Juan Luis Parra
Atalaya
La guerra ya empezó. Solo que no es con tanques, ni con marines bajando por las playas de Acapulco. Es una guerra de rutas, drones, cocaína, narcos, diplomacia, traiciones… y poder. Y si alguien cree que esto no tiene nada que ver con México, que se ponga al día. Porque entender Venezuela hoy es entender lo que se avecina para México mañana.
Los cárteles mexicanos no son locales. Son corporativos globales.
Exportan droga a Europa y Asia, controlan rutas y hasta abren laboratorios en África. Y si eso no le sorprende, tal vez debería saber que gracias a las declaraciones de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, sabemos los lazos entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel de los Soles abarcan todo el planeta.
¿El objetivo de Trump después de escuchar al “ratón”? La autopista 10.
No es un camino. Es una red. Un camino náutico: Sudamérica, África, Europa. Sigue el paralelo número 10, de ahí el nombre. Y por ahí corre de todo el mercado negro: cocaína, armas, diamantes de sangre, trata de personas. Es la columna vertebral del crimen mundial.
Los narcos pagan peajes a Al Qaeda para cruzar el Sahel. Se alían con mafias italianas como la Ndrangheta. Forman “joint ventures” con guerrillas comunistas, con yihadistas africanos y con mafias marroquís. Es tan internacional la cosa, que hasta las FARC han intercambiado cocaína por armas con gobiernos africanos como el de Guinea-Bisáu.
Eso es lo que representan los cárteles mexicanos fuera de nuestra burbuja.
Ante esta realidad, Estados Unidos decidió entrarle con todo. Desmantelar esta operación criminal aliada a grupos paramilitares, dictadores y terroristas.
¿Por qué le entró Francia también a la guerra contra Maduro?
Para eso hay que entender que todo se trata de control.
El intercambio entre criminales de México y Venezuela es muy fácil: el narco mexicano exporta a EU, el de Maduro a Europa. Como Trump se puso rudo en casa, las organizaciones mexicanas y Maduro se concentraron en Europa. Aumentó el tráfico por la autopista 10. Macron reaccionó porque sus islas en el Caribe, Guadalupe y Martinica, están en la línea directa de esta ruta.
Francia envió buques de guerra para detener el creciente tráfico. A diferencia de otras veces, esta vez Macron no fue a sacarse la foto. Fue a cerrar el paso de verdad con buques de guerra. Principalmente porque Macron entendió que Maduro no solo es un dictador. Es un socio logístico del narco.
Por eso lo quieren fuera a Maduro. No por democracia. No por ayudar al golpeado pueblo venezolano. Por rutas. Por control.
Y mientras tanto, África se convierte en el puerto principal.
Narcolaboratorios mexicanos en Nigeria. Aviones cargados de cocaína quemados en el desierto de Mali para borrar pruebas. Toneladas de droga escondidas en hoteles de Gambia. Países como Sierra Leona, Liberia, Guinea y Mauritania convertidos en almacenes temporales. En Guinea-Bisáu ya ni disimulan. Les llaman narcoestados en los noticieros.
¿Por qué les pasó esto? Porque son pobres. Porque con un salario anual de 500 dólares anuales, cualquier policía se vende. Porque no tienen dinero ni radares para vigilar sus costas. Y si España ya es un colador con el tráfico marroquí, imagínese usted Gambia o Liberia.
Pero no solo es droga. Por esas rutas pasa de todo. Tráfico de personas, armas, minerales raros. Y lo más escalofriante: ideología radical. Donde hay cocaína, hay violencia. Y donde hay violencia, florecen los grupos terroristas. Al Qaeda en el Magreb Islámico cobra peaje y da “protección” a los narcos. Así financian su yihad.
Los datos asustan. La migración ilegal por Canarias aumentó 550 por ciento. Y mientras los narcos ganan millones, invierten en infraestructura. Ya se han visto camionetones con placas de Sinaloa en lujosos barrios de Ibiza y Marbella.
Como los narcos gallegos que ya montaron oficinas en Mauritania, Senegal y Guinea para recibir mejor a sus contrapartes latinas. O como los mexicanos que abrieron una fábrica de metanfetaminas en Nigeria para enviar droga a Asia.
Como ven, el narco es una multinacional. Y como toda multinacional, busca eficiencia.
¿Y los zurdos del continente? Nerviosos. Petro dice que el Cártel de los Soles no existe. Lula calla. Todos amigos de Morena. Todos incómodos con que Maduro sea expuesto no como dictador, sino como capo. Todos alineados en esa red hemisférica que, casualmente, se desmorona al mismo ritmo que EU y Europa cierran el cerco al crimen organizado.
Y mientras todo esto arde, Claudia Sheinbaum entrega su primer informe de gobierno.
La fecha clave es noviembre. Ya lo advertí en una columna pasada. Marco Rubio dejó claro que EU no hará nada antes de noviembre. ¿Por qué noviembre? Porque terminan las elecciones internas gringas y se liberan las manos. Es entonces cuando viene la parte más peligrosa.
¿Vendrán a México? Lo más probable es que sí. Pero no esperen una invasión con soldados y banderas ondeando. No, esto será diferente. Vendrán drones espías. Vendrán ataques aéreos quirúrgicos. Vendrán comandos de guerra híbrida.
Vendrá la guerra moderna. Esa que Rusia y Ucrania convirtieron en escuela. Una guerra sin frentes definidos, sin uniformes, sin reglas claras.
¿Podrá México defenderse? Con honestidad, no lo creo. Porque no se trata de defenderse con armas, sino con tecnología e instituciones. Y esas últimas, hace tiempo que las corrompió el narco o las enterró la Cuarta Transformación bajo toneladas de propaganda.
Así que sí, te digo Venezuela, para que entiendas México.