La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
De pronto, todo se volvió prensa del ‘corazón’ ¡cuánto cotilleo!
A todas luces, lo ocurrido en Yucatán, demuestra que la salud del presidente López Obrador, además de ser un misterio para la opinión pública, no pasa por un buen momento.
Resulta que, por la mañana del domingo, corrió un fuerte rumor en los medios de la península, acerca de que el mandatario sufrió un presunto desvanecimiento, lo que habría obligado a suspender las actividades programadas en aquella entidad.
Presto, el vocero presidencial, Jesús Ramírez, salió al quite en sus redes sociales, donde señaló, que las actividades del Tlatoani continuaban con normalidad.
Pero tan no había tal contexto que, un poco más tarde, el tabasqueño posteó lo siguiente en su cuenta de Twitter: “Ni modo, amigas y amigos: salí positivo a covid-19. No es grave. Mi corazón está al 100 y como tuve que suspender la gira, estoy en la Ciudad de México y de lejitos festejo los 16 años de Jesús Ernesto. Me guardaré unos días. Adán Augusto López encabezará las mañaneras. Nos vemos pronto”.
Algo no cuadra, lo primero, es que el vocero y su patrón entraron en franca contradicción. Sí hubo un evento, extraordinario, que obligó a suspender la gira de trabajo, el mismo, impidió que se diera una coordinación en la versión que se ofrecería a la ciudadanía: ¿por qué Ramírez dijo que todo transcurría con normalidad? ¿qué buscaba ocultar? ¿por qué el presidente salió del ‘aire’ varias horas?
El COVID19 no es un mal repentino, por lo tanto, para agregar materia al sospechosismo, es muy extraño, que el señor presidente no haya elaborado un videíto (asunto que le encanta), para explicar. Que cada quien saque sus conclusiones.