ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Un desquiciado al frente del poder formal del decadente imperio estadunidense y la parsimonia, la catatonia y la abulia de congresistas dentro de ese país, revelan la fragilidad y la inoperancia de los sistemas de poder establecidos para defender a los habitantes de su país, tengan o no documentos.
Una débil y titubeante mandataria en un país dependiente de la aún poderosa metrópoli imperial, sin un proyecto ni un equipo propio, acomete cotidianos yerros que la colocan en una posición de mayúscula dependencia y la convierten en blanco fácil de atacar.
Ahí está, por ejemplo, la declaración de la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, quien apenas acusó que la Presidente formal Claudia Sheinbaum alentó las protestas que sacudieron el centro de Los Ángeles el anterior fin de semana.
El país es débil cuando se pone a prueba de la manipulación y el vasallaje que imponen las super estructuras políticas, ahora en manos de Donald Trump, tanto como de las económicas y financieras que se asientan en Wall Street, lo mismo que en Silicon Valley.
Porque desde hace cuatro décadas, por lo menos, las poderosas empresas mundiales han demostrado que no tienen adversario al frente. Todas las etapas de penetración financiera, mercantil, ideológica, bélica, comercial y política se han ejecutado en perjuicio de los condenados de la Tierra. Sólo existe un valladar: las masas de pensamiento crítico.
Ignorancia y arrogancia
Y cuando alguien como Sheinbaum y su titiritero están impedidos para discernir esta diferencia se encuentran siempre perdidos en la toma de decisiones. Principalmente por ignorancia. Porque lo errático siempre va de la mano con la imposibilidad de comprender hacia dónde tiene que ir el camino correcto, o al menos el inequívoco, ése que debe estar del lado de la lógica y de la intuición.
Esta fórmula sencilla puede lograr las grandes diferencias en la convivencia humana. Para no dejarse atrapar por las apariencias, para no ser pasto de las moralinas recurrentes, para enfrentar la corrupción y la mentira. Para saber que la grandeza no es producto de la copia. Para entender que el conocimiento es la clave para entender el pasado y afrontar el futuro.
Incluso, para no confundir la erudición con la cultura; para que lo esquemático y superficial no se imponga sobre la autenticidad y la resolución acertada, para que la sabiduría no sucumba ante la ideología y para que los saltos espectaculares y efímeros no triunfen sobre el equilibrio.
Si se confunden los rasgos esenciales del adversario, las nuevas generaciones no pueden aprender de los errores. Seguirán justificando al verdugo, enaltecerán la esclavitud y se rendirán incompetentes ante el fracaso, renunciarán a la plenitud de la vida… y cuando lo entiendan serán demasiado viejos en un mundo demasiado joven.
Y sí, Sheinbaum cayó en el juego de Trump. Un juego de poder con miras a la sucesión presidencial de 2028 con sus ataques, amenazas e invasiones a la soberanía de California, gobernada por el potencial futuro candidato demócrata a ocupar la Casa Blanca, Gavin Newsom.
Y en ese juego, los migrantes son sólo peones de este juego de ajedrez.
Dictadura feroz
Desde hace cientos de años los estudios y análisis clínicos sobre el comportamiento y la caracterología de los mediocres y de los tiranos, han puesto en evidencia su escasa catadura intelectual. Revelan la pobreza de su formación, su desconocimiento del entorno y su escasa ralea para entender el desenvolvimiento de la realidad. No ofrecen un sólo ángulo que mueva a compasión.
Casi en un santiamén de siete años, México se ha convertido en una dictadura feroz. La divisa generalizada es sólo apropiarse de lo que es de los demás. Con un añadido macabro: nadie tiene derecho, según ellos, a vivir fuera de sus redes de complicidad, ni a reprochar el pantano de sus truculencias, pues todo se hace en nombre de una ilusoria transformación.
Nadie puede, ni debe, resistirse a sus conductas corruptas. El que lo haga, pierde la vida o, mínimo, termina en la cárcel. El que denuncia sus complicidades o trapacerías está de antemano fuera del mundo. Su ferocidad es cobarde. Y así aquí abajo como allá arriba, en el norte del Continente.
Quienes se creen exageradamente importantes tienen la sensación de que están en el centro de todo, de ser necesarios, imprescindibles, y tener la última palabra sobre todos los aspectos de la vida. Por eso son más frágiles y perecederos. El límite de la percepción humana es la timidez y la cortedad de la inconsciencia que poseen los tiranuelos.
Individuos que no tienen piedad ni por sus debilidades, que se han acostumbrado a reírse de sí mismos, aunque en sus errores vayan de por medio grandes tragedias, pues lo único que les importa son los halagos banales de los interesados de ocasión, porque encuentran siempre a quienes buscan lo mismo.
Modernos analistas del tema han llegado a la conclusión de que ordinariamente la importancia personal se alimenta de sus sentimientos, que pueden ir desde el deseo de caer bien, ser aceptados por sus iguales, hasta la petulancia y el sarcasmo. La importancia personal exagerada es un veneno implacable. Es un freno para la acción política y para la vida en comunidad.
Narrativa terrorista
Cuando una persona con esa caracterología, como Donald Trump, se encuentra desesperado, es capaz de todo eso y más. A unas semanas de haber loado desde la Casa Blanca a la gobernante formal de México, vuelve a las andadas, como todos lo habíamos previsto. No ha cambiado un ápice su actitud ante los sumisos hemisféricos.
Si alguien llegó a convencerse de que a partir de esa marrullada todo iba a ser miel sobre hojuelas, simplemente se equivocó, ha podido más su genotipo antropológico. Una nueva andanada contra los migrantes, la necesidad del muro fronterizo, la deportación de los dreamers, la represión contra los esforzados mexicanos que sostienen en gran medida su sistema de vida, se acelera en su ansia de remontar una batalla electoral que para muchos pareciera estar perdida.
Una reforzada narrativa sobre el terrorismo de los carteles mexicanos de la droga, y el combate a muerte, que implica arrasar con todas las garantías incluso de ciudadanos pacíficos, está en puerta. Trump vuelve a sostener que tanto los enemigos de turbante y los dueños soberanos del petróleo y de las materias primas esenciales para el proceso productivo, son los verdaderos enemigos del Imperio.
Que son peores que los asesinos de la SS en Auschwitz, como el primer paso para instalar nuevamente la paranoia electoral, la misma que fracasó en el terreno arancelario, en la intolerancia migratoria, en las condiciones del león en el intercambio comercial con todos los países del mundo.
Y el Occidente no puede esperar que el paranoico Trump llegue a descubrir enemigos peores que la Wehrmacht, los camisas pardas de Benito Mussolini, los kamikazes japoneses y los narcotraficantes mexicanos.
No podía ser de otra manera. El electorado de la basura blanca es implacable en sus afanes supremacistas. Y el forma el núcleo central del embate. A partir de ahora, se viene la lucha que tendrá que comprobar en campo contra todas las organizaciones que sólo subsisten porque el sistema corrupto estadunidense lo exige.
El hombre no cambia en su esencia.
Estamos en manos de locos de atar.
Indicios
“Hace unos momentos, ante una pregunta de un medio, la secretaria de Seguridad Interior de los Estados Unidos equivocadamente mencionó que alenté protestas violentas en Los Ángeles. Le informo que es absolutamente falso. Aquí dejo mi declaración del día de ayer donde claramente condeno las manifestaciones violentas. Siempre hemos estado en contra de ello y más ahora desde la alta responsabilidad que represento”, afirmó Claudia Sheinbaum al responder a la acusación de Kristi Noem. No mencionó sus anteriores conferencias matutinas en las que llamó a los paisanos a que se movilizaran. * * * Por hoy es todo. Reconozco en usted la paciencia mostrada la haber leído este Índice Político. Y le deseo, como siempre, ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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