Claudia Rodríguez
Cimentado el abuso desde el 2006
Si cada década somos más pobres en número de mexicanos y cada vez, más de nosotros perdemos poder económico –el segmento de quienes no acumulamos las grandes riquezas–, así como sumamos carencias en seguridad social y de la seguridad misma; no habría porque no hilar años de reprobación en materia de derechos humanos.
Año con año, en cada periodo de los últimos dos sexenios y el que corre, México no ha alcanzado calificación aprobatoria a causa de múltiples violaciones u omisiones de la autoridad en contra de sus gobernados. En el sexenio del ahora muy activo y sonoro Felipe Calderón, se tejieron de forma consistente, las variables que ahora nos tienen en la lona y vigilados con recelo por la comunidad internacional por los miles de homicidios, desapariciones y vejaciones a la población civil en nombre de una guerra contra narcotraficantes, que hoy, por cierto, están ya hasta conformados en un Estado paralelo al legal. Tanta muerte y dolor, envuelto en millonadas de dólares con cargo a los mexicanos, no puede sólo pasar; tanto que ni siquiera la reprobación de Derechos Humanos, alcanza para resarcir el daño.
La misma película con más horror
El tache para el país en respeto a los derechos humanos en este 2019, responde a la ausencia de un Estado de derecho, a la misma discriminación entre nosotros mismos, a la falta de solidaridad, y a la propia crisis de valores y existencial y económica por la que atraviesa casi cada uno de los mexicanos.
La mala nota está de nuevo en el expediente, falta tomar ahora sí las medidas necesarias para cimentar lo que verdaderamente haga que cambiemos el rumbo hacia una nueva cultura de respeto, lo cual no compete sólo a las autoridades; es trabajo de toda la sociedad: los progenitores, la familia, la escuela, el trabajo, los amigos.
Oídos sordos
Aun cuando se reconocen los avances en materia legislativa, que en su mayoría ha sido el resultado del trabajo de organizaciones y movimientos que históricamente buscan hacer efectivos sus derechos; no obstante esto, y a pesar de contar con un marco normativo avanzado, la implementación de las leyes en protección de derechos humanos, es aún muy deficiente en el territorio nacional.
Aunado a la anterior, hay siempre una falta de reconocimiento de la crisis de derechos humanos por parte del Estado mexicano y, por ende, se desestima el seguimiento a las decenas de recomendaciones, salvo, algunas excepciones.
Uno de los más grandes reclamos es que termine la militarización del país que inició en el 2006 y que ahora no tiene claridad en el terreno si se cimenta este camino con la Guardia Nacional en acción. Falta también un mecanismo real de atención a víctimas y el diseño e implementación de estrategias que permitan una efectiva investigación de delitos y graves violaciones de derechos humanos cometidos en años recientes.
Seguro la nota en números rojos en vejaciones a la sociedad, saldrá a relucir en el 2020.
Acta Divina… “Nosotros escuchamos y respetamos todas las opiniones, pero también cuando no corresponden a la verdad no tenemos por qué quedarnos callados. Nosotros no estamos limitando la libertad de expresión, no hay censura en México. Lo único que estamos haciendo es utilizando nuestro derecho de réplica”, señaló el presidente Andrés Manuel, luego de que la alta comisionada de la oficina de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, se pronunciara porque el mandatario mexicano fuera precavido en los comentarios que hacía sobre los medios de comunicación…
Para advertir… La falta de medidas regulatorias claras y la violencia son los principales factores que debilitan la existencia de condiciones plenas de legalidad en el país y limitan el goce de los derechos humanos.
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