Para los juristas de ésta gran Nación no existe nada más execrable en el ámbito de procuración, impartición y administración de justicia que con el degradante objetivo de satisfacer venganzas personales, se viole o pisotee nuestra Ley de Leyes, en nuestro caso: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Si a ello sumamos la proclividad o la aquiescencia del Poder Judicial Federal, entonces nos encontramos frente a un engendro de muy complicadas aristas, en donde parecen implicados como violadores constitucionales, la Representación Social Federal, cuyo Jefe actual es, ni más, ni menos que el polémico y discutido Fiscal General de la República Alejandro Gertz Manero.
El que esto escribe estima en ese orden de conceptos, que a un jurista de su talla y experiencia no puede, ni pudo pasarle por desapercibido el hecho simplísimo de respetar y hacer respetar el texto de la Suprema Ley que le otorga al artículo 21 Constitucional la potestad inmediata y sin consultas populares de actuar como investigador de los delitos en consecuencia, así sean estos perpetrados por expresidentes de la República.
Ante éste hecho de indefectible e inaudita violación constitucional, un sumiso Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, posiblemente abrumado de prebendas o quizá por falta de tamaños de varón, de inmediato atendió los supuestamente razonados argumentos emitidos en tribuna mañanera, dictando y convalidando una consulta popular, sin tomar en consideración el precepto 21 del Texto Constitucional e IPSO FACTO, con lujo de fuerza política que evidencia a la propia delincuencia del poder, un gran dispositivo de comunicación social a fin de ganar el voto popular en futuras elecciones, convalidando con ello las ingeniosidades del Primer Magistrado de la Nación y el partido político afín a dicha personalidad en futuras elecciones.
Resulta imposible hablar de consultas populares, cuando se perpetran conductas delictivas que dañan la economía de la República. Para la ilustración de afines y afectos a las mañaneras, me permito expresar que nuestra Carta Fundamental no nos conduce a ninguna admiración obsesiva hacia todas y cada una de sus prescripciones, pero rechaza de forma enérgica y contundente apoyar ideologías opuestas a ella o que propendan a alterarla en su esencia haciéndola retroceder hacia un individualismo enfermo o precipitándola hacia un estatismo totalitario y liberticida que rompa el orden armónico de la justicia mediante extremismos de diverso substratum ideológico. Sentado ello sólo resta decir que honrar a nuestra Constitución Política es mejorarla, no pisoteándola destructivamente.
Con lo expuesto responda Usted, ¿Se pisoteó nuestra Constitución?.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de laAcademia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.c..