Hasta hace dos meses, antes de Ayotzinapa y de los 43 normalistas desaparecidos en México aún había esperanza, pero ahora las expectativas de nuestro futuro a corto plazo son muy distintas.
En el ámbito doméstico, advertimos muchos que era un exceso señalar que el presidente Enrique Peña Nieto había arribado al Poder Ejecutivo para salvar al país, y que incluso calificar también con excelencia el trabajo de algunos de sus titulares de secretarías de Estado estaba sobre estimado.
No era afán catastrofista, ni tampoco desestabilizador como señala la moda, sino porque de aquél presente que se vivía, no había mucho que abonara a la mejora vertiginosa y casi irreal que se decía transformaría a nuestro México.
Claro que también es demasiado abrumador que ahora los señalamientos desde el exterior sean negativos. Como dicen, la verdad duele, pero más vale escucharla que las lisonjas mentirosas.
Ahora el país está más que nunca en la mira mundial, con señalamientos agudos de nuestra realidad.
México lleva arrastrando años ya no digamos de pobreza, marginación y arbitrariedades, sino de corrupción.
Ahora desde lo más alto de la clase política nos exhibimos como un país putrefacto, endosando responsabilidades unos a los otros a diestra y siniestra: Que si mi esposa, que si Televisa, que si el Gobierno, que si los jueces y magistrados, que si los alcaldes corruptos, que si las dirigencias y disidencias de los partidos políticos, que si los grupos criminales, que si los medios de comunicación y ahora hasta que si los violentos manifestantes.
¿Qué pasa en México? Que mucho se habló de honradez, trabajo y unidad y es desde las esferas del poder y la administración pública que se exhibe campante la corrupción.
No sé si lo que pasa en México es lo fallido del Estado, o si alguien o muchos con intereses de poder quieren desestabilizarlo. Lo que sí se ve y se respira es que nadie se atreve a pasar del discurso a los hechos, en donde el camino regrese mínimo a la esperanza de un México con oportunidades y justicia. Y esto último, que quede claro, no es discurso, ni retórica; es una gran necesidad.
Acta Divina…El presidente Enrique Peña Nieto admitió: “Con razón y urgencia los mexicanos exigen que la ley se cumpla, la sociedad con razón está harta de sentirse vulnerable, está cansada de la impunidad y de la delincuencia”.
Para advertir… ¿En qué país puede uno auto exculparse vía Televisión y otros llegan a la cárcel sin proceso alguno?
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