DIARIO DE ANTHONY
4:49 p.m. Porque YA ESTOY HARTO DE VIVIR CON DOLOR. Esto no es vivir y; lo único que anhelo y deseo es que alguien le cuente al mundo mi vida, mi historia y mi sufrimiento.
El lunes 8 de febrero es mi primera cita con un psicólogo. Por esos días, debo de hacerme un electro encefalograma. En un “call center” de Yucatán CONOCÍ a dos personas, las cuales ahora quisiera decirte sus nombres.
“Saydi Vázquez”, quien amablemente siempre estuvo conmigo “cuando él” me abandonó. “Saydi, amiga. ¡Muchísimas gracias POR TODO! Esto es lo mínimo que puedo hacer: darte las GRACIAS”.
Tal vez yo muera, físicamente. Hace rato he llorado muchísimo al recordar un pasaje muy doloroso de mi infancia: la manera en que aquella horrible burla hizo que yo me odiara por ser yo, y no otra persona.
La segunda persona, psicólogo también del mismo lugar, se llama “Pedro Arango”. Y esta tarde, hace apenas unos instantes, me ha dicho frases muy bonitas. Él me ha dicho que puedo contar con su ayuda de manera incondicional.
A él lo conocí el sábado pasado. Y desde ese instante de verlo, encontré empatía. Mientras “él” decidió abandonarme MORALMENTE, la vida, quien siempre me ha tratado de lo peor, me hizo CONOCER a dos personas maravillosas.
“Saydi, Darling… Gracias por todas las veces que atendiste mi llamada. Gracias por cada palabra tuya, cada palabra de aliento y demás…”
Anthony “se va a morir”. Pero antes quisiera… ¿Contárselo al mundo?
Pedro Arango me ha dicho o me ha alentado a no darme por vencido. Pero es solo que SIENTO YA NO PODER MÁS. Gracias a él, el electro encefalograma casi será gratis. Él me ha dicho que yo solamente tendré que pagar un precio simbólico por el estudio. Luego, apenas tenga el resultado, regresaré con el neurólogo.
O encuentro “una cura” a mi mal, o ¡me mato! Pero quiero que el mundo sepa que luché hasta lo último. Good bye, Anthony. Farwell, Little Child. Now you fly freely!
Y lloraré de alegría el día de “mi liberación”. Y él, que me abandonó, tampoco estará ahí para mí. Anoche le escribí preguntándole si tampoco puedo ya contar con su amistad.
Y es que, ya no puedo seguir esperando por él. Si nunca me amó de verdad, pues qué más. Yo a él sí lo amé de verdad. Pero está bien. Las personas siempre terminan abandonándome, como él mismo.
Él no pudo y no supo entender lo dañado que yo estaba. Hace apenas dos horas atrás, sentí que ya no tenía yo más opción que “suicidarme”. Y es que, había mucha presión aquí en mi cráneo.
“Pedro Arango, ¡muchísimas gracias por sus palabras! Me hicieron sentir que NO ESTOY SOLO. Es tanto lo que usted me cae bien, que me gustaría que fuese usted mismo a quien le cuente TODO.
“Él me abandonó. Un día decidimos ser “padre e hijo”. Él fue la primera persona a quien le conté el apodo más feo que un día me pusieron. (Estoy llorando mucho cuando todo esto escribo).
Ya solamente quisiera descansar en paz, donde los malos recuerdos no me puedan seguir… ¡Ahora siento odiarlo a él! (¡Muérete, Anthony! ¡MUÉRETE, MALDITO!) (¡QUE ALGUIEN ME ABRACE, POR FAVOR!)
Dolor. ¡Maldito dolor en mí!
A él no le importó MI PASADO. Tampoco entendió que por dentro yo seguía siendo un niño muy dañado. “¡Feo Anthony!” Todo lo que yo quería era sentir que era parte de él, de su vida.
Ahora lo estoy contando. Antes no habría podido. Cuando se lo dije por vez primera, ¡sentí muchísima vergüenza de mí mismo! Por lo visto, a él tampoco le importó ESTO: el hecho de que decidí confesárselo.
Con el dolor ahora mismo en mí; ruego al cielo para que me de fuerzas y… ¡un poquito de dignidad! ¿Quién o qué PODRÍA darme DIGNIDAD? Hacerme sentir QUE YO VALGO.
Él me abandonó, como si yo fuese un trapo inservible. Duele, lo sé. Pero más duele TODO MI PASADO. TODO ESO QUE CON NADA PUEDO BORRAR DE MI MENTE.
¡Se lo confesé! Y ahora míralo. ¡Me tiene abandonado! Y, se supone que era yo “su hijo”. Ah. ¡Qué clase de padre le hace eso a su hijo!
Hola, Saydi. Y hola, Pedro Arango. Para ustedes dos son las siguientes líneas:
“He vivido toda una vida “muerto con vida”. Este soy yo; Anthony Smart. No sé qué vaya a suceder conmigo. Por un lado quisiera VIVIR, quitarme este dolor de encima y, en lo posible, tratar de continuar como si nada…”
“Cuando yo muera, físicamente; desearía que el mundo supiera que existió un niño-adulto muy valiente, y quien soportó cada embestida del dolor en completo silencio y sin jamás quejarse”.
“¿Quién llorará mi muerte física?”, me pregunto. Porque mi muerte espiritual nadie lo hizo. Morí poco a poco. Lentamente el dolor me fue reduciendo a solamente un cuerpo lleno de dolor, ira y demás…”
“¿Un amigo de verdad?” Alguien que estando solo frente a mi tumba, sonría por verme al fin LIBRE DE SUFRIMIENTO. Y que luego ese amigo mire hacia el azul del cielo, y que luego traiga a su mente “mi sonrisa hermosa y mi mirada con ese brillo especial”. “Anthony, FAR-WELL”.
Se los contaré a USTEDES DOS, personas ahora ya especiales para mí. Hablaré de mí, como si de una tercera persona se tratase.
“Lo llamaban todo tipo de cosas feas, pero de todos esos apodos, uno en especial lo hizo saberse “horrendo físicamente”. Le decían “E.T. el extraterrestre”.
“Con el pasar del tiempo, Anthony se inventó así mismo -y para poder defenderse- la imagen de un niño hermoso. Siempre lo creyó un niño de raza blanca, pero con la piel muy morena”.
“Su cuerpo era largo y delgado; su sonrisa era hermosa y sus ojos eran cafés y grandes. Siempre iba vestido con sandalias Teva, calcetas blancas, shorts y playera muy sencilla. Todo este atuendo lo hacía ver como “un niño californiano”.
“Y, si el Anthony real era muy feo, facialmente hablando, pues aquel otro era todo lo contrario. Todo su rostro era muy suave, lleno de armonía, paz y brillo. ¡Guapura Pura!”
“Un niño californiano, ni más ni menos. Alto, flaquito, libre como el viento”.
“Toda su vida Anthony refugió su yo herido y humillado en este niño, al cual siempre estaba buscando fuera de su cuerpo. Adonde sea que él fuere, buscaba con desesperación a ese niño. ¡Pero él, jamás lo veía! ¡Dolor!”
“Después; luego de un día difícil de su vida, se miraba al espejo y entonces se preguntaba: “¿De verdad soy feo?” Luego de pensarlo un gran rato, descubría sobre su propia mirada “la mirada de aquel niño hermoso que él tanto buscaba por fuera”. ¿Entonces?, volvía a decirse así mismo. “Si no soy feo, ¿por qué entonces se burlan de mí?”
“Difícil era para él saberlo. Y, gracias a todo esto, comenzaría a nacer en el Anthony “feo” una personalidad “altiva”, e incluso “engreída”.
“Después entonces él comenzaría a odiar todo lo que no luciese “estético” frente a sus pupilas. Es decir que comenzaría a odiar “a sus semejantes” por el simple hecho de encontrarlos “antiestéticos”, es decir “no altos ni delgados”.
“Curiosamente, o dolorosamente, el Anthony “feo” era flaco y alto, igualito que aquel otro a quien él tanto buscaba fuera de sí. ¡Tortura! Todo su cuerpo no coincidía con su rostro”…
Al pasar de muchos años él mismo comprobaría que toda su vida había vivido con una enfermedad increíble: “rinitis”.
“Y ahora aquí seguía el Anthony “horrible”, harto y cansado de lidiar con un dolor que ahora solamente parecía sentirlo sobre su cráneo”…
El dolor lo ha humillado a más no poder. El hombre a quien él un día le confesó la peor de sus burlas de niño, ahora lo tiene abandonado. Y Anthony ya no sabe qué pensar y mucho menos qué esperar.
Ya el próximo mes se hará un electro encefalograma, para ver si éste arroja los porqués de su dolor, UN DOLOR QUE TODO EL TIEMPO ESTÁ HACIENDO A SU ROSTRO LUCIR “TRISTE, ADOLORIDO Y MUERTO”. (5: 43 p.m.)
Anthony Smart
Enero/24/2021