CUENTO
Un país llamado “Tocinos Unidos” siempre había sido muy racista. Sus habitantes, unos cerdos blancos, nunca permitían a otros animales traspasar la frontera hecha con bloques de cemento. Toda esta nación de cerdos se creía muy patriota. Su lema siempre había sido “Manteca para los mentecatos”. Esto significaba que su país no podía pertenecerle a nadie más sino sólo a ellos mismos.
Ubicado arriba de países pobres, Tocinos Unidos venía siendo un país muy increíble. En él, sus cerdos solamente existían para consumir cosas, cosas y más cosas. Los demás países del continente, al saber que aquí la vida era una cosa muy distinta, solamente ansiaban cruzar la frontera y establecerse en él.
Pero los Tocinos Unidos, que odiaban a los animales que no eran cerdos como ellos, solamente no lo permitían. Implementando vigilancias por suelo y cielo, estos marranos impedían en lo más posible que pavos, gatos y demás animales se introdujesen en sus suelos tan valiosos para ellos.
“Hacer Tocinos Unidos grasiento ¡otra vez!” Esta nación nunca había permitido el acceso de otros animales a su país, ah, pero eso sí; siempre les había gustado meterse en cuestiones donde nada tenían que ver. Pero, como eran un país muy poderoso, y los demás débiles, pues estos últimos nada podían hacer para impedírselos. Así de asquerosos eran estos cerdos blancos, que tanto odiaban a sus demás hermanos animales.
Consientes de saberse muy poderosos, los Tocinos Unidos nunca imaginaron que un día, un grupo de pavos terroristas vendrían hasta su país para darles su merecido. Atentando contra unos de sus símbolos más amados: “Las Torres Grasientas”, los Tocinos Unidos no pararían de llorar en meses.
Ese día, al fin conocerían el sabor amargo de la derrota. Corriendo como locos por las calles, no pararían de gritar y de mostrarse como unas pobres víctimas. Detrás de ellos, en lo alto, ahora se veían arden en llamas aquellas dos “Torres Grasientas”.
Los noticiarios de todo el mundo pasarían las imágenes de este hecho, una y otra vez. Los pavos terroristas, que habían logrado su objetivo, también morirían junto con otros muchos cerdos. Los marranos esos, expertos en hacerse las víctimas, después de un tiempo, usarían este acontecimiento como excusa para reforzar sus fronteras.
Su marrano presidente enseguida saldría a la defensa de su país, argumentando un montón de cosas: “Hoy los Tocinos Unidos ha sufrido un gran golpe por parte de unos pavos muy malos…” Tan inocentes se creían todos en este país, que, cuando alguien de afuera les hacía algo malo, enseguida se empezaban a comportar como unos marranos muy limpios.
Después de aquel día, los Tocinos Unidos y todos sus cerdos, jamás volverían a ser los mismos. A partir de entonces vivirían completamente aterrados por futuros actos terroristas de otros pavos malos. Y así es como este país al fin conoció lo que era ser invadido en su propio país… igual que ellos siempre lo habían hecho con otros países más débiles.
FIN.
Anthony Smart
Febrero/04/2020