Por Claudio De la Llata
Una vez emitido el anuncio del presidente de México, enfundado en el disfraz del hombre orquesta, generó las reglas como árbitro único y jefe máximo de MORENA, para la sucesión presidencial, en donde lo que ha imperado, es el desorden y la confusión.
En medio de la catástrofe que invade al país, en donde desde la educación, hasta la seguridad están de cabeza, pasando por la salud, el empleo, la inversión y la profunda desconfianza que los mexicanos sienten por todo lo que hace y todo lo que tocan MORENA y su tlatoani tropical, que se obstinan en ganar las elecciones del 2024, valiéndose de las peores artes y de todas las trampas posibles, para quedar bien con el foro de Sao Paulo, con Vladimir Putin, con Xi Jinping, con Díaz Canel, Nicolás Maduro y Joe Biden.
Pero quien a dos amos sirve, con alguno tiene que quedar mal, y es el caso de Joe Biden, que pareciera le pudiera estar viendo la cara de tonto; pero si piensa el habitante de Palacio Nacional que eso puede suceder, que le pregunte a Donald Trump si opina lo mismo justo en este momento, en el que está bajo la espada de Damocles y contra las cuerdas por la justicia del vecino del Norte, que parece lo van a dejar en la cárcel, para evitar más molestias.
Dentro del marco de la sucesión todo está mal, los actos anticipados de campaña de las corcholatas, las reglas unilaterales y dictatoriales, como aquella que pudiera parecer que viola flagrantemente la libertad de expresión, en la que obligan a los aspirantes a no conceder entrevistas a medios críticos, las renuncias obligadas, los recorridos en el país, en las que sólo se atisban dos cosas: la primera que desde Palacio Nacional se intenta frenar a Marcelo Ebrard, y la segunda, que a Claudia Sheinbaun la quiere imponer Andrés Manuel López Obrador, contra viento y marea…
Pero además del terrible desaseo en la sucesión, priva el tufo de un pasado inmediato lleno de contradicciones e imposiciones al por mayor, pues muy lejos queda el discurso demócrata del profeta tropical, cuando en verdad lo que ha pasado es que ha hecho todo cuanto recriminaba cuando era oposición, como dejar que el amiguismo y la parentela influyentes hagan de la suyas, como el caso de Mario Miguel Carrillo Cubillas, quien es primo hermano de Mario Delgado, fuera candidato y hoy diputado federal electo por MORENA en el distrito de Atlixco en el estado de Puebla, lugar que jamás conoció, y no importando lo ajeno que era, le impusieron por encima de la militancia de izquierda de la región.
Peor no sólo eso, sino también la conspicua rebeldía de algunos miembros de la 4T cuya militancia y capital político, no les alcanza ni para asumir la presidencia de la asociación de amigos de la balalaica, pero que ya se subieron a la sucesión presidencial, con una determinación alarmante y con la implícita comicidad involuntaria del caso, como Yeidckol Polevnsky, Gerardo Fernández Noroña y el güero Velasco, cuya participación de pena ajena, no les quitan las aspiraciones, pues para un cara dura no hay límites.
Pero no sólo eso, también está casi de relleno Ricardo Moreal, quien sólo quiere el gobierno de la ciudad de México y una gubernatura más, y es a lo que llegó, a negociar por sus intereses y sus corcholatas, sabe que no le alcanza y lejos de abrirle paso al mejor posicionado, su búsqueda se centra en las cuotas de poder, por lo que su precampaña es una verdadera farsa, digna de utilizarse, para describir la conducta moisesiana de sacar aguas de las piedras.
Pero hablando de personajes especiales, está Claudia Sheinbaun, que se da el lujo de no acatar las reglas, y decir que va a salirse cuando tenga que ser, o de preferencia el viernes 16 de junio, si es que las circunstancias la obligan, por lo que hará que esperar a ver qué hace la elegida de Palacio nacional estos días.
Pero el caso de Marcelo Ebrard es digno de tomarse en cuenta, ya que pese a ir arriba en las encuestas de verdad, de ser el que más formación política, el que mejor le ha cubierto las espaladas en el exterior al presidente de México, el que podría ganar con la mano en la cintura; pues ese señores, no quieren que llegue Adán Augusto, ni Claudia Sheinbaun, y lo peor de todo… ni López Obrador.
Pero pese a ello sigue en la 4T, en una conducta franciscana de hablar con las bestias, pero que podría llegar a colmarlo y salirse de MORENA, y pues si bien no ganaría, sí que los haría perder y si no pregúntele a Francisco Guadiana, pues pese a que todos quieren ver como arquetipo de lo electoral para el 2024, lo sucedido en el estado de México, nadie quiere darle la verdadera dimensión de lo sucedido en Coahuila dónde una cosa ha quedado clara: unidos han resultado invencibles, pero divididos, no valen nada y los pueden vencer con facilidad.
Por lo anterior es que López Obrador ha puesto muchos candados, pues sabe que si se dividen les puede ganar quien sea, como sea y a la hora que sea.
Finalmente basta decir que López Obrador tiene una sucesión adelantada, que podría echarse a perder, ya que sus dirigentes se pudieran estar confiando demasiado, y podrán pasar un mal rato, por conducirse con una arrogancia innecesaria, creyendo demasiado en sí mismos, cuando no se han dado cuenta que el país se está cayendo a pedazos, y si no mejoran sus resultados de gobierno, podrían en 2024 perderlo todo.