Manuel Zepeda Ramos.
Cuando el destino nos alcance, es el título en español de esta película Hollywoodense de 1973, que marcara a los jóvenes de mi época.
Estelarizada por Charlton Heston, Edward G. Robinson y Leigh Taylor-Young en los papeles principales y dirigida por Richard Fleischer, es una película de ficción ubicada en el siglo XXI, en el año 2022.
La trama distópica considera que todo el abuso de la contaminación causada en el siglo XX, que llevó al hacinamiento, la contaminación y al calentamiento global debido al efecto invernadero, condujo a un desastre ecológico en todo el planeta Tierra, de tremendas dimensiones.
Charlton Heston -en cuanto salía a escena se respiraba una gran tranquilidad entre todos los que estábamos en la sala de exhibición-, Roberth Thorn en la película, era un detective que investigaba un caso policíaco complejo con la ayuda de su amigo Sol Roth -Edward G. Robinson-, que apodaban “Libro”, por los cuantiosos títulos existentes en su biblioteca y que coadyubaban en sus investigaciones policíacas de gran profundidad.
Thorn se mete a fondo a investigar el asesinato de un magnate empresario de la compañía transnacional de alimentos Soylent, descubriendo con la ayuda de “Libro” un drama mundial: el trafico multitudinario de seres humanos, generalmente ancianos, que al morir nunca llegan a descansar: los muertos son convertidos en proteína, en alimento envasado para los compradores del súper trasnacional en todo el mundo, debido a que la vida en los océanos y el plancton se están muriendo y que la crisis ecológica en la superficie terrestre impide obtener alimentos suficientes para la humanidad.
Para ello, reclutan en todo el mundo a los ancianos abandonados que en un sitio llamado El Hogar, una institución pública donde la gente puede ir para que pongan fin a su vida en un ambiente de calma y paz, escuchando la música de todos los tiempos pasados y viendo escenas muy bien filmadas de un mundo ya inexistente. Pues Thorn, haciéndose pasar por uno de los candidatos a bien morir, investiga a fondo el gran problema, llegando hasta sus últimas consecuencias. ¿como termina la película? No se los cuento porque querrán verla. Está un You Tube.
Lo que si les cuento es que ahora que en el mundo empiezan haber barruntos de tormenta y no son pocas las regiones del planeta que ya los sufren, reflexiono todos los días en qué se podría hacer.
Como no soy aspirante a nada y no creo que yo pueda impedir los barruntos para resolver la sobrevivencia futura -ya no tan mediata-, del hombre, pienso en cosas que también podrían ayudar al menos a solventarlos; al menos a paliarlos.
Pienso, siempre, en las Instituciones de Educación Superior, en las universidades de México, como instancias de gran productividad. Pienso en la Investigación Científica, en sus talentos bien formados y educados; pienso en la Innovación y sus vínculos necesarios con el desarrollo municipal, estatal y regional. Pienso en la Divulgación del Conocimiento y sus métodos para que lleguen a la gran masa, que varias universidades ya los tienen y no las practican por falta de recursos; pienso en la Difusión de la Cultura y su conquista segura de los continentes y países, ofreciéndoles espectáculos bien montados de interés y calidad que reflejen la cultura de México ante el mundo; pienso en la implementación del Servicio Social universitario, comunitario, rural y urbano que lleven enseñanza y apoyo a los desposeídos y formación a los estudiantes en torno al México real que habrán de enfrentar; pienso en un gran desarrollo del Turismo Regional, de Naturaleza y Aventura, en el Turismo de Reuniones que hagan el sitio preferido de la inteligencia universitaria que quiera y deba ventilar su conocimiento; entre otros pensamientos.
Siempre que pienso en la existencia de grandes talentos en México, muchos, que quieran aportar su conocimiento para su buen desarrollo y formación de este gran país, me da una gran alegría y me lleno de optimismo.
No permitir, nunca, que el destino nos alcance.