DIARIO DE ANTHONY
10:09 p.m. Estaba acostado, con la luz apagada, y no podía dejar de pensar: “¿qué escribir ahora?” Pensaba qué trama podía crear. “No más cuentos de muertos”, por favor. Pero es que, así he sido toda esta vida: un muerto con vida.
De nueva cuenta me dio un acceso de dolor, en la tarde. Ahora mismo mi nariz está bien, está, ¿cómo se dice? No está obstruida. Así de simple. Aún así, ¡todavía siento miedo! Cada vez que tengo que “jalar” aire, siento miedo de que, bum, suceda de nuevo.
Cielos. Ya no puedo escribir “cuentos”. Y todas las series de porquería que Netflix produce SON PURA FICCIÓN. ¡Nadie va a decir: oh mira, yo el personaje de esta serie… he hecho cosas increíbles: matar, ser lo peor, un estafador, o estafadora!
¡Tengo miedo! Porque sé que NO HAY peor desgracia que la mía. En el plano personal -emocional; ¡maldita sea! ¡Cómo reponerme, cuando todo “eso” aún duele! Escribí “la venganza”, porque era lo que yo sentía: ganas de matar al maricón hijo de “mi agresor”.
Pero sé que jamás sería capaz de hacerlo: ir a la escuela donde estudiaba para cortarle la garganta con un cuchillo. “Malditos Netflix”, que sólo venden series culeras de asesinatos, dramas y no sé qué otras tantas mierdas. “Dowtown Abey y toda su porquería no sé qué sobre una familia aristocrática…”
Todos mis cuentos FUERON escritos bajo el influjo del dolor. ¡Es por esto que están mal escritos! De todas maneras, ¡no soy un escritor! ¡NO LO SOY! Soy pésimo. No sé narrar… No sé construir… Mis cuentos equivalen a que los haya escrito UN MONGÓL, es decir, alguien con down, o daño cerebral; ¡qué sé yo!
El no poder respirar bien; ¡cielos! Y ya no sueño más que escribo una historia para una película. Porque, ¡qué puta ficción podría superar a mi tragedia! Un fantasma vivo que luchó durante 35 AÑOS contra un montón de cosas…
Tengo miedo. ¡Miedo de volver a dejar de respirar! Hoy es hoy, y mañana quién sabe. Y, tanto ya no soporto que, relatarte lo que hoy hice, ah, ¡para qué! ¿De qué serviría?
Bueno. Logré JUNTAR 150 PESOTES, con mis cuentos, en una escuela. Cuando ya no me quedaba ningún puto peso. ¡Pero qué rayos importa todo esto! Sobrevivir, sub-existir, dejó de importarme. Por lo tanto, ¡cada vez que escuche, donde sea, que alguien lucha o luchó, sentiré GANAS DE VOMITAR.
Que si luchó por sus sueños hasta alcanzarlo, que si cagó piedras hasta hacerse millonario; lograr la fama y el reconocimiento. ¡A la mierda CON TODO!
Quisiera, SOLAMENTE, encontrar un puto empleo de limpia mierda (afanador), y solamente NADA. Acudir a mi trabajo ¡todos los putos días! Como todos los demás…
No más sueños, no más música; no más pretensión de querer volar por los aires, o de ser alguien alejado de la mediocridad de esta vida y todos sus conformistas.
El tiempo me pasó, That´s all I know. Dejo de escribir y, pienso en Johny. Tampoco él importa ya para mí. Un escritor que, creyéndose fracasado, va y se quita la vida. Y, ¡qué malditos ha hecho! ¿Acaso no ha escrito UNO DE LOS MEJORES LIBROS DE TODOS LOS TIEMPOS? “La conjura de los necios”.
Solamente UN DESGRACIADO como él, solo, completamente SOLO, pudo haber escrito y “creado” pasajes tan hermosamente ORIGINALES de la vida de ese otro desgraciado: “Ignatius J. Reilly”.
En este libro “transita” la vida, de una manera en que en el mundo real JAMÁS LO HARÁ. Porque en este mundo idiota y real NO PUEDEN EXISTIR IGNATIUS FÍSICOS Y REALES, de ninguna puta manera.
Un gordo asqueroso, que dice y hace LAS COSAS MÁS ORIGINALES QUE, sí tú lo lees, no hace más que “matarte de la risa”.
Pd. ¡Claro! Si es que tu cerebro te permite ENTENDERLO.
Anthony Smart
Septiembre/03/2019
10:31 p.m. Tuesday