ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Cuando en su campaña por la Casa Blanca allá por 1992 el demócrata Bill Clinton pronunció la icónica frase “¡es la economía, estúpidos!” remontó en las encuestas y, posteriormente, ganó las elecciones al republicano George HW Bush quien, como ahora lo hace Donald Trump, elevó la inflación y empobreció a los estadounidenses.
Desde entonces, la frase se ha repetido en todas partes y en muchísimas ocasiones. Hasta con variantes, como es hoy aquí el caso.
Viene a cuento por las excusas que, en nado sincronizado, los cuatroteros han exteriorizado en contra de juzgadores de todo el país porque dicen –voz de Omar García— que han sido los jueces quienes cambiaron medidas cautelares para que más de cien presuntos delincuentes salieran de prisión.
Excusas, sí, porque de excusas no paramos en este régimen de Cuarta… Transformación.
Desde 2018 todas las culpas recaen sobre los jueces, aún a sabiendas de que a éstos les llegan carpetas deficientemente investigadas y armadas por fiscalías incompetentes y, en no pocos casos, hasta son ignorantes de la legislación en vigor.
¿Qué puede hacer un impartidor de justicia ante situaciones como esas que son más frecuentes que alguno de esos fiscales quisieran aceptar?
No les queda más remedio que ajustarse a las carpetas de investigación tal y como les llegan desde las instancias que deberían procurar justicia, presentadas además por fiscales incompetentes, por lo que invariablemente liberan a los presuntos perpetradores de todo tipo de delitos que los investigadores no supieron –o hasta no qui$ieron– armar con diligencia, conocimientos y pulcritud.
A Omar García, al presidente en turno de la Cámara de Diputados Sergio Gutiérrez Luna –quien se lanzó en contra de jueces tamaulipecos un día antes de que el titular de eso que llaman Seguridad Ciudadana lo hiciera– deberían gritarles que esa impunidad que acusan no es responsabilidad única de los juzgadores, que ¡son las fiscalías, estúpidos!
Gertz falla, falla y falla en caso Lozoya
Quizá el ejemplo más difundido y, por ende, mejor conocido, sea el del primer día del juicio con el que Andrés Manuel López Obrador inició la simulación de su lucha en contra de la corrupción.
Usted lo recuerda. Comparecía el exdirector general de Pemex, Emilio Lozoya Austin en uno de los juzgados del Reclusorio Norte de CDMX, mismo que casi al inicio de la audiencia abandonaron los fiscales de la dependencia dizque autónoma de Alejandro Gertz Manero, cuando reconocieron ante el juez de la causa ¡que no estaban preparados ni conocían el expediente acusatorio!
Por supuesto que tal incidente ni es un caso único ni mucho menos aislado. Son decenas los casos en los cuales el juzgador se ve prácticamente obligado a liberar a presuntos delincuentes por las ineficiencias, falta de conocimientos e, incluso, corrupción de los agentes ministeriales que llevan los juicios por la parte acusadora que, generalmente, es el Estado mismo.
Penalistas expertos en la materia insisten en que hace falta capacitar a MPs, peritos y policías de investigación, lo que debió implementarse mucho antes que la perniciosa reforma que deformó al Poder Judicial, cuyos integrantes cargan siempre con la responsabilidad que les imputan AMLO, en su primer sexenio, y ahora la Presidente formal Sheinbaum, junto con su protagónico policía Omar García.
El “caso Lozoya”, por cierto, ya cumplió ocho años en enero de este 2025, desde que la Fiscalía General inició la investigación formal en su contra por los presuntos sobornos que recibió de la constructora Odebrecht a cambio de ventajas para obtener contratos.
Sobra decir que no está resuelto y que el proceso no ha llegado a juicio porque, incluso, ¡los fiscales han perdido pruebas clave en el camino!
Y en ese camino, que incluyó dos años de prisión para el inculpado, hubo una fallida negociación con Lozoya para convertirlo en testigo colaborador a cambio de denuncias que este hizo en contra de conocidos políticos de oposición, con Luis Videgaray a la cabeza.
Sin embargo, más allá del aprovechamiento político que tuvo esa denuncia, el caso no se ha podido sacar adelante ¡por la falta de evidencia que sustente los dichos!
La única persona bajo proceso penal por los dichos de Lozoya, el expanista Jorge Luis Lavalle, no solo está libre, sino que fue contratado por la gobernadora de Campeche, la morenista Layda Sansores, para que trabaje en su gabinete como secretario de Desarrollo Económico.
Por las fiscalías es que reina la impunidad
Procurar justicia, misión principalísima de las fiscalías, es una definición muy bonita pero inadecuada para el momento actual, pues, como dijo AMLO, “a mí no me salgan con eso de que la ley es la ley”.
Porque en el régimen de Cuarta… Transformación se desprecia a la ley y se impulsa la impunidad es que en México hay más de 100 mil desaparecidos… por la ineficacia de las procuradurías o fiscalías.
Por eso en México hay decenas de masacres cada mes… por la impunidad producto de fiscalías corruptas y chambonas.
Por eso en México hay decenas de muertos cada semana…
Mujeres, hombres, incluso niños, pierden la vida a diario a manos de quienes saben que su crimen no tendrá castigo, y así es como reina la impunidad.
Y ¿sabe usted por qué?
Porque la justicia y las instancias públicas encargadas de procurarla están podridas.
De eso nunca habló López Obrador en su primer sexenio.
Tampoco lo hace la señora Sheinbaum en este que tiene en comodato.
Menos aún el policía García o, en nado sincronizado, el diputado Gutiérrez Luna.
Para todos los cuatroteros los culpables de la liberación de presuntos delincuentes siempre son los jueces… que al fin y al cabo ya los van a correr, luego de que los desprestigiaron para poder demoler sin obstáculos al Poder Judicial, sin querer darse cuenta de que ¡son las fiscalías, estúpidos!
Indicios
Cada vez más frecuentemente se da a conocer que, dentro de las fiscalías, se crean fiscalías especializadas en esto y en esto otro. Más burocracia y cada vez menos sujetos preparados y ni siquiera capacitados para ocupar esos cargos que se obtienen como premio o recompensa por militancia partidista o, incluso, por nepotismo, amiguismo y compadrazgo. Resultado: Crece el número de delincuentes en las calles y, claro, en los del lado oficial. * * * Reciba usted mi reconocimiento por haber leído hasta estas líneas. Y como siempre, también mis mejores deseos para que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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