Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
A fin lucha por el poder político, que implica la opción cambio o continuidad en el plan de gobierno y las formas y los fines de su ejercicio, a nadie sorprenda que la administración en funciones anime el choque de trenes entre el partido en Los Pinos y los que pretenden fumigarlo.
Lo que está de por medio en la pugna, es la recta aplicación de las normas del régimen electoral, que obligan a los beligerantes abanderados por los partidos políticos, lo mismo que a los señores del gobierno que, en materia de financiamiento, tienen la ventaja de disponer del presupuesto para fines distintos a los establecidos en los programas públicos.
En ese sentido, particularmente la autoridad jurisdiccional tiene, por mandato constitucional, el deber ineludible de velar por la equidad democrática, sin la cual todo es mapachismo electoral.
Dado el pretendido dominio sobre la opinión pública de determinados medios de comunicación, lo que llama la atención de sus contenidos no son las demandas más sentidas de la población del llano a los candidatos presidenciales, sino las preocupaciones de los hombres de negocios sobre la definición de la futura política económica.
En esa estrategia propagandística se profundiza la brecha entre unos 88 millones de potenciales votantes y los 36 corporativos que especulan el mercado bursátil.
A tenor con esas tendencias de información y análisis, algunos medios, empezando por los extranjeros con cajas de resonancia en los domésticos, rastrean con lupa los dichos de los candidatos en materia de eventuales cambios económicos, centrando el interés, por ejemplo, en los asuntos fiscales.
No dejan esos medios de subrayar el beneplácito de los empresarios y futuros inversionistas por la política fiscal asumida por el actual gobierno que, en el contexto de la disputa presidencial, insiste en los beneficios generados por sus criterios en materia de imposición.
No se preocupen, señores inversionistas
El régimen de exenciones y otras concesiones -ni aumento ni nuevos impuestos- a los grandes contribuyentes, se han extendido desde principios de 2017 conforme se instrumentan nuevos planes para atraer más inversión en sectores considerados prioritarios.
Lo que sobresalta es que, a finales de la semana pasada, medios especializados en economía y finanzas dieron por hecho que la Secretaría de Hacienda estaría sopesando nuevos ajustes en la dirección arriba descrita, para tranquilizar a los inversionistas. Es la marca de la casa.
En uno de esos análisis prospectivos, sin embargo, salta una liebre tamaño elefante: Se estaría considerando por Hacienda la eventualidad de eliminar la tasa cero (Impuesto al Valor Agregado) a alimentos y medicinas.
Como siempre, la técnica fiscal es reventar la hebra por lo más delgado. Y todavía se tipifica como irracional el malestar social. La sensibilidad política no se les da a los mandarines del neoliberalismo. Alguien diagnosticaría que esta actitud es una ceguera criminal.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.