* Claudia, no olvides hablar siempre de mi gran obra
Tercera Parte
(Novela breve de algunas de sus andanzas, pasiones, ambiciones, vivencias, rencores y odios)
*Hay personajes reales con nombres ficticios; también lugares reales e imaginarios.
Emilio Trinidad Zaldívar
En el discurso con sus colaboradores más íntimos, más cercanos, Claudia Shimula Paciencia decía que marcaría su ruta, su estrategia, su proyecto, pero en la práctica y con tantos colaboradores que le incrustaron, tenía que decir lo contrario y ser cauta, cuidadosa, muy precisa, para no hacer enojar a su patrón y guía si éste se enteraba que pretendía tarde que temprano sacudirse, liberarse de las amarras que la unían a Andyno Mayuel López Impostor, de quien era una mala copia pero fiel reflejo de la misma línea dura, ciega, intolerante y sorda ante los reclamos de los que no pensaban como ellos. Por eso seguía al pie de la letra todo lo que desde la distancia le ordenaban e imponían.
Lo que no sabía la nueva casi Emperatriz, era que desde el mismo Palacio Nacional, el hombre que le había sumado a su antecesor un ejército de aplaudidores para que en las mañaneras le aplaudieran durante todo su sexenio disfrazados de aduladores “periodistas”, y al que le pudo también imponer como Coordinador de Asesores a Shimula Paciencia -el nefasto de Jesús Godínez Cuerdas-, era que todas las tardes, a escondidas, éste ruin personaje se reportaba con el ex Presidente para informarle a quienes recibía su sucesora en esa lujosa oficina que nunca hubiera querido dejar.
Este perverso funcionario, que presumía haber inaugurado un nuevo modelo de “comunicación circular”, daba un reporte minucioso de todo cuanto hacía o decía la doctora Claudia Shimula Paciencia para que si ésta se separaba una línea de la directriz trazada desde la finca de Padentro, allá en Chiapanga, se le recordara cómo, por qué y por quién llegó ahí.
– Señor Presidente -le decía el lambiscón pero suertudo funcionario público-, le paso el parte del día de hoy. Doña Shimula Paciencia está atendiendo todas y cada una de sus instrucciones al pie de la letra. Es buena para seguir el guión que usted elaboró. Ella es dócil, sumisa y muy pero muy obediente.
Del otro lado del teléfono, tronaba una ruidosa carcajada de felicidad y decía:
– Te lo dije querido Jesús, yo no me equivoco, mi Claudia no se atreverá -aunque en el fondo lo piense, desee y busque- a cambiar nada. Ésta es la continuación de mi Cuarta Transformación, de mi legado, y ella atenderá todas y cada una de mis indicaciones. Lo estamos viendo y eso me tiene sumamente feliz, feliz, porque estoy extendiendo mi sexenio para que sea de 18 años, entendiendo que luego de ella, llegará el “orgullo de mi nepotismo”, mi hijito lindo Fidel Andyno.
– Mira Jesús, como prueba de que todo va bien, repasemos: Le ordené que no me tocara a Cuauhtémoc Delpolvo Blanco y lo hiciera diputado federal, que sumara a su gabinete a los aún titulares de los gobiernos de Chiapanga y Veráslacruz, Rutilio Eschambón y Cuitlacoche García, así como a mi paisano Carlos Manuel Merrindo Camposanto, con todo y los pésimos resultados que dieron en sus gestiones. A ellos nadie me los toca.
Y no se equivocaba el expresidente. Su sucesora estaba empeñada en atender lo que le indicara y hasta buscaba parecerse a él en sus risas, sus gestos, sus posturas, sus dichos, sus retos, sus burlas, su conducta y arrogancia.
– Fíjate Chucho -le dice el expresidente Andyno Mayuel López Impostor a quien fuera su vocero- cómo ha seguido Claudia el guión que le entregué a mi salida. Te confieso que además de los reportes diarios que me das, yo hablo con ella todos los días para que no cambie nada, que parezca que claramente me representa, que está ahí como figura decorativa, y que le seguiré dando indicaciones todos los días antes de las cinco de la mañana. Por ejemplo, le instruí que a Gobernación fuera Rosa Icelatarea Rodríguez y cumplió. A ella en unos años la va a enviar por indicaciones mías como gobernadora de su natal San Luisanto Potrosí; también le ordené que a Martí Bates Conlarama lo enviara al ISSSTE y casi la totalidad de su gabinete es gente que responde a mí. Ella seguirá atada y acorralada.
El expresidente goza de su fuerza, su peso, su presencia. Nada ha cambiado y parece que nada cambiará porque desde donde se encuentra, sea su rancho o la isla caribeña de Cuba, lo cierto es que hasta hoy no hay sello de mujer, no hay nada novedoso, ni cambio de rumbo y menos de estrategia. Todo sigue igual. El país está en constante deterioro.
Una madrugada, antes de las rigurosas cinco de la mañana que doña Shimula Paciencia esperaba la llamada del expresidente, su celular timbraba con ese sonido especial que puso para saber cuando era él al otro lado del teléfono. Lo tomó apresurada y nerviosa porque la buscaba antes de la hora pactada. Algo le urgía a Andyno Mayuel López Impostor y eso le inquietaba.
– Señor Presidente, buenos días, dígame, ¿en qué le puedo servir hoy y qué indicaciones me dará?
– Claudia querida, buenas madrugadas, qué bueno que siempre tomes mis llamadas con alegría y de inmediato. Oye, No dejes de repetir las mentiras que siempre yo expuse porque sólo así se convertirán en verdad y el pueblo bueno que nos sigue a ciegas seguirá creyendo en nosotros. No olvides que los conflictos sólo existen cuando se reconocen, así que no reconozcas nada que nos perjudique. No dejes de ponderarme, no sueltes a Genaro Gracias a la Luna, ni a Calderón Hijosnostra, habla mal de Fox Quesillo y de Ernesto Zerdillo De León, porque él me atacó mucho. A ellos diles expresidentes pero a mí no me dejes de decir Presidente. Siempre mencioname en todos tus eventos. Habla de mí, de mi gran obra, de mis hazañas, de mi grandeza. No olvides Claudia que soy YO el nuevo Padre de la Patria.
– Sí señor Presidente, así lo he hecho y así lo haré. Descuide, usted es luz en mi camino y por eso seguiré su luz para que me guíe.
López Impostor le había instruido a su sucesora que a él le dejara 25 soldados y marinos para que fungieran como sus escoltas, y para cada uno de sus hijos y esposa, diez militares para su protección y cuidado, además de los varios coches blindados con los que se conducían por la ciudad capital o las entidades del país, claro todo ello con cargo al erario nacional, faltaba más.
A Omar García Lehicieronfuchi no le gustaban los excesos de seguridad para la ex familia presidencial pero él debía guardar silencio, aún y cuando López Impostor había insistido en no sumarlo al gabinete porque le tenía odio. Omar repetía, en tono burlón: es un honor entrar con calzador.
Continuará….