La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La ‘reparación del daño’ se limita al lugar común: no habrá impunidad
Que un policía, mate a un joven sin ningún motivo, es algo muy grave, pero, que estos sucesos ocurran varias ocasiones a lo largo del tiempo, nos describe una trágica situación: la ciudadanía está desprotegida, a dos fuegos: por un lado, el crimen organizado y, por el otro, las fuerzas del ‘orden’.
Lo ocurrido en Lerdo de Tejada, es un acto de barbarie, si un conductor no se detiene en un retén, la lógica indica que le deben disparar a los neumáticos, no al cuerpo, además, la gente evita tales puntos de revisión, porque todo acaba en una extorsión.
En la entidad, se ha vuelto práctica común, que la policía detenga a los jóvenes que les parezcan ‘sospechosos’, evento que se caracteriza por el maltrato que se ejerce contra el ‘hipotético delincuente’, si las cosas salen bien, no pasará de la humillación referida, en caso contrario, pueden llevarlos a la prisión preventiva más cercana y ahí empieza el peregrinar para liberarlos.
Motociclistas, taxistas y noctámbulos, también son parte de la clientela preferida de los rondines de gendarmes, historias hay por cientos.
Cinco años de la actual administración y las cosas, de acuerdo a los colectivos y ONG’s especializadas, no tan sólo no mejoraron, sino, que empeoraron, los abusos policiacos, por desgracia, son parte de lo cotidiano.
¿Quién cuida a las y los veracruzanos?, obvio, pregunta sin respuesta. Estamos jodidos.