocios con el autollamado Carlos de México: “el chaparrito, orejón, peloncito, de lentes”, como alguna vez lo describieran los panistas. El mexicano-libanés más rico del país, pudiera haberlo apoyado para regresar a los primeros planos de influencia; nunca se atrevió a hacerlo. Prefiere ser el lavador señero de algunos de los más buscados, antes de ser acusado de socio de Carlos Salinas de Gortari.
Pugna permanente de Raúl Vs. Córdoba
Al recordarse hace poco los 30 años de la explosión, en 1986, de un reactor de la planta nucleoeléctrica de Chernobyl –una tragedia que enlutó a millones de hogares, no sólo en Ucrania, sino en todo Europa, pues los vientos llevaron la nube atómica, desde Rusia hasta Irlanda, contaminando a personas, animales y pasturas– ¡muchos recordamos a Raúl Salinas de Gortari.
Aquél a quién los publirrelacionistas de Los Pinos quisieron deslindar de Carlos con el mote de “el hermano incómodo”, como si en ese sexenio fuera un obstáculo, una piedra en el zapato de La hormiga atómica, remoquete atribuido al autollamado Presidente, pues es generalmente aceptado que quien siempre ejerció el poder y tomó las decisiones fue el franco-argelino, espía de los financieros neoyorkinos y europeos, Joseph Marie Córdoba Montoya.
La pugna palaciega que se estableció entre Córdoba y Raúl tenía su origen en las quejas del segundo, hermano mayor de Carlos de México, por la falta de arrestos del Presidente para nulificar la desmedida influencia del espía nacionalizado por Carlos, desde SPP. Lo había blindado a tiempo, para cualquier acusación de inhabilitación por extranjería.
El hermano mayor, Míster diez por ciento
A pesar de que Raúl Salinas siempre fue el hombre recio de la familia, el que daba la cara ante cualquier agravio a sus hermanos, en este asunto topó con un muro infranqueable. Estaba más allá de sus fuerzas y berrinches. La entrega de Carlos, su hermano, era enfermiza e irreversible. El daño ya había sido hecho. Su cerebro, lo que sea que eso signifique en él, ya no le pertenecía.
Raúl se resignó. Para cobrarse, empezó a involucrarse en todos los negocios chuecos o derechos del gobierno “de Agualeguas” (ficción de provincianismo, porque todos habían nacido en la colonia Narvarte). Intervino tanto en todos los moche$, que fue apodado Míster diez por ciento, hasta por sus favorecidos.
Importó leche de las zonas radioactivas de Irlanda
En medio de esa vorágine de desenfreno y locura, Raúl Salinas de Gortari, director de Liconsa (Leche Industrializada de Conasupo), en realidad de todo el aparato paraestatal al servicio de sus caprichos, utilizó al entonces director general de la poderosa empresa Conasupo, un tal Ernesto Costemalle, para realizar uno de los actos más graves, deletéreos y salvajes contra la salud pública de los mexicanos: ¡importar leche de las zonas cancerígenas y contaminadas por la tragedia de Chernobyl, para el consumo diario –y obligatorio, por necesidad– de la población mexicana más vulnerable!
En efecto, llevó a cabo un genocidio incalificable. De la peor ralea fascista, autoritaria y ventajosa. Y aún más, fue autorizado por su hermano Carlos Salinas de Gortari, para celebrar un ilegal contrato transexenal –prohibido por todas las leyes de aquel entonces– que todavía continúa haciendo destrozos entre bebés, niños y embarazadas. Los mexicanos seguimos consumiendo esa peste, disfrazada de apoyo estatal.
La OMS alertó; aquí Soberón le dio el Vo.Bo.
Cuando los barcos que traían la leche comprada a la empresa Irish Dairy Board —que dejó a Raúl Salinas ganancias de cientos de millones de dólares y, a los consumidores del veneno, muertes, deformaciones y enfermedades—atracaron en el puerto de Veracruz, elementos de la 3ª. Zona Naval que la consumieron, fueron afectados de intensa diarrea, cáncer tiroideo y muchas afecciones. Esto desató el escándalo.
La leche contenía millares de baquerillos, estroncios y cesios por kilogramo, provenientes de escenarios apocalípticos, afectados por la tragedia nuclear de Chernobyl, con un impacto 200 veces mayor al causado por las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
La OMS alertó a los países europeos sobre la radioactividad de la leche irlandesa. Alemania y España, entre otros, prohibieron su importación y consumo. En México, otro criminal, Guillermo Soberón, ex rector de la UNAM y secretario de Salubridad, autorizó su distribución y comercialización, argumentando que “podía ser consumida por el ser humano”.
¿Política de Estado el exterminio de los pobres?
A la fecha, se ha detectado un aumento vertiginoso de leucemia y cáncer tiroideo entre la población menor a 30 años a nivel nacional. Es escandaloso el daño entre los habitantes del barrio de San Fernando, en Tlalpan, a unas cuantas cuadras de la mansión de Carlos de México.
Prestigiados analistas internacionales han atribuido a ese business, el hecho de que Carlos de México pudiera haberse refugiado… ¡precisamente en Irlanda!, y desde allá traer mecateado a Jorge Castañeda, el que se ostenta hoy como “independiente” con derecho de picaporte.
Ninguna institución, ningún fruncionario mexicano ha abierto la mínima investigación sobre éste, uno de los más bochornosos crímenes de corrupción y salvajismo de toda la historia mexicana.
La complicidad es el mejor pegamento, se sabe. ¿Cuántos bochornosos casos estarán ocurriendo entre los atracomulcas y nosotros nomás milando, como el chinito?
¿Será política de Estado el exterminio de las clases más desprotegidas?
El genocidio de Raúl Salinas de Gortari debe ser aireado y llevado a juicio de inmediato. Son cuestiones que no prescriben, porque se trata de traiciones de lesa majestad. De delitos de tracto sucesivo, maquinados desde el poder, con absoluta inmunidad.
Índice Flamígero: ¿Se acuerda usted de Luis Humberto Morales Paniagua? Es aquel imberbe al que el entonces candidato verde Manuel Velasco abofeteó –dio cariñosas cachetaditas, dicen algunos– en un evento público. Ya en el “gobierno” funge oficialmente como su secretario particular y, extraoficialmente, cual el “efectivo” en el manejo de los erario público y, ahora, también cual guardián de la honra de los bandidos que integran el gabinete del todavía verde Velasco. En esta última ¿calidad? fue que hace un par de días amenazó al colega Alberto Carbot, por haber hecho eco del reportaje ya por todos conocidos: la compra de 13 departamentos de lujo en Miami, por parte de Sebastián Felipe Rodríguez Robles, adscrito hasta hace unos días, a la Secretaría de Hacienda estatal como “tesorero único”. + + + Este día se presentan en la sede del CEN del PRI los ocho ex candidatos de ese partido a igual número de ayuntamientos en Tamaulipas, a pedir a Manlio Fabio Beltrones que les compruebe que están metidos con el narcotráfico. + + + Y allá mismo, en tierras tamaulipecas, crecen los rumores sobre la posible sustitución del candidato Baltazar Hinojosa, por lo que dicen que el gobernador Torre ya tiene preparado al sustituto, lo mismo que el propio Beltrones.
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