Juan Luis Parra
No, Claudia, el problema no son los gringos en la Roma. El problema es que mientras tú y Cuevas arman campañas contra la gentrificación, millones de mexicanos ya no pueden pagar la renta, aunque vivan en colonias donde no hay un solo extranjero.
Esta cruzada mediática es una burla.
Dicen preocuparse por el precio de la vivienda, pero cuando ella gobernó la Ciudad de México, le abrió las puertas a Airbnb como si fuera solución, no problema.
Ahí están los datos. No se necesita ser economista para entender qué significa eso. Sheinbaum lo permitió, y ahora pretende lavarse las manos.
En Hermosillo, sin turismo digital, ni gringos en bicicleta, el 27.7% de la gente dice que su mayor problema es el precio de la vivienda. ¿También se va a decir que hay gentrificación? No. Aquí el problema se llama especulación. Gente con dinero que compra cinco, diez propiedades, mientras los demás no pueden pagar ni una.
Pero claro, eso no da likes en redes.
Y en medio, la clase media. La que trabaja, estudia y no tiene un patrimonio heredado. La que no tiene a quién culpar, pero a la que todos culpan. Porque si protestas, eres fifí. Si criticas, eres conservador.
Si sobrevives, ya es ganancia.
La gentrificación no es el chistecito de los tacos sin salsa que pique. Es la desaparición sistemática de colonias enteras, expulsión disfrazada de modernización.
Lo saben en la Condesa, en la Escandón, pero también en Mérida, Tijuana, Querétaro, Puebla. Y no hace falta que llegue un extranjero: con que llegue alguien con dinero, alcanza.
Pero los morenistas siguen en lo suyo. Evaden, simulan, maquillan. Los errores ya son muchos y documentados. Desde la negligencia en la Línea 12, hasta la reciente defensa a López-Gatell cuando es evidente que su gestión fue un desastre.
Sheinbaum se rodea de propagandistas, influencers a sueldo y marchas con recursos públicos. Creen que con eso basta para imponer una narrativa.
No. No basta.
Este gobierno ha normalizado la persecución política, la criminalización de la crítica, el uso del aparato del Estado para callar opositores. ¿Hasta cuándo creen que les va a aguantar la liga?
Pueden enviar bots, medios comprados, youtubers obedientes y grupos de choque. Pueden pagar tortas, frutsis y transporte. Pero no pueden callar a quien piensa. Y esa clase media que desprecian, la quecada día está más débil y golpean con cada decisión, esa sí tiene memoria.
Mientras hablan de justicia social, los de abajo siguen pobres, los de arriba más ricos, y los de en medio más hartos.
El país no está mejor. Está más dividido, más caro y más violento.
Sigan equivocándose. Algún día, esa verdad que tanto les molesta va a estallar en la cara de su gobierno. Y entonces no les van a alcanzar ni los bots ni las conferencias.