En el Congreso de la Unión, en ambas Cámaras legislativas lo que menos existe es el debate. A lo más que se llega es a posicionamientos que parecen soliloquios. Uno en pro, otro en contra, uno en pro, otro en contra…
En esta jornada de los últimos días de la semana, y aún ayer lunes, en el Pleno del Senado se aprobó en lo general la ley de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE); con 89 votos a favor y 27 en contra.
Los votos a favor en su mayoría de priistas, panistas, del Verde Ecologista, y de Nueva Alianza; en tanto que entre perredista y petistas se advirtieron los sufragios por no avalarla.
En el mismo tenor se escucharon los posicionamientos por horas. Unos dejando ver que la ley para eliminar el actual régimen jurídico de Pemex y la CFE para cambiar a empresas productivas del Estado es la panacea, mientras que los detractores advertían hoyos jurídicos y hasta el real desmantelamiento de las mismas.
Pero igual que con la energética, la de telecomunicaciones, la fiscal, la de educación, la laboral y todas las otras reformas constitucionales recientes, en el Congreso no hay debate. Todo está “planchado” con anterioridad. Sólo se cumplen las formas para al final votar por lo pactado.
Para la reforma energética el guión está escrito. El debate para unos es simulación, para otros, intento de ser escuchados pero no hay retroalimentación.
Unos dicen que con las secundarias de la reforma energética tal y como han sido redactadas desde el Ejecutivo, México será más competitivo hacia el interior y con el mercado internacional; los otros apuntan que es un mandato desde los Estados Unidos y dejan ver que el teléfono rojo está conectado no con Los Pinos, sino con La Casa Blanca.
Hay también los que permanecen en sus curules las largas horas de las sesiones maratónicas y escuchan, apuntan y conversan con propios y adversarios.
Los hay también quienes están ahí a sabiendas de que lo pactado no tendrá mayores giros y se dan la oportunidad de hablar del último viaje al extranjero, de las extravagancias de su atuendo y hasta del lugar de moda para reunirse.
Así las cosas al interior de los recintos camerales. Pero ojalá y el debate sí se dé en otro terreno. No se trata del todo o nada. Debe imperar el bien nacional, claro, de los mexicanos.
Acta Divina… Ni Pemex, ni la CFE se venden o privatizan: Enrique Peña Nieto, presidente de Mèxico.
Para advertir… Con la modificación al artículo noveno de la Ley de Pemex, no vencen los trabajadores petroleros, vence su poderoso sindicato.
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