DE LINDES
En Estados Unidos las diferencias entre republicanos y demócratas se ven reflejadas en todos los aspectos del día a día de dicha nación, y lo mismo entre los ciudadanos y los gobiernos. Y el último conflicto se dio entre el gobierno demócrata de California, encabezado por Gavin Newsom, y el gobierno republicano de Florida de Ron DeSantis, esto debido a que el primero acusó a DeSantis por haber secuestrado a un grupo de inmigrantes venezolanos y colombianos, transportándolos de forma ilegal y sin autorización desde Texas hasta la puerta de una iglesia en Sacramento California. Lo cual sin duda ha levantado una enorme polémica, sobre todo porque hasta el momento el gobierno de Florida no ha desmentido dichas acusaciones, por lo que muchas voces exigen respuestas que aún no llegan.
Es que el pasado viernes 2, 16 inmigrantes aparecieron en la puerta de la iglesia católica, y según la documentación que llevaban en su poder, de alguna manera de encontraban participando en el sistema de transporte de migrantes administrado por la División de Gestión de Emergencias de Florida y ejecutado por el contratista Vertol Systems Company Inc, con sede en Florida, la cuál es una compañía que suele darle servicios al
Gobierno de DeSantis y que sin explicación alguna llevó a los inmigrantes a California, sin siquiera consultarlo o avisarle a las autoridades de dicho estado, y según lo dicho por las 16 personas, ellas también desconocían su destino final.
Desafortunadamente esta no es la primera vez que inmigrantes sirven como moneda de cambio política, ya que en meses anteriores algunos gobiernos republicanos han enviado sin autorización a diversos grupos de inmigrantes a estados gobernados por demócratas, esto como una forma de protestar por las medidas migratorias tomadas por Biden.
Es que si bien los desacuerdos entre demócratas y republicanos con respecto al tema migratorio no es algo nuevo, el hecho de que ahora se mueva a los migrantes como si fueran piezas de ajedrez y no personas, es lo que nos hace pensar o cuestionarnos hasta que punto los gobiernos entienden que éstas son personas que buscan escapar de la pobreza, la violencia y más y no simples peones que pueden ser acomodados al gusto sobre un tablero, porque como dijo Ricardo Saenz de Ynestrillas; “Una cosa es posicionarse en contra del fenómeno de la inmigración sin control de ninguna clase, y otra, acometer a un semejante.
Los inmigrantes no tienen la culpa de nada. Ellos, como nosotros, son las víctimas de este sistema y de las mafias que juegan con sus ahorros, sus esperanzas y sus vidas para forrarse a cuenta del dolor ajeno”.
JESSICA WOOLRICH