Claudia Rodríguez
“Prohibido el paso”
Con 11,100 kilómetros de litoral continental y una legislación que prohíbe la existencia de playas privadas en nuestro país, los mexicanos seguimos pidiendo y peleando en muchos casos, el acceso al mar.
La privatización de playas en los 17 estados que cuentan con litoral fue por décadas un saqueo vil y grosero, aun cuando se marca en la Constitución mexicana que las playas son propiedad de la nación; sexenio a sexenio estas fueron vendidas a particulares y extranjeros, o entregadas en concesión a grupos empresariales relacionados principalmente con el turismo.
Intentar pasar de una playa pública a la colindante frente a un hotel, resort o inmueble particular, en México constituye todavía una forma de arriesgar cuando menos la dignidad, sino es que hasta el físico. “Prohibido el paso” son señalizaciones que corren a lo largo del litoral marino en México, que dejaba pensando a muchos que se requería una travesía de obstáculos por mar o tierra, para de una a otra playa pública.
Entre la legalidad y el negocio
Quizá aún sean muchos los que pasen por alto –sobre todo hoteleros y particulares— el que la Cámara de Diputados con mayoría de legisladores de Morena, desde abril del presente, aprobó la iniciativa que prohíbe la existencia de playas privadas en nuestro país. Con 406 votos a favor, 7 en contra y 20 abstenciones, el Pleno de la Cámara de Diputados aprobó en lo general un dictamen en el cual se busca garantizar que los mexicanos tengan un libre acceso y tránsito en las playas de México.
En la misma ley, se aclara que en caso de no respetarse esta, los propietarios o concesionarios de los terrenos cercanos a las playas que impidan el acceso de la gente serán sancionados con una multa de entre 3 mil y 12 mil veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA). Asimismo, se establece que en el caso de que las playas no cuenten con vías públicas o accesos para que las personas puedan acceder a ellas, los propietarios de los terrenos colindantes a las zonas federales deberán hacer lo conducente en obras, para que no se transgreda la propia legislación.
México de los particulares
Más con todo y ley y sanción respectiva, la resistencia a no permitir el libre tránsito a los mexicanos a sus playas, sigue siendo pan de todos los días, pues viola si acosa, el contrato con el que Gobiernos anteriores garantizaron la impunidad. Sólo basta revisar el año 2017, con Enrique Peña Nieto vendiendo hasta el último grano de arena mexicana.
En el quinto año del sexenio de Peña Nieto, se otorgaron 123 títulos de concesión de playas a particulares y empresas privadas para dedicarse a la extracción artesanal de piedra, a la acuacultura, a la pesca y a usos generales, y en apenas unos meses de 2018, la cifra de títulos alcanzó los 258 títulos, con el mismo fin.
¿Cuál el camino para desandar la venta indiscriminada del país?
Una ley por sí sola no cambia la realidad que ahora mismo viven millones de mexicanos que no sólo intentan disfrutar del sol y del mar; sino que incluso viven de la actividad de las zonas limítrofes a mares y océanos.
En todo este andamiaje de arrebatar a los mexicanos lo que por derecho no s pertenece, habría que señalar al ex secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alamán, quien participo seguramente en el reparto de la nación y el dinero de los jugosísimos negocios inmorales.
Acta Divina… No obstante la violación sistemática al artículo 11 constitucional que garantiza el libre tránsito de los ciudadanos en la franja costera, el presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres, Roberto Cintrón Hernández, desestimó las acusaciones de los activistas, ambientalistas y defensores del espacio público al señalar que: “Ninguna playa en el país es privada, todas son públicas.
Todos los hoteles respetamos el derecho de paso o de servidumbre, ese es el término correcto. Todos los respetamos, lo único que nosotros decimos es que también se nos debe respetar el derecho al uso de la zona federal por la que pagamos impuestos”, señala.
Para advertir… Pregúntele a Peña Nieto, cuál el origen de uno de sus tantos niditos de amor, en Punta Mita, Nayarit.
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