Claudia Rodríguez
No cabe duda que a los peñistas los tiene muy preocupados no sólo haber perdido la elección del Presidente de la República –y de muchas posiciones más–, sino también la misma escena pública y el espacio mediático perdido, desde la misma noche del primero de julio.
Como los seguidores y conspiradores de la casa presidencial de la actual Administración, siempre tienen que opinar en contra en todo momento para con Andrés Manuel López Obrador –ya no como candidato a la Presidencia de manera persistente; sino como virtual presidente electo–, resulta que ahora le escatiman y critican la vorágine de reuniones con distintos grupos nacionales e internacionales de intereses políticos, sociales, económicos, en seguridad y muchos más rubros.
Hay que entender primero, lo inédito del momento político-electoral, en el que Andrés Manuel arrasó en las urnas y fue factor para que muchos de sus correligionarios lograran ganar los puestos de elección por los que competían, al grado de tener de su lado gobernantes incluso a nivel municipal y sobre todo la mayoría de las Cámaras legislativas federales.
Es por eso mismo, que esta colectividad votante de Morena y los que sufragaron por otra opción, tienen gran expectativa de que se cumplan los compromisos de campaña de López Obrador, propuestos en cada rincón del país.
Para esto el equipo de la próxima Presidencia de México, sabía que no podía esperar a los tiempos legales de toma de posesión e iniciar con el trabajo en modo acelerador hasta el fondo; incluso desde hace meses es próximo presidente de México, fue presentando a las mujeres y los hombres que lo acompañarán en el terreno la función pública.
Lo dicho. A todos quienes sirven a en el equipo de Peña Nieto y colaboraron en el equipo de campaña del candidato del PRI, José Antonio Meade; los tiene desconcertado que el jefe supremo del país en funciones, haya perdido la escena pública, y esta sea acaparada por Andrés Manuel y todos sus colaboradores.
Se argumenta que es dañino para todas las fórmulas los nuevos actores de interés para los medios de comunicación, desde para el virtual presidente electo, la sociedad y el mismo presidente en funciones Enrique Peña.
Sin embargo, aquí cada quien tiene su responsabilidad.
Peña se ha cruzado de brazos en materia de gobernabilidad desde mucho tiempo antes del día de la votación del proceso federal, para muestras: los homicidios que a diario se cuentan en números cercanos a la decena en todo el territorio nacional, los temas de corrupción que saltan a diario y hasta los asuntos de migración que atacan los derechos humanos de familias mexicanas que buscan una mejor vida en los Estados Unidos y en este terreno, hasta el fracaso en el acuerdo del Tratado de Libre Comercio (TLC).
Andrés Manuel por su parte, ha puesto una forma inédita de trabajo del proceso de transición, que por lo tanto a los medios interesa, más que los discursos cosméticos del actual Gobierno; sobre todo porque es lo que está generando la misma agenda política de análisis y discusión.
No hay regla escrita para los modelos de transición de gobiernos, sobre todo para aquellos que enuncian que es políticamente incorrecto, obnubilar al presidente en turno. Sólo los priistas han guardado la sana distancia para no estorbar al portador del dedo elector.
Sin embargo, es cierto que el desgaste para el equipo de López Obrador puede ser una trampa del mismo destino o de los brazos cruzados del Gobierno peñista.
Acta Divina… El senador Javier Lozano Alarcón, señala que el virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador, no debe opacar la figura del actual presidente en funciones.
Para advertir… No existe en la jurisprudencia mexicana, ninguna ley o norma que restringa la forma de trabajo del equipo de transición.
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