La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El Frankenstein siempre estuvo en modo avión
El presidente López Obrador, está obsesionado por la forma en que pasará a la historia, por ello, el tema del #NarcoPresidente, lo desquicia, le pega en la línea de flotación, se puede convertir en su sello, como lo fue la Casa Blanca y/o los desaparecidos de Ayotzinapa con Peña o, el tema García Luna, con Calderón. Sean o no verdad, el imaginario colectivo interpreta los hechos y como dice el dicho: si matas un perro, te dicen mataperros.
En este tenor, uno de los fracasos más estrepitosos del tabasqueño, fue el impulso que dio a Cuitláhuac García, para que llegara a la gubernatura de Veracruz, su protegido nunca pudo con el encargo, jamás entendió el quehacer político y, por lo tanto, su gestión es desastrosa en cualquier sentido, incluso, por cinco años, el control estuvo en manos de Eric Cisneros, ex secretario de Gobierno.
Así pues, cada que viene a jarochas tierras, López se desgañita afirmando que el Cui es un hombre bueno, honrado, el mejor gobernador que ha tenido la entidad y, supone, como el Rey, que su palabra es la ley.
Desde luego, los dichos del mandatario, carecen del mínimo asidero con la realidad, su ‘muchacho’, es la demostración fiel del fracaso de las ocurrencias, ya que, habiendo muchas y muchos veracruzanos sapientes que, militan en la izquierda, se inclinó por un personaje que, como dicen en el rancho, no tuvo puta idea de lo que significa gobernar.
Palo dado ni Dios lo quita señor presidente, ahora, espere la respuesta en la próxima jornada electoral, porque, lo peor de todo, es que usted, es reincidente. Ya se verá.