La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La amenaza no es el dilema del prisionero, sino, el complejo de Sansón
Conforme pasan los días de la invasión rusa a Ucrania, el conflicto se agrava en el teatro de guerra, con el bombardeo de instalaciones de salud, nucleares, de vivienda, etc.
El resultado inmediato involucra la muerte de niños, mujeres, ancianos y el desplazamiento de casi dos millones de personas, una tragedia por donde quiera que se le vea.
No obstante, a la par de las acciones militares, también la retórica de los políticos ha escalado a niveles no deseables (por no decir estúpidos).
Por un lado, Vladimir Putin, habla de represalias nunca vistas, a aquellos que intervengan en defensa de Ucrania, por el otro, Joe Biden, señala que una agresión rusa a un país miembro de la OTAN, desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.
Queda claro que, en una guerra con armamento convencional, Rusia estaría en desventaja ante el poderío multinacional de Occidente, por lo tanto, la única forma de disuadir a sus adversarios, son, justamente, las armas nucleares.
Pero ¿qué pasaría si Putin ordena el lanzamiento de misiles con carga atómica?, la respuesta es sencilla, le replicarían con los mismos elementos, multiplicados desde luego, y esto, desataría una conflagración jamás imaginada.
Los muertos, desintegrados por las ondas expansivas, serían decenas de millones, a lo que se sumarían otros tantos que resulten lesionados, después se sumarían los provocados por la hambruna resultante del invierno nuclear, de la infraestructura física ni hablamos.
Sabemos de la existencia de bunkers en los que las elites, podrían sobrevivir durante años, la pregunta, en este caso, es ¿en quiénes aplicarían sus ansias de poder (que es el origen mismo de la disputa), si llega la conclusión del proceso civilizatorio?
No cabe duda, hay situaciones que, por lo que implican, no deberían, siquiera, ser evocadas.