A aquellos que sufren perdidas irreparables, enfermedades diabólicas, carencias de lo mínimo, guerras, hambre, abandono y olvido; injusticia. Que todos ellos también, de alguna forma, encuentren alivio.
Emilio Trinidad Zaldívar
Sí, si me pudiera responder, sabría por qué Dios se lleva con mucha frecuencia a los buenos. Sabría por qué hay tanto sufrimiento en el mundo; tanta injusticia, tanta hambre, tanta ambición y riqueza de unos, y tanta miseria y abandono de otros…
Sabría por qué decide que el ciclo de unos ha terminado aquí, cuando aún tienen mucho por hacer, cuando tienen muchos planes por emprender, cuando aún tienen muchos años por vivir…
Si me pudiera responder, sabría por qué Dios permite que las insensatas guerras acaben con las vidas de los menos responsables de las mismas. Sabría por qué lo inhumano del ser humano se extiende por todas partes como un plaga del Apocalipsis, sin que haya al parecer una cura para ello..
Si me pudiera responder, sabría por qué decidió que a mi hermano Mario le diera cancer en el páncreas, cuando a los sesenta años recién cumplidos, aún planea su futuro y busca con férrea voluntad y coraje, vencer a ese terrible enemigo que llegó sin avisar pero con fuerza devastadora.
Él, mi amado hermano, ha sido un ejemplo en mi familia. Siempre pensó en los demás y se olvidó de pensar en él. Siempre extendió su mano amiga para apoyar en lo que fuera al que veía angustiado o necesitado; una y mil veces, se quitó la camisa para descubrir su espalda y proteger la nuestra.
A él se le da mucho entregar lo que trae en la bolsa porque le llena ayudar, aunque por ello termine careciendo de cosas o bienes para él.
Como abogado, toda su vida se preparó, se actualizaba cotidianamente en materia del Derecho. Jamás dejó de estudiar para ayudar y servir a los que la injusticia y el abuso golpeaban cotidianamente.
Por eso, si me pudiera responder, sabría por qué Dios decidió que él sufriera hoy este martirio, cuando lo que ha hecho en su vida entera, ha sido aportar conocimiento, corazón y bondad.
Si me pudiera responder, sabría por qué Dios decidió que Mario merecía sufrir -y nosotros con él-, cuando aún la herida causada por la repentina muerte de otro hermano hace casi tres años, Carlos, aún no cierra, no sana en la familia.
No sé si algún día Dios me pueda responder. Mientras tanto, seguiré hablando con él. Le seguiré preguntando mucho, aunque yo siga sin entender nada…
Sé que me escucha, y por lo tanto lo seguiré y lo seguiré intentando, hasta que quizás Dios se harte y entonces yo pueda saber el porqué de la miseria, de la injusticia, de la enfermedad, del hambre, del sufrimiento, de la avaricia, de la maldad, de la muerte.
Por lo pronto, a Dios le pido que deposite su Luz y misericordia en el organismo de mi hermano y sane su páncreas y las heridas de su gran y noble historia; que alivie las frustraciones de sus sueños no realizados, sus ilusiones perdidas; que sane su cuerpo, su mente, sus malos recuerdos, su corazón y sus emociones. Que en suma, le dé otra oportunidad.
Los milagros existen. Tengo fe. Seguiré rogando nos conceda uno.
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